Maratón 4/4

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Jake
Dormí, desperté, todo igual, ya estaba harto de estar ahí todo los días, me paré y me metí a la regadera, me tallé todo el cuerpo y las orejas, sequé mi cuerpo, me cambié y salí de la habitación, mis sirvientes me siguieron y me dejaron en el comedor, y cuando pensé que este día sería aburrido, escuché la voz que viene de la persona que hace que siga aquí todo los días.

—¡¿Ya te dije que 5sos va a venir el siguiente mes?! A mi reino.

—Yo no escucho 5sos —dijo Mori, entonces yo miré atrás, era Ame, hermosa como siempre, con sus ojos negros, su cabello blanco, era totalmente hermosa y Mori a lado.

—Buenos días, ¿qué haces, hablando de 5sos otra vez? —rayos, nunca puedo decir nada bien, siempre trato de molestarla.

—Pues obvio, ¡¿puedes creer que Mori no los escuche?! —gritó Ame agitando su brazos.

—Oh que raro, creo que nadie los conoce —otra vez, nooo, yo escuché todas sus canciones para tener una tema de conversación con ella, yo soy muy directo, pero con ella me pongo muy nervioso, no sé porqué pero, eso me enoja.

—Tu no conoces a nadie, así que no importa si tú no los conoces, además yo conoceré a Ashton, ese gran león, algún día él se fijará en mí.

—Bueno yo soy un leopardo, y no me alabas así —murmuré molesto.

Después de una larga plática fui con Jace y le dije a Anly que él la quería, él se enojó tanto que me dijo que besaría a Ame, ¡Ame! No pude más y corrí tras de él, cuando llegamos con ella él le explico todo, pero yo me adelanté y le volví a decir que la quería.

—Esto no es una broma, y si lo fuera ¿te haría esto? —dije seriamente acercándome a su cara, la tome lentamente, pasando mis manos sobre sus mejilla, ella ya estaba totalmente roja como una fresa, mi fruta fovarita, pero se veía más tierna, y como si con sus ojos me rogara por un beso, se lo di. Mis labios tocaron los suyos como si fueran de porcelana, y se sentían como de algodón, metí mi lengua lentamente y toque la suya, fue como tocar el cielo por un instante, hasta volver a sacarla lentamente, ella se me quedó mirando, su rostro de una fresa paso a un tomate.

—Oh Dios —murmuró Anly sorprendida.

—Piénsalo, porque no todo el tiempo estaré detrás tuyo —dije dándole una sonrisa, al parecer todos me veían sorprendidos, pero yo estaba tan avergonzado que rápidamente corrí hacia la mesa, me senté en una silla y me cubrí la nuca, para que no vieran lo rojo que estaba, Jace vino y se sentó también.

—Y Jace ¿qué ha pasado entre tú y Anly? —bromeó Ko en tono burlón.

—Lo mismo que tú con todas, nada —dijo Jace enojado, la verdad es que a Ko le gustaban dos chicas, pero Ko todavía no se lo había contado a Jace.

—Uhhh, te la aplicaron Ko —río Alex.

Y la plática siguió y siguió así, ya tan rápido estábamos en invierno, lo noté porque mis orejas temblaban, la mayoría de los príncipes y princesas se fueron a su castillo, yo me quedé porque el mío estaba muy lejos, cada vez que iba a comer algo, Ame me sacaba la vuelta o tan solo me ignoraba, hasta que un día me harté.

Ame iba al patio y vio que yo iba a mi habitación, ella trató de irse por otro lado, pero corrí lo más rápido que pude y la detuve, la pegué contra la pared y la miré fijamente.

—Mírame —le dije a Ame, ella estaba roja, al parecer avergonzada y con voz suave me dijo.

—Por favor, déjame... —yo la miré, pero ella estaba roja, tratando de esconderse entre las telas de su vestido.

—Pero...al menos dime algo, dime que me amas, o que me odias, para ya no acercarme más a ti —susurré con una voz dura.

—No... —murmuró mirándome a mis ojos, ella estaba llorando, no pude más y la solté.

—Lo siento, no te volveré a molestar —me fui dejándola sola. Los dos siguientes días mis sirvientes traían la comida a mi habitación, mi hermano me visitaba, pero estaba tan mal que a veces no comía, al tercer día salí y decidí que podía tener las novias que quisiera y comportarme como quisiera.

Las princesas ya se habían enterado de mi rechazo y estaban dispuestas a ser mis prometidas, bueno no es algo que quisiera ahora, pero ya que.

—Hola Jake —me decía la princesa mariposa, con unas alas gigantes y una piel bronceada, tenía unos ojos grandes y una boca pequeña, pero no pude evitar ver que tenía un buen cuerpo, a lado de ella estaba la princesa conejo que también me saludo.

—Hola, qué raro verte por acá tan solo —dijo la princesa Quetzal, con la que anteriormente pasaba mis noches.

—Pues ya vez, de nuevo solo —dije un poco desilusionado.

—Pero siempre estaré junto a ti, no necesitas esa niña tonta que no sabe distinguir las buenas cosa —dijo dándome un beso, pero no sentía lo mismo, no la trate con la misma delicadeza, ella no se sonrojaba, sus labios eran rasposos, y su piel no era tan suave, no podía dejar de pensar en ella, tanto que cuando menos me di cuenta dije su nombre.

—Am.....e —al parecer el susurro llego a los oídos de ella y me miró seriamente.

—Ven, yo te haré olvidarla —dijo tomando mi mando y guiándome hacia su habitación.

Cuando ya iba a entrar escuché la voz más hermosa y horrible en toda mi vida, era como si fuera una ángel caído, era buena pero mala, ¿qué quería de mi? No sabía que darle, le di mis sentimientos, creo que solo le di eso o ¿tan solo me quería lastimar?

—¡Jake! —gritó Ame corriendo hacia mi, pero al ver a la otra princesa tomando mi mano se detuvo— te quería decir algo...

—Ja, ahora esta zorra quiere venir contigo, mira plana mejor vete a jugar con muñecas a otro lado, que lástima que lo perdiste —dijo ella mirando a Ame como si fuera basura, obviamente no podía permitirlo, pero eso ya no me concernía.

—Vine a hablar con él, no con su mascota, y deja decirte que soy un pavo real, no una zorra —dijo Ame con mucho respeto— sólo quise decirte que me mal entendiste.

—Mira perra...

—¡¿Qué mal entendí?! Me heriste, ¡me rechazaste! —grité enojado.

—¡No!, lo que quería decir era que, te alejaras un poco porque si no me iba a a morir de vergüenza, porque sí, si te amo.

—¡Pero estabas llorando! —dije, ella se me acercó más.

—¡Estaba llorando de felicidad! Tonto —ella trató de alcanzarme, pero era demasiado pequeña para robarme un beso.

—Dile que no, ¡dile que estás conmigo! —dijo la princesa Quetzal, tratando de empujar a Ame, pero yo la detuve.

—No me gustan las zorras, lo siento, me gustan los pavos reales —dije con tanta felicidad que ella salió corriendo y no pude evitar voltear a ver a Ame y pidiéndole permiso con mis ojos de un beso.

—Ya no tienes que pedir permiso —dijo ella abrazándome, yo la tomé de la mano, y como si fuera una muñeca de porcelana, evitando que se rompiera la tomé con la otra mano de la cintura, toqué sus labios y metí mi lengua, ella también hizo lo mismo y nos separamos, para volvernos a vernos.

Después de eso, la hibernación pasó tan rápido junto a ella, que no me di cuenta cuando el invierno acabó y la primavera llegó, los demás empezaron a venir, unos con sonrisa y otros con caras tristes, ya llegaría el día del baile, el último día que estaremos aquí y no podía evitar estar emocionado por ello.

Bueno pues último maratón, espero que les haya gustado y después de esto volveremos a la historia.

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