Cap 6

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Estaba realmente irritado. Mi pareja decía no ser gay y había huido de mí como si tuviera la peste. El muy cabrón. ¿Tanto le costaba admitirse a sí mismo que yo le atraía? Más que eso, que me deseaba. Porque seguro como el infierno que mi pareja me deseaba. Lo había olido perfectamente.

Ahora, no es sólo que él se hubiera alejado. El chico estuvo tenso todo el tiempo que estuvo en el bar y, en cuanto cinco de sus compañeros se marcharon, el instó a los otros dos a irse y salió como un demonio del local.

-Joder, ¿qué le hiciste al pobre chico? Parecía que hubiera visto al mismísimo fantasma de Canterville- comenta Silvia cuando ve a mi pareja huir del lugar como si no hubiera un mañana. Yo sólo la miré con ira y me di media vuelta, mientras sentía que mis ojos ardían y cambiaban a rojo.

¡Maldición! Tenía que tranquilizarme. Estaba en mi maldito trabajo.

Tomé unas cuantas respiraciones profundas y me giré para seguir atendiendo a la gente. Podía sentir la mirada de Derek en mí cada vez que pasaba frente al mostrador, al igual que la de Erik; pero no estaba de humor para sus encaprichamientos conmigo en esos momentos. Estaba más preocupado acerca de cómo castigar a mi pareja por desconocerme cuando era claro que me deseaba.

¡Malditos armarios!

Bien. Tenía que calmarme hasta que pudiera sacar a mi pareja a tirones y así él me aceptara. Porque seguro como el infierno que yo no iba a renunciar a estar con alguien que me hacía reaccionar tan malditamente fuerte como lo hacía él.

Ya lo había decidido. Él sería mi pareja.

Me estremecí involuntariamente al darme cuenta que en mis pensamientos estaba sonando igual que Katherine. Hice una mueca de horror y le pedí a Silvia que me cubriera por unos minutos porque iba al baño. Joder. Estaba obsesionándome con el chico, y él ni siquiera sabía acerca de las parejas.

Vale. Iba a acosarlo como el infierno, a seguirlo, a empujarlo fuera del closet y todo. Pero no iba a obligarlo. Si él me rechazaba, no lo iba a chantajear para que estuviera a mi lado ni nada. Sólo tenía que hacer un maldito buen trabajo convenciéndolo para que me aceptara en su vida. Sí, eso sonaba mucho mejor.

Ya más aliviado porque había resuelto el horrible problema de parecerme a Katherine, me dispuse a salir del baño. Derek entró en el lugar antes que yo pudiera llegar a la puerta.

-¿Qué hay?- le pregunto distraídamente, avanzando hacia la salida. Derek me coge del brazo.

-¿Vamos a poder salir juntos alguna vez, o quedaste demasiado prendado de ese niñato de ojos verdes que acosabas en el mostrador?- me pregunta el chico de malos modos. Yo sentí rabia ante el todo y ante el desprecio que su voz destilaba cuando se refirió a mi pareja.

-¿Por qué? ¿Mancilla tu ego masculino que uno de los chicos que te interesan esté tras otro?- me burlo tirando mi brazo y cruzándolo con el otro en mi pecho. Bueno, había que decirlo. Derek era un pedazo gigante de cabrón. Era incluso más alto que el hermano de mi pareja, más musculoso, y parecía más malo también.

-Ni siquiera me has dado una oportunidad- dice el chico sin alterarse, sólo pareciendo irritado porque yo lo hubiera descartado.

-Mira, lo siento, pero no va a poder ser- digo tranquilamente. No quería que él se exaltara y tener que hacerle daño.

-¿Es por el niñato ese, verdad?

-No le digas niñato- digo con voz amenazadora.- Y sí. Para serte sincero, habrías tenido tu oportunidad si no hubiera conocido al chico. Sentí la conexión instantánea, y no quiero ir en contra de ella. Lo lamento.

Maldición de Sangre (Maldiciones de Bosque Azul 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora