16. TODO LO QUE SUBE...

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AQUELLO QUE NO DEBO HACER
BORRADOR CAPITULO 16
TODO LO QUE SUBE...

Ha estado lloviendo: escucho la lluvia, veo caer la lluvia y quedo atrapado en esta fría habitación con el aire acondicionado a toda marcha... mencioné que odio la lluvia; es francamente aburrido.

Cómo lo deseó por tanto tiempo y tanto planeó, Iván consiguió encerrarme; sólo pude durar cinco días en la universidad, realizar mis parciales (lo único presencial a lo que se me permitió asistir). En lo posible no dormí en casa. Para cada lugar que fuese estaba acompañado por dos personas visibles, ni idea de cual excusa se tramaron y plantaron en casa para dejarme salir a un supuesto congreso de mi pregrado por tres semanas. He sentido la mirada de decepción de Lucía en los últimos días (en verdad en los últimos meses, yo le oculto todo lo importante y ella lo presiente con su instinto de madre, supongo que para ser hijo también se requiere práctica y de eso yo no sé), para Sasha soy como la puerta de una habitación (mucho más cerrada que abierta, ocupo un lugar en la casa, no me comunico, de vez en cuando rechino un poco como cualquier trasto ajado, él se molesta, amenaza veladamente con retirarme del marco y cambiarme, vuelvo a callar), y mi conejo: pues ya no es un conejo, es una adolescente hermosa que ha aprendido con mi ejemplo a mantener los asuntos sustanciales de la vida en secreto, se está volviendo enfermizamente silenciosa, se reconstruye sin mí.

Yo no hago falta.

Al menos, incluso para un <<criminal>> como mi amante, sacar a un menor del país sin el consentimiento de sus padres es bastante complicado, en consecuencia, sólo pudo arrastrarme hasta el punto más alejado del mapa que perteneciese a territorio colombiano.

-¿Ya te bañaste? ¿Qué haces despierto tan temprano? -Preguntó la voz pastosa de Iván, más somnoliento que atento, fregó sus ojos con fruición y observó el reloj de la cómoda más cercana-. ¡Por un demonio! Vuelve acá, es muy temprano -Se giró boca abajo y farfulló cubriendo la cabeza con una almohada a pesar de la oscuridad.

-Ya me bañé, estaba demasiado pegajoso después de lo de anoche, además estoy harto de esta maldita habitación, quiero salir a ver el amanecer ahora que por fin ha dejado de llover -Volví a correr la cortina del ventanal y me dirigí a la salida.

-Jhontana -amenazó.

Abrí la puerta desafiante y hablé desde el quicio -He estado encerrado por cuatro días en este cuarto, estoy harto, y todo el maldito tiempo llueve, además no es como si pudiera escapar de Providencia cuando tú tienes mis papeles y yo no tengo ni una moneda de cien pesos en los bolsillos, ¿o acaso me vez nadando hasta Nicaragua?

-Jhonatan -esta vez lo intentó en tono conciliador.

-Iván ponte en mi lugar: imagina siendo yo y teniendo mi edad. ¡No he vivido nada! Recién estoy comenzando a comprender quien soy y estoy atrapado en esta relación contigo, se me va a ir mi juventud sin hacer la mitad de cosas que quisiera y sin poder conseguir amigos. Estoy atrapado en lo que me digas que hacer, en donde me pongas o mejor dicho en donde me encierres, estoy aquí rodeado de extraños, voy a tener que aplazar el siguiente semestre de la universidad, no puedo estar con mi familia, no recuerdo la última vez que hablé con Andrés, me tienes vigilado el celular, y me mandaste a una isla que ni siquiera he podido recorrer.

-Puedo acompañarte... ver el amanecer contigo, ¿caminar? -se sentó en la cama desnudo y alzó la cabeza para mirarme con los ojos compungidos y un rictus de dolor imposible de disimular.

-No debí expresarme así, sonó mal -aferré con fuerza el marco para no correr en su dirección y seguir otros cuatro días pegado a su cuerpo desnudo-, no pretendía sonar cruel; sólo: necesito aire, tanto encierro, tanto Iván... no es bueno para mí.

AQUELLO QUE NO DEBO HACERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora