AQUELLO QUE NO DEBO HACER
BORRADOR CAPITULO 8
SOMBRAS ENTRE LOS DOS-¿Estás molesto? -me miró algo acongojado y luego regresó su vista a la carta del restaurante en el que estábamos, en todo un segundo piso reservado, con el eco apenas audible, como lejano, de la música ambiental y las conversaciones de las personas del piso inmediatamente anterior, en uno de los últimos niveles de un lujoso hotel.
-¿Qué si estoy molesto? ¡Qué si estoy molesto! Pero es que no te alcanzas a imaginar cuanto Iván, no tienes idea -prorrumpí alzando el tono de voz mientras observaba el panorama de Medellín atardeciendo desde los ventanales -¿Y qué es esto? -Mascullé descartando el menú del restaurante, tirándolo en su dirección-. ¿Pensás impresionarme con esto? -Estaba hablando con pura rabia, el lugar era hermoso, con la ostentosidad elegante de los años cincuenta y algunos muebles de madera con carácter de diferentes épocas, me fascinaban las grandes butacas pesadas y excesivamente acolchadas en las que nos hallábamos sentados, los colores dorados, ocres y perla, los manteles de seda y las servilletas en tela suave, la vista de la ciudad y las múltiples montañas al fondo, resultaba francamente encantador-. ¿Por quién me tomás? ¿Acaso crees que soy una de esas pendejas de La Sierra que estaría babeándose por unas cuantas muestras de derroche, dispuesta a todo lo que se te antoje?... Teneme más respeto -oculté el rostro entre las manos casi sintiéndome llorar por el enervamiento y tratando de aplacar mi respiración.
-Sí que estás molesto -comentó con voz cautelosa y conciliadora. Yo seguí intentando disminuir el ritmo de mis respiraciones y utilicé la servilleta de tela para limpiarme el rostro, tomando agua de una copa.
-En este preciso momento no quiero nada que venga de ti -musité y suspirando sonoramente le encaré, el pobre hombre sacó un cigarrillo de una cajetilla pequeña en el bolsillo interno de la chaqueta del traje negro y el mozo de turno se apresuró a encendérselo sin apenas emitir sonido, alejándose a una distancia prudente, cómo si temiera que de un momento a otro yo empezaría a tirar los cubiertos, las copas de vidrio y el jarrón con hortensias azules y blancas; yo hice un gesto de negación aguantándome las ganas que tenía de empezar a hacer precisamente lo mismo-. ¿Qué acaso no me ibas a dar el tiempo para yo decidirme, la oportunidad de negarme a toda esta mierda? O es qué se te pasó por la cabeza la estúpida idea de que me estás ofreciendo mucho... Mírame -le espeté cuando volvió a esquivarme-. Sólo una vez, solamente esa vez acepté ser su reemplazo; una vez y ha sido una de las cosas más humillantes que he hecho ¡Yo no soy Sasha! ¡Yo soy yo y si no te vale con eso pues ándate a la puta mierda y entendé que yo soy yo!...
-¡Ya lo sé! No sé de donde estás sacando esa maldita idea -me interrumpió comenzando también a enervarse.
Hacía sólo unos cuantos minutos me había enterado que el lugar le pertenecía, no sólo el restaurante, el maldito hotel por completo; y él, quién buscando hacerme una extravagante atención había pedido mi tarjeta de identidad para sacarle copia a los datos y que estos quedaran en la recepción del hotel de modo que cuando se me viniera en gana hiciese uso de cualquier servicio sin que tuviera que hacer ningún tipo de pago, pero definitivamente yo no había reaccionado según lo programado. La ira que estaba embebiendo mi cuerpo se alimentaba de las múltiples posibilidades que imaginaba para que aquel me negara la opción de hacer yo lo que deseara como él mismo me lo había tan vanamente jurado.
Pensarme como un reemplazo de Sasha para ese otro que tanto lo hubo amado y jamás pudo tener sus sentimientos por completo. Rabiar sabiendo que nada éramos y aun así se atrevía a recriminarme mi relación con Andrés y hacerlo con ese tono de amenaza velada. Completar de cagarla imaginándose que yo era una puta prepago interesada.
-Vos a él le cumplís cualquier puta promesa por más estúpida que sea pero a mí, por mí no das es nada. Tú me lo juraste... que me ibas a dejar en paz ¡No es justo Iván!
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AQUELLO QUE NO DEBO HACER
General FictionHISTORIA COMPLETA. Jonathan es un adolescente pasional, viviendo sus emociones al máximo: en sus palabras, en sus pensamientos, en sus sensaciones, y en sus acciones. Ha amado, ha sido herido, y le han abandonado. Siempre busca el amor, y se pierde...