Capítulo 19 amor

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Estaba sentada en la montaña junto a Sota. La luz del atardecer se reflejaba en sus ojos, la noche se acercaba y mi corazón no dejaba de latir, era el día en el que le regresaba la voz a Sota junto con su lengua, él parecía muy emocionado. Cuando la noche cayó, nos miramos un largo tiempo, toqué su hombro y empecé a recitar el hechizo, comencé a moler los ingredientes en un mortero; toqué la extraña mezcla verde, la cual consistía en muchas plantas que me había plantado los días anteriores y unos cuantos ingredientes raros, era muy espesa, con un olor extraño; con una pequeña navaja corte mi dedo, deje caer tres gotas de sangre y lo mezclé.

—Tranquilo, todo saldrá bien —le dije con voz segura, ocultando mi nerviosismo. La mezcla brillaba, la luna y las estrellas se alineaban— es hora —susurré, de mi boca empezaron a salir palabras extrañas, mi sangre empezó a brillar y se traspasó a mi piel, mis ojos tomaron un color brillante, tomé la mezcla con mis dos dedos y con mucho cuidado los metí a la boca de Sota, él solo trataba de tranquilizarse, pero sus esfuerzos no daban resultado, yo empecé a mover mis dedos en su boca, mi cabeza empezó a doler, parecía que iba a explotar y las plantas a mi alrededor empezaron a crecer, tanto que estábamos atrapados en un pequeño bosque. Sota estaba asustado, de mis ojos salía sangre como lágrimas, casi caía inconsciente, pero Sota me tomo en sus brazos, la luna ya no estaba alineada y mi sangre ya no brillaba; creí que había fallado.

—¿E-Estass bienn Morrrtri? — preguntó la voz más suave y grave a la vez, era la voz más hermosa que había escuchado, mi piel se puso de gallina y mis lágrimas comenzaron a salir, obviamente no hablaba tan bien, con tanto tiempo sin hablar era obvio que se le había olvidado de cómo hacerlo.

—Mejor que nunca... —en ese momento solté una risa y pude sentir el ardor de mis ojos por la sangre, el peso de haber usado mis poderes y el surgimiento de un extraño sentimiento en mi corazón, en mi estomago habían cosas raras que se movían, mis mejillas estaban ardiendo y lo peor era que no sabía porque, trate de pararme, pero fallé, ya no tenía fuerzas en mi cuerpo, Sota lo notó, me levanto y me pegó a su pecho, yo solo miraba sus perfectas facciones a la luz de la luna, esa era la cara más bella que había visto, todo el camino lo mire y algunos veces él lo notaba y me sonreía.

Llegamos al castillo, me pareció un camino muy corto, lo más extraño era que cuando íbamos hacia haya se me había hecho el camino más largo, yo quería estar más con Sota, cuando entramos al castillo el me bajo, porque al parecer ya podía caminar, Emily y Kokoro corrieron hacia nosotros.

—¿Cómo está? ¿Cómo está? —preguntó muy emocionada Emily.

—Bbbieeenn.

—Bueno, tienes que practicar más tu habla amigo, pero ya puedes hablar eso es un gran avance, ya podremos hablar y nos tendrás que contar cómo te pasó eso y y pues no sé, estoy muy emocionada —dijo gritando Emily, Kokoro solo sonreía al ver a Sota, se acercó y lo abrazó, yo solo miraba como se abrazaban, pero sentía algo extraño, no quería que la abrazara, me sentía muy extraña como enojada e inferior y ahh porfavor que se dejen de abrazar.

—Bueno me alegro de que ya estés bien Sota —dijo muy feliz Kokoro después de abrazarlo— si quieres yo te puedo ayudar a mejorar tu habla...

—¡No! —grité— lo siento, no quiero quitarte tu tiempo Kokoro, si quieres yo lo hago quiero ver cómo funciona mi magia y ver los cambios de Sota...

—Okay, okay, tranquila sé que es tu primer hechizo así de poderoso, así que no hay problema tu puedes enseñarle —soltó una risa Kokoro, me sonrojé un poco por mi actitud tan extraña.

—Bueno ya que todos están muy bien tomen sus maletas el carruaje sale en 20 minutos —avisó Negro al entrar al cuarto, después me miró y se sorprendió, ¿acaso tenía algo en mi cara?— ¡hey Mori! tienes manchas verdes en todo el cuerpo y en tu cabello tienes una rama, volviste a salirte sola, ven aquí tienes que bañarte lo bueno es que deje un vestido de repuesto, tú nunca aprendes la lección ¿verdad?

—Y nunca lo hará, así es ella —se rió Blanco quien entró junto a Fer.

—Ah, hola Emily ¿cómo estás? Lo siento, no te había visto —dijo muy feliz Negro, todo el cambio de cómo me saludaba a mi y como saludada a Emily, favoritismo— ¿por qué me ves así, ve a bañarte o quieres que te bañe yo?

—Voy... no pues ya cásense o no sé —dije refunfuñando.

Se rió Emily— ¿por qué no? Hola Negro yo si te vi venir.

Se sonrojó Negro por mi comentario y por la respuesta de Emily, era obvio que era broma, ¿por qué los hombres se ilusionan rápido o confundes las cosas? Solo alcancé a escuchar risas y las voces de todos platicar, cerré la puerta y me quité la ropa, la bañera siempre estaba caliente aquí, mi sangre se empezó a quitar y la tierra también, me relaje un poco antes de que tocaran la puerta.

—¿Qué? —grité un poco fastidiada.

—Ya-ya eees hooda —era Sota, rayos ¿por qué le grite?

—Lo-lo siento Sota, ya voy —salí del baño rápido y me sequé, deje la toalla enrollada en mi cabello y me puse el vestido rosa claro, con piedras brillantes y con unos tacones amarillos que no le quedaban para nada, debí saberlo Negro y Blanco nunca supieron escoger bien la ropa de mujer, lo bueno era que el vestido era largo y no se veían, me quité la toalla y me peine rápido, a esa hora no habían sirvientas— estoy lista.

Abrí la puerta y nadie estaba excepto por Blanco, parecía desperado y un poco enojado.

—Te tardaste años, ya está el carruaje afuera, dije 20 minutos no una hora y lo más importante ¿por qué nadie me dijo que Sota podía hablar? —preguntó un poco enojado Blanco— aún que habla muy raro, tiene sentido que no lo haya dicho.

—Pues ya sabes, le daba un poco de pena, pero no le digas nada, él habla bien, ya vámonos.

El carruaje era más grande, creo que mi madre lo envió para que viajará más cómoda, tenía tres asientos para tres personas y una cajuela para maletas y seis caballos, los cuales me saludaron, eran hombres muy buenos. Emily, Negro, Kokoro, estaban de un lado de la carruaje, después estaba Fer y ahí se sentó Blanco y en los asiento de hasta a tras nos sentamos Sota y yo, este era el mejor viaje que había hecho.

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