La llamada

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*Tania*

Miré la hora, mientras andaba en circulos, había pasado ya una hora desde que se había ido, hacía ya mucho debería haber vuelto. Cogí el teléfono y la llamé nuevamente.

'El número al que llama está apagado o fuera de cober...'

Colgué bruscamente. Cogí una chaqueta, mis yaves y decidí ir yo misma a por ella.

Salí de casa corriendo y llegué al restaurante en tiempo record, la busqué dentro y no la encontré.

"Jas, ¿dónde estás?"

Cogí mi móvil con la esperanza de ver una llamada o algo suya."Nada"

Cerré el móvil y caminé cabizbaja. "Es mi culpa, ella había salido por que yo se lo pedí, si no hubiera sido tan caprichosa ella no tuviera que salir y estaríamos en casa viendo la televisión". Las lágrimas nublaron mi vista obligándome a parar para secármelas. Me restregué los ojos con ambas manos, al apartarlas algo llamó mi atención, en el suelo, tirada, había una pulsera idéntica a la que yo llevaba puesta en la muñeca, corrí hacia ella y la cogí, al darle la vuelta, mi corazón dio un vuelco en mi pecho. En el reverso de la pulsera estaba escrito mi nombre,miré por todos lados buscándola, pero lo único que pude ver fué una pequeña mancha a unos metros, me acerqué a ella lentamente con un mal presentimiento, me acagaché nuevamente, el olor ferroso llego a mi inundando todo mi ser revolviendome las tripas.

La vibración de mi móvil me obligó a apartar mi horrorizada mirada de aquella mancha para centrarla en mi teléfono. Un número oculto me llamaba.

-¿Diga?_dije al tercer pitido.

-Hola pequeña_"Esa voz"

-¿Qué quieres?_dije hecha una furia.

-Eh, pequeña_pude escuchar cómo chasqueaba la lengua_ No se le habla así a las personas, ¿tu madre no te ha enseñado nada?

-¿Qué hostia quieres?_dije apretando los dientes.

-Aish, veo que no aprendes_escuché un golpe de fondo seguido de un gemido.

-No creo que a tu noviecita le agrade recibir una bofetada cada vez que me respondas mal, ¿no crees?_dijo riéndose. Mi corazón se detuvo para empezar a latir fuertemente contra mi pecho haciéndome daño.

-¿Qu...qué?_dije notando como mis piernas dejaban de funcionar y me tiraban al suelo entre lágrimas.

-Revisa tu móvil_dijo y colgó. Segundos después me llegó una foto.

En la foto aparecía Jasmine, atada a una silla con una cuerda y mordazada, Cristian le cogía del pelo y tiraba de él hacia atrás mostrando su ensangrentado rostro, en sus ojos se reflejaba todo el dolor y miedo, creando un nudo en mi garganta que apenas me permitía respirar. Mientras observaba la foto mi teléfono volvió a sonar.

-¡Me cago en tu puta vida hijo de puta, déjala en paz!_grité.

-No,no,no¿nena, no has entendido?_Un nuevo sonido, parecido al de una bofetada retumbó en mi oído seguido de otro gemido_¿quieres más?

-Aléjate de ella_dije apretando los dientes con todas mis fuerzas.

-Esto no funciona así_dijo entre risas, el muy cabrón disfrutaba de esto.

-¿Qué quieres?

-Bueno, a ver. Lo primero es que ni se te ocurra llamar a la policía, por que sabré que lo has hecho y la mataré sin dudarlo,¿entendido?

-Si_dije tras unos segundos.

-Muy bien_Al otro lado, se escuchó el sonido de una puerta al abrirse seguido de unos gritos_Te volveré a llamar_dijo tras unos segundos. Colgó sin darme tiempo a reprochar.

Miré a todos lados,pero a esas horas las calles estaban vacías. Intenté llamarle pero el muy capullo había llamado desde un número oculto.

Tras unos minutos en la misma posición me puse de pie lentamente. Necesitaba ayuda y como él había dicho no podría llamar a la policía, tampoco a sus padres ni a los míos ya que lo harían y la matarían. Caminé de vuelta a mi hogar pensando en quién podía confiar, a mi mente vino un nombre. Hacía un tiempo que no hablaba con ella, ella había sido quién me ayudo con lo de Jas, me había apoyado, había esuchado todos mis berrinches y limpiado todas mis lágrimas. Era la mejor amiga de mi hermana, ambas eran inseparables pero se habían distanciado cuándo mi hermana tuvo que ir a otra ciudad para cursar su carrera. Podía confiar en ella y sabía que podría ayudarme. Cambié de rumbo y decidí encaminarme hacia su casa. 45 minutos después, llegué hasta su casa, en el portal me crucé con un vecino que bajaba al perro por lo que entré sin necesidad de tocar el magafonillo. Subí hasta su piso y toqué el timbre, ella fué la que abrió y sus ojos se agrandaron por la sorpresa.

-¿Tania?¿Qué haces aquí?_dijo nerviosa, sin mediar palabra me lancé a sus brazos, los cuales me acogieron al instante y lloré en su pecho.

El "te quiero" que cambió mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora