Capitulo 16 té

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—Si quieres saber porque está aquí, se lo tendrás que preguntar personalmente.— eso es lo último que Emily dijo antes de salir del castillo y dejar una nota a Negro y Blanco que salí con ellas. Ya llevábamos caminando horas  por los arbustos del pueblo sin encontrar nada, Fer estaba enojada, Kokoro desesperada, Emily concentrada, Holly emocionada y yo cansada, todas hicimos un receso y comimos, me recargué en árbol y sentí algo viscoso.

—Rayos, creo que me manché.—mencioné un poco molesta al notar que mi mano se había manchado de un líquido negro y extraño.

—Pues límpiate.—comentó Holly.

—No, espera,—dijo Emily acercándose a mí —déjame ver esa mancha.

—Mira.—murmuré nerviosa, ella tomó mi mano y después miró el árbol.

—¡Mori eres una genio! —gritó Emily. Kokoro, Fer y Holly se acercaron a mí — ¡Encontraste las manchas!

—Por fin.—dijo Fer.

Todas seguimos las manchas negras, las cuales nos habían guiado a una gran casa de madera rodeada de muchos árboles secos, todas nos acercamos cuidadosamente, pero la puerta ya se había abierto sola; de la oscuridad de la casa salió una chica de cabello largo, negro y liso, con piel albaricoque, ojos negros y alta. Nos sonrío.

—¿Quieren té?— preguntó, tenía una voz linda y sus labios estaban pintados de un color obscuro.

—"¿Quieren té?" Maldita perra, te extrañé,—dijo Holly, ésta corrió y la abrazó —no olvidaré lo de Jo.

—No le dije nada malo a Jo, además me dijo que también te quería. —respondió Yun.

—¿Enserio? —preguntó Fer.

—Sí, me dijo que quería verte. —respondió de nuevo Yun

—¡Ja! Como quiera ya no lo quiero, bueno, y qué haces por acá, perra.

—Pues la verdad nada, me dijeron que aquí estaba rico el clima y que las plantas estaban muy verdes, pero yo las veo secas. —mencionó Yun.

—Tonta, por tu culpa están secas. —dijo Emily.

—Hola Mori, te estaba esperando, —mencionó Yun —disfruta mucho estos meses.

—¿Cómo me conoces? —pregunté un poco desconcertada.

—Bueno, es una larga historia, pero mejor pasen, se ven cansadas, ¿tan difícil es encontrarme? —expresó Yun.

—Pues la verdad, sí. —opinó Kokoro.

Todas entramos a la gran casa de madera —muy linda por cierto —tenía ventanas grandes, tapetes de flores rojas, sillones grises, una cocina y una mesa de mármol, pero lo que más me llamó la atención fue una pecera arriba de esa mesa, con luces de color negro y gris moviéndose, cuando me acerqué para tocarlas Yun me detuvo.

—Si no quieres quedarte sin piel, no las toques, —mencionó desde el otro lado de la sala roja— te lo digo por experiencia, en los castillos son muy comunes entre pueblerinos, en el Oriente a esas luces les llaman shinigamis...

—Uhh, he escuchado de esos, ¿pero ese no es tu sobrenombre...? —preguntó Holly.

—Podría decirse, pero son mis ayudantes, solo los tengo de adorno, no he tenido mucho trabajo, hasta ahora. —mencionó, mirándome, Yun.

—Bueno, queríamos pedirte que dejaras de secar todas esas plantas. —dijo Emily.

—Bueno, es imposible para mí, pero Holly y yo no podemos estar aquí juntas mucho tiempo, o se incendiarán las plantas secas. —respondió Yun, mirando por una ventana.

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