Maratón 1/4

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Blanco:
Desperté, ya era de día, miré a la cama del frente donde se encontraba Negro durmiendo, en la cama de a lado estaba el niño raro , pasando la cortina estaban todas las chavas, este año a los sirvientes solo les dieron un cuarto para todos ellos, y como somos mujeres y hombres las chavas decidieron poner un intermedio, me levanté y agarré la primera ropa que vi, caminé hasta el baño y cerré la puerta.

Como lo supuse. Las mujeres habían dejado un desorden de maquillaje aquí adentro, cómo siempre, llené un jarrón con agua, lo puse en fuego y esperé a que se calentara, la puse en la tina, me quité el bóxer y me metí al agua, la cual estaba muy caliente, me mojé el cabello y me puse un enjuague, salí de la tina goteando, agarré la toalla y me sequé un poco, la enrollé en mi cadera y me puse la ropa interior y mi pantalón, antes de agarrar la camisa la puerta se abrió y entró Fer, semi dormida, yo le sonreí.

—Con que tomaste ventaja de que me estuviera bañando, que acosadora, si quieres te puedo posar para una pintura...

—¡Cállate! Me duele la cabeza... me acabo de despertar.

—Uhhh... Que humor, mira si solo querías verme tan solo me lo hubieras pedido y yo con gusto me quito la camisa —Fer me volteó a ver con sus hermosos ojos esmeralda y me dedicó una sonrisa forzada.

—Me voy a bañar —dijo empezándose a deshacer los nudos de su ropa, no pude evitar mirarla, ella me miró— ¿Qué esperas? Sal de aquí o ¿quieres una patada en donde más te duele?

—Con gusto, mientras sea tuya.

—Vete de aquí, enfermo masoquista.

Me salí del baño un poco desilusionado, hasta que me acordé de que faltaba la camisa y me la puse, miré hacia delante y estaba Kokoro viéndome, yo la miré y le dedique una sonrisa, ella se acercó.

—Ni se te ocurra enamorarte de ella.

—Pfff... ¿quién me crees? Soy Blanco, el chico que enamora a todas, yo nunca me enamoro, es una pérdida de tiempo.

—Eso es bueno, porque ella no tiene buenos recuerdos del amor.

—N-ni quien se enamore de ella, además es muy ruda...

—Por alguna razón no me sorprende escuchar eso de ti —mencionó Fer saliendo del baño con una toalla enrollada en su cuerpo, desde sus pechos hasta el octavo dedo antes de su rodilla, con unas cuantas gotas que recorrían su cuerpo, sentí algo dentro de mi pantalón, me quedé viéndola un buen rato hasta que habló— Hey Kokoro, préstame una falda tuya, me invitó un príncipe a dar un paseo por el reino, ya que dijo que era nueva y para que no me perdiera.

—Claro ¿negra, blanca, azul o gris...?

—No vas a ir —dije un poco alterado, odiaba sentirme así, no sé cómo explicarlo es como un dolor en... en el pecho.

—¿Por qué no? Yo quiero conocer el reino.

—Yo te llevo, es muy peligroso que un príncipe salga, además... es para ayudar... a Negro, sí, a Negro, él quería salir con Emily a ver el reino, ¿verdad Negro?

—Ehhh... me acabo de despertar —le di un puñetazoen el brazo y él me miró— eh sí, sí... ¿sí qué?

—Ves, y tú vienes —le dije a Fer.

—¡¿Yo?! —gritó Fer enojada.

—Sí y es hoy, mmmm pero ponte algo...

—Sí, ya sé.

—Ahhh... que cansancio ¿por qué tanto alboroto? —murmuró Emily un poco despeinada, su vestido estaba un poco desacomodado dejando ver sus pechos, Negro percató mi mirada. Lo siento, es la chica de mi amigo, pero por la madre naturaleza no lo pude evitar, Negro se acercó a Emily y le susurró algo al oído, ella bajó la mirada y se lo acomodó, es la primera chica que veo y no se sonroja por eso, buena elección Negro, bueno Fer es igual.

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