4. IMPRUDENTE

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AQUELLO QUE NO DEBO HACER
BORRADOR CAPITULO 4
IMPRUDENTE

Mi oportuno progenitor apuró cualquier clase de trámite civil cuyo resultado fijase bases suficientes para alejar de sí (lo más posible) mi despreciable enamoramiento.

Sin ánimo para afrontar mi existencia me dejé arrastrar al retrato de <<familia feliz>> que junto a Clara, Alba Lucía y el mismo Sasha (de entre todos, el más persistente) se estaba estableciendo de modo irrefrenable. Oponer resistencia a la ansiada meta de aquel hombre supondría una amenaza directa a mi estilo de vida, yo seguía siendo un caprichoso adolescente acostumbrado recibirlo todo a pedir de boca y en bandeja de plata, hasta para mí era obvio cuan mimado y dependiente había sido criado y que tan insoportable me resultaría una vida privada de mis amados privilegios.

Consecuentemente, para principios de octubre los mencionados estábamos conviviendo en un mismo domicilio bastante lejos del antiguo hogar al que tanto estaba apegado. Enajenado por la nostalgia, el primero de noviembre hice la última de mis incursiones en solitario a mi antigua vivienda.

Después de terminar algunas clases a medio día Andrés me marcó para encontrarnos en su apartamento, yo no tenía nada lo suficiente importante para requerir mi presencia en el campus y por ello había asistido en la mañana por tercera vez a una tienda de tatuajes cuyo dueño era muy buen artista y muy interesado por el pago oportuno y no por hacer preguntas insidiosas; ese día por fin estaba terminando los últimos sombreados de mi nueva marca corporal, yo estaba muy feliz con el resultado pero a Andrés la idea pareció escandalizarle, especialmente cuando le confirmé que ya era un hecho.

-¡No se te pasó por la cabeza pensarlo un poco mejor! -comenzó con su perorata mientras yo masticaba uno de los sándwiches que él había traído para almorzar y robando un poco de su cerveza para pasar el bocado ignorando mi limonada (esa también era otra perorata de <<estás bebiendo demasiado>>).

>>¡Ah! -Botó aire con fuerza -¿Qué rayos está pasando contigo? -su mirada consternada me hacía sentir incómodo y pretendí hacerme le desentendido-; ya ni siquiera te importa si hay o no clases, te estas dejando colgar en materias, tú no eres así.

-Por favor Andrés ¿no crees que estás exagerando? -barbullé mientras me limpiaba la boca con una servilleta y volvía a robarle otro trago de cerveza-; de las ocho materias que tengo igual pensaba cancelar las dos que estaba adelantando porque me cansé de ser el awebado que nuca saca la cara de un libro y sólo estoy faltando a <<los rellenos>>.

-¿A <<los rellenos>>? Discúlpame por preparar una cátedra para que tú creas que te sirve de puta mierda -respondió mordaz arrebatándome la botella, incorporándose y alejándose unos pasos para ver por la ventana, acabándose la cerveza en un trago largo.

>>Mira no quiero ser un aguafiestas... sabes que me gustas y mucho pero últimamente estás tan -suspiró sonoramente-... errático.

>>Te vas a joder si seguís así, eres muy joven ¡mierda! Eres un niñ.

-¡No te atrevas! a llamarme... ¡a llamarme... eso! -le interrumpí-. Encima: ¿me estás dando un sermón paternal? ¡Que maricada! No me jodas con eso -Me levanté dando zancadas hasta él y le volteé en mi dirección.

>>¿Te parece que con todo lo que estamos haciendo los dos aquí estás calificado para darme un discurso moralista? Somos dos, los dos la estamos cagando aquí y feo, pero sinceramente en este momento no estoy como para llevar decentemente mi vida, estoy muy jodido y no creo que puedas entenderlo -proseguí sujetando sus hombros.

-Déjame ayud- lo tomé por la nuca y le besé con fuerza.

-Si quieres ayudarme -comencé luego de tomar aire-... entonces: cógeme, hagámoslo; a mí lo de hablar me parece una putada inútil.

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