capítulo 18 lagrimas y besos

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Todos estábamos preparándonos para regresar al castillo, el invierno se acercaba y mi vestido para el baile aún no estaba, pero eso no era mi mayor preocupación, lo que ocupaba literalmente toda mi mente era Sota, mañana era el dichoso día, el día que le regresaría la voz, él parecía más feliz de lo habitual, obviamente yo lo estaría. Mis pensamiento fueron interrumpidos por los gritos de Blanco.



—¡Mori! Dime, ¿por qué Fer está enojada conmigo? —gritó Blanco por quinta vez; todavía recordaba ese día de regaños, cuando Blanco le lanzó la toalla a Fer, obviamente ella estaba enojada.

—No lo sé, dímelo tú —Blanco se me quedó viendo al notar mi enojo e ironía.

—No me mires así, además si te pregunto, es porque no lo sé —sabía que él no entendía a las mujeres y no era que no era inteligente, si no que entendía lento, pero eso fue demasiado.

—¿Enserio Blanco? ¿Enserio? Sabes, las chicas no son un juego, si te gusta alguien tienes que tratarlo bien, no lazándole cosas, no sabes por lo que ha pasado ella —él se volteó, hubo gran silencio y después respondió.

—¿Quién te lo dijo? Rayos Negro,  escucha ella me rechazó, duele admitirlo, pero si, ¿por qué se habría de enojar si me odia? ¡Quién entiende a las mujeres! Primero me besa y después me ignora.

—Escucha, pasarán mil años para que un hombre entienda a una mujer, ella está enojada porque... Porque... ¡Ahhh! No te lo puedo decir.

—¿Está en sus días?... —preguntó estúpidamente Blanco, la puerta se abrió y entro Negro y parecía feliz.

—¿Ahora por qué tan feliz? — él me miró y volvió a sonreír, sus ojos esmeralda tenían un brillo que nunca había visto.

—Ya tengo pareja para ir al baile, te gane Blanco, ¡Emily va conmigo! ¡Wow! Lo siento estoy emocionado

—Da igual, pero que bien.

—Déjame ya, yo estoy aquí estresado con Fer enojada que no me quiere hablar, es todo un problema —dijo con una voz dura.

—Y no Blanco, Fer no está en sus días, tan solo es que no se había dado cuenta de sus sentimientos y cuando se dio cuenta ¡el chico que le gusta le lanza una toalla! —grité un poco enojada, hasta que me di cuenta de lo que había dicho.

—Tonta, ni yo soy tan estupido —se rió Negro.

—Bueno... Gracias, ahora sé que hacer —respondió Blanco al salir corriendo del cuarto.

—Soy todo una cupido.

—Cállate tonta, sueñas en ser una —respondió Negro al soltar otra risa.

—Pero al menos tengo autoestima.

Pasaron horas, se me hacia extraño que Blanco aún no regresaba, así que salí a buscarlo, recorrí todo el castillo, baños, cuartos, estancias, hasta llegar al dichoso jardín donde los árboles estaban obscuros, pero al llegar su color recobró vida; me detuve al oír unas voces conocidas— Blanco y Fer —estaban hablando de algo serio, pude sentir el ambiente, me acerqué un poco para escuchar más y mi piel tomó el color de los árboles, con mi camuflaje pude acercarme más, y empecé a escuchar.

—Sabes... yo no te veo como las demás, tú eres especial...

—Si soy especial dime, dime ¿qué te gusta de mi? Soy una chica que odia los hombres, soy odiosa, enojona, con un pasado trágico, bipolar...

—Cállate... —murmuró enojado y con la voz ronca— perdón, pero no es verdad, bueno en parte sí, pero me gusta tu manera de sonreír, la manera en que esos ojos verdes me observan cada vez que hago algo mal o bien, cuando te ríes por una tontería que hace Negro, cuando me hablas, bailas, haces chistes, cocinas, cuando no sigues las reglas, pero odio cuando le coqueteas o hablas con otros hombres, cuando me haces sentir menos y que no tengo oportunidad, cuando estás tan cerca pero tan lejos de mi, odio el sentimiento de querer y no poder besarte... —Fer se acercó a él y le dio un beso en la mejilla, Blanco se sonrojó, sus orejas peludas se pararon y el la tomó de la cintura, acarició su barbilla y acercó sus labios a los de Fer, pero se detuvo— ¿me amas?

—... Espero que no me decepciones, no eres el mejor, tampoco eres inteligente, eres infantil, me sacas de quicio y me hacer perder la razón, eres un maldito mujeriego que ha estado con quién sabe cuántas mujeres, no estoy segura si es que me vas a dejar por otra o si me vas a lastimar...

—Pero yo...

—Shhh —dijo poniéndole un dedo en sus labios— pero en el amor hay que tomar riesgos y no dejaré que otra mujer suela te separe de mi, porque la mataré, así que cuidado.

—Lo mismo para ti —dijo antes de besarla, pensaba que se iban a separar pero no, se separaron para tomar aire y se abrazaron— te amo.

—Lo sé.

Tenía una gran sonrisa en mis labios y unas cuantas lagrimas en mis mejillas, tal ves si era una gran cupido o una gran tonta, pero estaba feliz con eso, mire hacia el cielo y me retiré del jardín, me limpie las lágrimas de felicidad y volví al cuarto, lentamente cerré la puerta detrás de mí y mire a Negro, acostado en el sillón de estampados de rosas— solo faltas tú mujeriego —susurré, pero al pareces sus orejas se pararon.

—¿Falto yo de qué? Y ¿qué pasó aya afuera?

—Muchas cosas, pero Blanco créeme ya tiene pareja para el baile y para mucho más —dije soltando una risita.

—Bueno...

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