•Veintiuno

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Tomás entró con una sonrisa triunfal a la florería, buscó a Gian con la mirada y cuando lo localizó se acercó a él para entregarle un fajo de billetes.
—Esta vez te luciste hermano, ten, te lo has ganado. Ve y cómprate algo lindo.
Gian vio salir a Tomás de la tienda y miró el dinero que tenía en su mano derecha. ¿Porque Tomás estaba tan feliz? Luego de unos pocos minutos se dio cuenta, horrorizado, de la razón.
Fernanda todavía no se sentía completamente confiada con Tomás, cada vez que decía que iba a salir pensaba lo peor o si estaba con su teléfono mensajeando a alguien, no podía pensar en otra persona que no fuera Carolina. Pero no se arrepentía de su decisión. Amaba a Tomás, lo amaba desde siempre y lo había extrañado. Necesitaba tener a Tomás para sentirse amada.
Y sobre Gian, bueno, Gian la tenía un poco confundida. Puede que en un momento hubiera existido la posibilidad de enamorarse de ese chico, pero ese momento ya había pasado.
O eso creía.

El chico de las floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora