•Veintiseis

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Gian seguía en shock, ¿Quien era la chica que le había abierto la puerta? ¿Quien era la chica que había recibido las rosas? ¿Quien era la chica que había  sonreído al leer la nota? ¿Quien era la chica que compartía a Tomás con Fernanda?
Ahora Gian se encontraba frente a la puerta de Fernanda, no había ido a entregarle flores desde hace más de un mes. No se sentía preparado. Pero aún así toco el timbre.
Una vez más. Y otra. Pero nadie abría.
Luego de una hora volvió a la florería. Era de noche. Ya estaba cerrada. Y en las escaleras a la entrada de esta estaba acurrucada Fernanda, se veía tan tranquila, tan confiada del mundo.
Cuando Gian se acercó para abrir la puerta de la florería. Fernanda abrió débilmente los ojos.
—Hola— dijo con un tono somnoliento.
—Hola, ¿Quieres entrar?
—Si por favor.
Fernanda, una vez cómoda dentro de la florería, decidió ir al punto y le dijo a Gian que ya lo sabía, que ya sabía que era él quien escribía esas notas.
Gian se atragantó con el vaso de agua que estaba tomando y trato de recomponerse.
—¿Por... Porque dices eso?
—No soy estúpida Gian, la nota que tu me mandaste tenía la misma letra de todas las notas que se suponía que Tomás me mandaba. Incluso la carta cuando me pidió perdón. Yo quiero saber ¿Porque? ¿Porque hacerme creer que Tomás era capaz de decirme todas esas cosas maravillosas cuando en realidad el que me las decía eras tu?
Gian miraba a la ventana fijamente. Se sentía descubierto.
—Porque ese era mi trabajo, yo escribía cosas lindas y él me pagaba. Solo que cuando te conocí me comencé a dar cuenta que las cosas que escribía no eran mentira. Todo lo que decía la nota era verdad. Me estaba comenzando a enamorar de ti y tu ni siquiera te dabas cuenta, ni siquiera me notabas, pero no te culpo, quien se podría fijar en el feo Gian cuando tienes al sexy de Tomás. Pero entonces él te engaño, pensé que era una señal divina o algo que me decía que no me rindiera, que me decía que existía la posibilidad de tenerte, pero antes de poder hacer algo, Tomás volvió y tu te fuiste con él, dejándome destruido. Como una marioneta sin hilos. Entonces la única manera de decirte lo que sentía era por esas notas, pensé que después de un par de notas te darías cuenta que era yo y que yo sentía todo eso por ti, pero no lo hiciste y yo simplemente renuncie.
Fernanda estaba impactada, todas esas hermosas notas habían salido de ese chico y ella ni lo había notado.
—¿Eso quiere decir que ya no te gusto?
Era una pregunta tan superficial, pero Fernanda necesitaba escuchar la respuesta.
—Claro que me gustas, pero de que sirve si tu le perteneces a Tomás. Y yo no soy competencia para Tomás.
—Gian, ¿Porque no me dijiste todo esto antes?
—Por miedo.
Fernanda tenía mucho que procesar. Necesitaba tiempo.
Se despidió de Gian y volvió a su casa.
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SE SUPO SE SUPO
Que les pareció?
Hice un capitulo gigaaaaante, espero que les gustara.

El chico de las floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora