Cap 16

440 57 6
                                    

Me revolví en el sueño, sintiendo cómo poco a poco la consciencia comenzaba a tirar de mí de vuelta al mundo de los vivos. Solté un suspiro, la respiración que llevaba todo el día reteniendo. Por lo general, cuando dormía el reflejo de respirar desparecía, por lo que mi sistema respiratorio se detenía todo el tiempo que tomaba despertarme. La verdad, los vampiros sólo respirábamos para sentir los olores, el sentido del olfato era muy importante; y para poder hablar.

Acababa de anochecer. Lo sentía en cada parte de mí ser. Esa era una buena cosa de los vampiros. Éramos capaces de sentir cuándo amanecía, cuándo estaba cerca de amanecer, cuándo anochecía y cuándo estaba cerca de anochecer.

Mi estómago rugió y sentí la ya acostumbrada punzada de dolor que indicaba que la sed estaba por venir en toda su fuerza... Y no faltaba mucho para que me estuviera retorciendo de dolor. En unas horas, mi raciocinio iba a desaparecer y me iba a convertir en una especie de animal salvaje, atacando a todo lo que se me ponía delante.

Por lo general, todos los vampiros acababan resignándose a alimentarse en una base diaria de sangre (a no ser que fueran más antiguos, los cuales podía resistir más tiempo sin sangre), para no perder por completo su humanidad y convertirse en los monstruos que las películas de terror retrataban... sobre todo por el hecho que no era seguro que un vampiro volviera a recuperar la capacidad de razonar una vez traspasaba ese límite. Había muchos casos, casi la mitad de las veces, en las que ellos llegaban a ese extremo y, cuando cruzaban la línea, nunca regresaban. Enloquecían completamente y el Consejo se veía obligado a darles caza y exterminarlos.

Considerando eso, estaba seguro que Katherine no iba a dejar que me muriera de hambre. Ella me quería sumiso y dócil, pero no salvaje. No le convenía. Eso significaba que tendría que matarme...

Lo que no quería decir que ella fuera a aparecerse por el lugar en algún momento cercano, y el dolor en mi estómago y garganta estaba aumentando a pasos agigantados. El haber luchado para que toda esa habitación llena de vampiros no notara la presencia de Ethan, encerrando a mi neófito en mi cabeza para que no pudiera escapar y tener que curarme de todas las heridas que me había causado Katherine con sus latigazos que habían llegado a romper la piel varias veces...

Solté un gemido lastimero y me impulsé a una posición sentada. Iba a tener que aguantar un tiempo de dolor, pero eso no quería decir que los dejaría encontrarme en posición fetal, llorando como un bebé.

Levanté mis manos aún atadas y me las pasé por el pelo y la cara, intentando revigorizarme. No funcionó demasiado bien. Tiré del collar alrededor de mi cuello, frustrado por lo restriñido que me sentía, atrapado sin remedio, casi claustrofóbico. De hecho, de verdad agradecía no sufrir de esa fobia, o habría estado en tal estado de desesperación que, posiblemente, habría accedido a cualquier cosa que esa zorra me hubiera pedido.

Suspiré otra vez y apoyé mi cabeza en la pared, intentando por todos los medios ignorar el ardor en mi estómago, obteniendo algo de éxito en mi empresa. Apoyé mis manos en mis piernas y miré el techo, desenfocando rápidamente para comenzar a conjurar cada detalle de la cara de Ethan frente a mí, casi como si se hubiera aparecido de la nada en la celda para hacerme compañía o para liberarme.

La puerta de la celda se abre de pronto y, por allí, aparece Brian, otro de los esclavos de sangre que los del Aquelarre disponían. Por lo general esos humanos habían quedado tan endeudados con los vampiros, que lo único que tenían para pagarles era con su propia sangre y su libertad. Porque no era ser un donador de sangre así nada más. Tenías que vivir en la casa siendo, básicamente, un esclavo de los vampiros.

En otras palabras, en palabras simples: un esclavo de sangre.

-Katherine ha ordenado que os alimente Alistair- dice Brian quitándose la camisa rápidamente. Él miraba el piso fijamente y me tendió la mano. Yo suspiré y dejé que él me pusiera de pie. Brian tiró de mí y enganchó mis manos en el techo.

Maldición de Sangre (Maldiciones de Bosque Azul 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora