Capítulo 11.

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Bajo a la entrada a recoger la ropa que había dejado, pero mi madre se me ha adelantado. Voy al salón y pongo la tele. SJ pasa delante de mí y se sienta a mi lado. Se cruza de brazos durante un buen rato, pero finalmente pasa un brazo detrás de mi cabeza poniéndolo en el respaldo del sofá. Se acerca más a mí y me mira. Yo no giro la cabeza y hago como que sigo buscando un canal en el que echen algo decente. Pone sus labios en mi cuello y deja un beso. Va al lóbulo de mi oreja y me susurra algo que hace que me hierva la sangre. "Te tengo medio domada fierecilla"

Giro mi cabeza para mirarle y le tengo muy cerca. Pongo mala cara y él se empieza a reír.

-Un día te dije que te iba a enseñar la trayectoria de mi boca a la tuya, y creo que lo he hecho más de una vez -dice acercando su cara a la mía.

-Ah, ¿sí? -pregunto frunciendo el ceño.

-Sí, pero si quieres te la enseño de nuevo -acerca su boca a la mía y antes de que me bese, me levanto del sofá.

-No lo veo tan claro eh -me dirijo a la cocina.

Sé que viene detrás de mí, el parqué del suelo suena demasiado.

-¿Qué tal lo del local que supuestamente yo había desmantelado? -le pregunto con retintín.

Me giro a mirarle y tiene su mandíbula tensa.

-Ya está todo arreglado. Qué pasa, que quieres formar parte también, ¿no? -pregunta mirándome y dejando asomar una media sonrisa.

-Ni loca formaría parte de esa mierda -me alejo de él.

-Si fuera la única salida que encontraras a tus problemas, lo harías -baja su cabeza. Su tono muestra anhelo.

Mira un punto fijo y no dice nada. Quisiera saber qué piensa, pero sé que no me lo va a decir.

Se levanta y sin decir nada se va. No entiendo nada. Intento seguirle, pero al llegar al porche, a él le ha dado tiempo de entrar en el coche y ponerlo en marcha acelerando demasiado. Cuando llega al final de la calle veo que gira a la derecha. Me meto en mi casa y me siento en el sofá con las piernas encogidas y los brazos rodeándolas.

Escucho el movimiento de las llaves dentro de la cerradura y me incorporo. Mis padres entran y dejan la comida encima de la mesa.

-Vamos cariño, que la comida está aún caliente -dice mi madre dejando la chaqueta encima del sofá.

-No tengo hambre, voy arriba -me levanto del sofá y mi padre me mira.

-¿Y SJ? -pregunta con el ceño fruncido.

-Se ha ido, no se encontraba bien -y otra vez mintiendo por él.

-Bueno, pues te guardaremos la comida en la nevera para cuando quieras comer -dice mi madre empezando a sacar las cosas.

-Vale.

Subo las escaleras y llego a mi cuarto. Me tumbo en mi cama boca abajo y empiezo a darle vueltas a las cosas.

¿Por qué se habrá ido así? ¿Habré dicho algo malo? ¿Algo que le moleste? Dios, con este chico nunca se sabe lo que puedes y lo que no decir. Cada dos por tres coge y se va sin dar explicaciones ni nada. No se le puede decir ni preguntar nada.

No paro de dar vueltas en la cama y de tener una sensación rara en el estómago. Como si estuviera nerviosa. Me levanto de la cama, me pongo mis adidas, una sudadera y bajo al salón.

-Mamá, voy a salir a dar una vuelta -voy a la entradita y guardo las llaves en el bolsillo de la sudadera. Me coloco y abro la puerta.

-Ten cuidado -grita mi madre antes de que la cierre.

El frío también quema.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora