Capítulo 24 Gris

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—Buenos días —Yun se acercó a mi y en su cara se dibujó una extraña sonrisa.

—Yun... —mi corazón no dejaba de latir y las gotas de sudor resbalaban de mi sien.

—¿Si, Mori? No sabía que te despertaras tan temprano. El rey no estará feliz al escuchar esa historia de amor, ¿verdad? —tocó mi barbilla— Nada es como tu lo piensas, Mori. Ese chico y yo tenemos una gran historia, que de seguro no te la contó.

—...

—Él y el rey me recuerdan a Sota, harían todo por amor, hasta matar. Pero los 3 cometen muchos errores, esconder sus sentimientos y confiárselos a mi.

—Yun... por favor ayúdame —mis lágrimas empezaron a salir— no es por mi, es por Gris, son mis amigos ¿comprendes? N-no les puedo hacer esto...

—De hecho si puedes y lo vas a hacer. —soltó mi barbilla y se paró.

—Por favor... ayúdame —toqué la punta de su vestido— haré lo que sea.

—No puedes hacer nada de lo que yo quiera —me miró de reojo— pero te daré una oportunidad.

—Gracias...

—Cállate, si no la puedes hacer te quedarás aquí para siempre, porque el Rey te matará si revives a su esposa.

—Gracias Yun.

Yun rió— Tienes que matar a el rey.

Me quede en shock, mis manos empezaron a temblar— ¿M-matar?

Yun me veía directo a los ojos— No creo que puedas revivir su esposa ¿verdad?

—N-no lo sé, Yun...

—Una vida por dos, piénsalo —se sentó en su sillón— ¿qué pensaría Fer al saber que por tu culpa mataron a Blanco? Dime, no hay mucho que pensar. Todo está en tus manos, tu eliges.

Yun volvió a reír, empezó a jugar con su cabello. No sabía qué tan difícil era hacer una decisión, nunca había hecho una en mi vida; mi pecho dolía, extrañaba mi casa, mi familia, mis amigos.

—Tic-tac el reloj sigue, solo piénsalo bien.

—N-no lo sé... —mi cabello lucia horrible y mis manos eran unos huesos.

—Sabía que no podías hacerlo, eres una sorti inútil, me sorprende que tan poco poder tienes y que tan idiota eres. Llamaré a el rey y le contaré todo. —Yun salió del cuarto, dejándolo solo, era inútil. Empecé a golpear el piso, mis manos sangraban, pero se volvían a regenerar .

—¿Por qué soy inútil? ¡Soy la vergüenza de todo! Mi padre me odia...

—Mori querida, no eres inútil, eres muy fuerte y tu sabes que lo eres, te conozco desde que eras una bebe y tu madre te a educado bien.

—¿Si?... —de mis manos salía neblina que cubría todo el cuarto y mi sangre brillaba.

—Eres especial, pero te falta darte cuenta de eso.

—No es cierto, soy inútil y no puedo salvar a nadie. Yun tiene razón, nunca podré revivirla. —mis lágrimas no paraban de salir.

—Mi niña, no es que no puedas, es que tu instinto sabe que no quiero regresar —toco mi mejilla— yo ya viví mi vida y crié bien a mis hijos, Dylan tiene que seguir su camino sin mi.

—P-pero él no entiende ¿qué quiere que haga?

—Rey cómo le decía... —se escuchó la puerta abrir.

—No tengo tiempo para tus tonterías, necesitamos un ejército más fuerte ¿Qué es está neblina? —era la voz ronca del rey

—Pero rey mátela...

— Cállate no puedo hacer eso, no veo nada ¿dónde está la princesa?¿Quién es usted? Conteste le estoy ordenando... ¿E-Elizabeth..?

Tomé todo mi valor y grité, el piso empezó a temblar, mi sangre seguía brillando. Las plantas empezaron a salir del piso, el rey y Yun quedaron atrapados. Me dolía el pecho, tanto que casi no me podía mover.

—Perdón... —limpié mis lágrimas— tío... hice lo que pude.

Yun empezó a reír— Mátalo, ¡mátalo ya! Vamos Mori sé que puedes.

—¡Cállate ya! N-necesito salir d-de aquí rápido —mis manos estaba temblando y corazón parecía que se iba a salir.

—Elizabeth, mi amor, cuanto tiempo —mi tía Elizabeth tomó la mano de mi tío Dylan— te extrañé...

Elizabeth y Dylan se abrazaron, ellos se amaban tanto; mi madre me contó que mi tío le afectó mucho la muerte de mi tía tanto que no había salido de su cuarto por meses, pero no pensé que la extrañaba tanto. Tomados de las manos caminaron juntos hacia las flores blancas que empezaban a salir del piso. Los aplausos de Yun me hicieron voltear.

—Genial —rió.

—¡Cállate! Y-yo n-o hice nada —tomé sus zapatos y salí corriendo de ese infierno para encontrarme con otro. Recorrí todo el castillo para salir y todo era un desorden. La guerra había empezado y yo estaba en medio de ella, habían personas muertas en el piso y guerreros luchando, se escuchaban gritos de dolor y personas llorando, mi corazón latía muy fuerte ¿cómo iba a llegar a casa? Corrí por las calles buscando a alguien conocido, entre la multitud estaba Ren al frente del ejército, corrí hacia él.

—¡Ren! Ayúdame —me voltio a ver junto con los demás, él fue el único que me había reconocido lo noté en sus miradas, parecía una pueblerina muerta de hambre. Corrió hacia mi y me abrazó.

—Tenemos que llevarte hacia tu castillo, para que esto acabe. Tiene que cambiarse, la pueden matar así. —Ren tomó mi mano y me llevó hacia un cuarto en el castillo y me entrego ropa y botas de hombre— No tienes que llamar la atención.

—Está bien —me cambie enfrente de él, mis huesos se notaban mucho y la ropa me quedaba muy grande...

—¡Hermano! Tenemos que hablar —la puerta se abrió y entró Momo, con un vestido holgado— M-mori...

—¡Te dije que te quedaras con los guardias! Es muy peligroso que salgas, vete de aquí.

—¿Qué hace ella aquí? ¡Vete, lárgate de este castillo! —Momo tomó mi cabello y empezó a jalarlo.

—¡Momo! Detente, no la trates así —Ren empujó a Momo y ella cayó al piso— lo siento, pero tengo que ir a dejarla.

—Sota ya se fue Mori...

—¿Sota? ¿N-no sabes dónde está? —mi corazón se acelero al escuchar su nombre.

—Buscó por todo el castillo y hoy se fue en la mañana, perdón pero si no es mío no quiero que sea tuyo y le dije que te sacaron del castillo. —me miró a los ojos— Me das asco.

—Momo... ¿por qué a mí..? Yo no te hice nada.

—Porque Sota nunca bajó del árbol aunque yo le hablara y llegas tú y todo cambia, trate de alejar a todos de él para que solo fuera mío y tu no me hiciste caso y ¡él siempre piensa en ti! —me empujó— ¿cuál es su problema, por qué no me ama?

—Momo, cálmate. —Ren me levantó.

—¡Cállate! Tú eres un error, nunca debiste de haber nacido, siempre en mi sombra —Momo se sacudió el vestido y miró a Ren— y la salvas a ella sabiendo que me robó al amor de mi vida. Pero solo es lastima Mori, es la empatía que siente contigo, los dos son errores.

—Momo...

—Haz lo que quieras, pero yo estoy fuera de esto. —Momo salió de la habitación dejándonos solos.

—Perdón por eso Mori, tenemos que irnos ahora.

—Si.

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