•Once

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Gian toco el timbre de la casa donde tenía que entregar las flores podridas.
De la puerta apareció un Tomás con ojeras y que al ver a Gian con un ramos de rosas podridas se acercó temeroso.
Pero al leer la nota, miró a Gian con una cara de odio.
—¿Crees que es chistoso?
Y antes de que Gian se diera cuenta, Tomás lo estaba golpeando.
Lo golpeo hasta agotarse y luego volvió a entrar en su casa, dejando a un moribundo Gian en la calle.
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El pobre Gian solo quería entregar unas flores...

El chico de las floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora