•Dieciseis

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—Hola Gian.
Fernanda lo miraba desde la puerta de Gian. Este estaba en su mesa de trabajo.
—Hola Fer.
—¿Que haces?
—Trabajo.
—¿Para quien son las flores?
—Para una joven que esta de cumpleaños.
—¿Y quien se las manda?
—Su novio.
—¿Puedo ayudarte? Siempre he querido hacer un arreglo floral.
—Seguro
Gian y Fernanda comenzaron a unir flores y a combinar colores, aveces sus miradas se encontraban y se regalaban una sonrisa. La atmósfera se sentía mágica, era tan sencilla pero a su vez cargada de tantos sentimientos. En un momento quedaron frente a frente, era el momento perfecto.
—Listo —dijo Fernanda con voz débil.
—Quedo hermoso —dijo Gian con la voz ronca— Solo falta la nota.
Fernanda tomo la pequeña nota y recordó las que su novio le solía mandar, se preguntó cuantas veces había estado Gian en esa misma mesa preparando algún arreglo para ella. Los recuerdos la empezaron a invadir, las risas que vivió con Tomás, sus buenos momentos, sus peleas fingidas y sintió como estaba a punto de derrumbarse, pero no quería volver a hacerlo frente a Gian, quería estar sola. Necesitaba estar sola, así que con un casi inaudible adiós se despidió y comenzó a correr para llegar a su casa antes que sus lágrimas se comenzaran a derramar.

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Me alegrarían mucho la vida si se pasaran por alguna de estas historias que acabo de publicar:

-¿Te llevo?

-Sebastian Turner

-Farmacia para corazones rotos.

El chico de las floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora