6. EL HOMBRE DETRÁS DEL DEMONIO

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AQUELLO QUE NO DEBO HACER
BORRADOR CAPITULO 6
EL HOMBRE DETRÁS DEL DEMONIO

Seguía vivo mientras era arrojado cuan bolsa de basura dentro de una amplia, imponente y elegante habitación, las cuerdas que ataban mis manos eran cortadas por fin, y me despojaron del par de tennis y las medias. En ese momento entendí que estábamos en una casa de gran tamaño en vez de una bodega abandonada como había imaginado antes.

Intenté levantarme pero el calambre en todo el abdomen me detuvo. Como siempre, no medí mis palabras y allí estaba de nuevo, solo, desamparado, temblando como la liebre que van a degollar o quizás sólo se trataba del dolor punzante que estaba sintiendo en no sé cuántas partes magulladas de mi cuerpo. Comencé a sollozar vivamente.

-Así no vamos a poder -susurró Iván agachándose hasta estar a mi altura y tomándome por debajo de los brazos alzando mi cuerpo hasta la cama de dos plazas bellamente labrada en madera tallada con apliques de hierro forjado; y obviamente yo lancé un grito de dolor; pareciera ser que entre más tiempo pasaba más vívido sentía el dolor en todo el abdomen. Me sentía tan débil y maleable en medio del constante dolor. Él abrió una puerta-... ¡Un botiquín! ¡Ahora! -gritó fuerte desde la rendija, la cerró y encendió las luces desde un interruptor cercano. Desde el balcón al frente pude constatar que era de noche y un viento helado entraba a la recámara pero al parecer sólo a mí me afectaba pues el hombre alto parecía cómodo con la temperatura.

Un par de minutos después ingresó una chica de unos veinte años, muy delgada con un jean ceñido y una camisa amplia violeta oscuro sin forma o motivo, el cabello negro al hombro, iris color miel, y la piel muy blanca, sosteniendo un neceser grande transparente -¿Pero qué rayos le hiciste a este muchacho? -le preguntó a Iván mientras me observaba con ojos abiertos.

-No me mires a mí -habló aquel, tal vez mi aspecto visto en un lugar iluminado resultaba preocupante-. Al parecer Ronald se sobrepasó un poco - acotó en tono ausente pero carente de burla e incluso con inclinación empática.

-Sólo un poco -mascullé muy bajo con los dientes apretados tratando de contener la ira y observándole con odio presintiendo que no le importaba ni un poco mi estado con tal que tuviese un hueco estrecho y caliente para hundir su pene bien adentro.

-¿Se lo dejaste a <<Recados>>? ¿Pero qué estabas pensando? -reprendió la chica.

-Mejor apúrate Natalia -prorrumpió en voz baja pero con su tono ronco se sintió como una orden, y la mujer colocó el neceser a un lado de la cama abriéndolo y poniéndose unos guantes de látex. Con unas tijeras destrozó mi camisa y empezó a revisarme el cuerpo de forma mecánica ignorando mi expresión de vergüenza, desinfectó todos los rasguños del pecho y abdomen y untó alguna pomada para disminuir el dolor en todas las zonas golpeadas, constató sin cuidado que no tuviese algo roto, y volteó mi cuerpo para revisarme la espalda...

-Hey Iván: tienes que ver esto -llamó al otro que estaba asomado por el balcón con el ventanal abierto.

-¡Qué! -pregunté alarmado. Iván también había acudido con un gesto de alerta en el rostro.

Ella sonrió cuando él estuvo en su campo de visión -Mira este angelito con las sorpresas que nos sale -acotó rosando un costado de la espalda, estaba haciendo referencia a mi tatuaje y yo que pensé que tenía un golpe preocupante-. Vaya ¿es eso sangre? - preguntó tocando mi nuca.

-¡Ah! -volví a interrogar alarmado por mi condición.

-¿Le pegaron en la nuca? -la joven se dirigió a Iván ignorándome de nuevo.
-Supongo, no estoy seguro -respondió como ausente.

-Pues lo hicieron en muy mal lado, se les pasa la mano y lo dejan llevado de por vida, bueno al menos puedo coser sin que se note mucho el hueco -. Pásame una cuchilla de afeitar nueva, ¿tienes?

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