•Quince

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—¿Que helado?
Gian había invitado a Fernanda a comer helados para animarla y esta había aceptado, necesitaba distraerse un poco.
—Chocolate.
Gian miraba los profundos ojos cafés de Fernanda, su mirada lo ponía nervioso y eso le preocupaba, hace años que no le preocupaba una chica, desde que...
—¿En que tanto piensas Gian?
El comentario de Fernanda lo bajo de su nube y lo hizo volver al presente.
—En tus ojos.
Fue lo primero que se le ocurrió.
—¿Ah si?— Fernanda lo miraba con un sonrisa.
—Eh si, son lindos, tienen un brillo especial.
—Gracias.
Fernanda recordó todas las veces que había pensado en lo aburrido y normal que eran sus simples ojos cafés comparados con los únicos y extravagantes ojos color esmeralda que tenía Carolina.
Al recordar a su amiga sintió como le llegaban las ganas de llorar, Gian lo noto y antes de que Fernanda pudiera reaccionar, estaba siendo abrazada y protegida por Gian. Se sentía bien, sentía que ese era el lugar al que pertenecía. Pero muchas son las veces que la gente ignora lo que siente.

El chico de las floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora