Capitulo 9 chocolate

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Estuve hablando mucho con él, cuando ya había atardecido regresé al castillo donde estaba Fer caminando muy nerviosa, mirando a todos lados y me dio curiosidad de ver a dónde se dirigía, la seguí por todo el castillo, pasamos por muchos pasillos muy largos pero me di cuenta que no era la única siguiéndola, también estaba Negro, pero él no me vio, eso fue raro pero seguí, llegamos a un pasillo muy raro con muchos espejos y pasé delante de uno y no me reflejaba, por poco me caía por el susto. Fer dejó de caminar enfrente de un espejo y se metió en él, yo la seguí por supuesto, miré hacia atrás y Negro estaba muy sorprendido pero igual se metió, delante de Fer estaba un pequeño diamante, ella lo movió, haciendo que miles de luces aparecieran.

—Et ego invocabo Lucerna —nada pasó— ¡et ego invocabo Lucerna! —pero tampoco pasó nada, Fer sacó algo de su bolsillo— tengo chocolate —diciendo esas palabras, las luces que se habían creado con el diamante se empezaron a mover, juntándose todas en medio del patio, apareciendo Emily en medio.

—¿Chocolate? Lo quiero —Emily tomó el chocolate.

—Si no traería ese chocolate, no sé qué haría, bueno dime ¿cómo sigue la búsqueda del dragón de Viridi? —en realidad no sabía que estaban buscando a mi dragón.

—Bien, ya lo encontré, pensé que lo habían matado como a los otros, éste es muy grande y poderoso, nunca vi uno igual, pero antes de decirte quién es ¿qué hace aquí esta pantera? —dijo Emily mirando a Negro convertido en animal, él se regresó a su forma original y se acerco a ella.

—¿Quién eres tú y cómo apareciste con las luces?

—Primero, ¿te presto algo de ropa? Me incomoda ver hombres sin ropa, sinceramente nunca vi a alguien así, ¿sabes a quién te pareces? Te pareces a un chico que conocí que tenía una amiga y un amigo tenía un primo que tenía una hermana que esa hermana era  amiga de mi...

—¡Solo dame la ropa! —gritó Negro rascándose la cabeza.

—Esta bien, quédate quieto —susurró Emily, acercándose a él, parecía que le iba a dar un beso, pero solo tocó su pecho.

—¿Qué estás haciendo? —la cola de Negro se empezó a mover de lado a lado.

—Solo deja de moverte, no te pongas nervioso, ¿por qué tu corazón late tan rápido? Sólo te voy a poner ropa y nada más.

—Esta bien, bueno es que normalmente a una chica le daría vergüenza hacer eso.

—A mí no, no me sorprende tocar a un chico, pero...¡quédate quieto! —Emily cerró los ojos y empezó a mover a boca recitando un conjuro, unos segundos después miles de luces aparecieron tocando el cuerpo de Negro, haciendo que éste tuviera un pantalón gris y una camisa, después de eso Emily separó sus manos de él— listo, ahora ¿te puedes ir?

— ¿Qué, cómo hiciste eso? ¿qué eres?

—Bueno, eso no te incumbe.

—¿Quién eres?

—Mira, yo no quiero problemas y tú tampoco, así que date la vuelta, vete y olvida todo, si no tendré que hacerlo por las malas.

—¡No me iré si no me dices quién eres! —dijo Negro sin moverse.

—Bueno, tú lo decidiste —Emily se desvaneció y Fer atacó a Negro, tirándolo al piso, ella se convirtió en una serpiente y mordió el brazo de Negro.

Gritó Negro por el dolor que le causaba la mordida de Fer, yo quise correr a él, pero Emily apareció y con sus luces pequeñas lo levantó, yo las seguí y lo llevaron a su cuarto y se fueron.

Yo me quedé con él toda la noche, esperando a que despertara, pero no lo hizo, poco a poco mis ojos cansados se cerraron, dejándome en un placentero sueño. Sentí como algo se movía, haciendo que me despertara, abrí los ojos y Negro estaba sentado en la esquina de la cama, yo me alegré de ver que estaba bien.

—Negro, despertaste ¿estás bien?

—Mori, quiero que me digas algo —rasque mi nariz, sentí las gotas de sudor que no dejaban de caer por mi frente y le sonreí— ¿cómo llegué aquí?

—¡¿Eehhhh?! ¿No recuerdas... nada?

—No, solo recuerdo que vi a Fer caminado muy nerviosa y alguien más, en un patio que no logro recordar, pero era una chica muy linda, con cabello rizado y corto, como oro, ojos brillantes y grandes y unos labios, rosas y suaves y era tan delgada que parecía una muñeca.

—Tienes novia, sabes.

—Si lo sé, solo recordaba cómo era.

—Si claro.

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