—ChanShik —la mano de JungHwan pasaba frente al rostro del menor en un intento de obtener su atención —. Reacciona.
ChanShik parpadeó con constancia, había vuelto en si después de unos momentos claramente de distracción. Miró a los tres chicos frente a él. Esperaban ansiosos por una respuesta.
—Ah, no, no pasó nada —respondí el alto joven.
—¿Nada? ¿Seguro? —inquirió el moreno, nada convencido por la respuesta del menor.
—Lo encontré en la azotea. Hablamos de sexo y después se fue.
—Lo normal —añadió DongWoo encogiendose de hombros dejando que un pesado suspiro diese por terminada su paciencia —. Tenemos que empezar ahora. Flojos compañeros míos, arriba, no pueden estar sentados en esa banca por el resto de sus laboriosas vidas.
Con seguidos asentimientos y balbuceos que mascullaban desacuerdo ante la interrupción a su cómodo momento sentados, cada uno tomó un pequeño cartel, a excepción de SunWoo, quien tomó una caja de plástico situada junto a la banca, ahí se contenían las muestras que darían la tarde de hoy.
—Necesito que alguien me ayude con la otra —dijo SunWoo, refiriéndose a la caja restante que aún yacía sobre el suelo —. ChanShik, ¿Podrías hacerlo tú?
ChanShik asintió. Antes de poder intercambiar el llamativo letrero por la caja con muestras, a unos cuantos metros (y acercándose) logró ver la llamativa cabellera de aquélla persona por la que habían esperado poco más de media hora.
Se le veía cansado, con el ceño fruncido, un poco mal trecho pero aún conservaba su atractiva presencia.—Alguien sigue en la cruda —comentó SunWoo al instante en que JinYoung se posó a un lado suyo —. ¿Dónde estabas? Nos preocupamos por ti. Dijiste que ibas al baño y ya pasaron dieciséis horas desde entonces.
—Lo lamento. Ayer no me sentía del todo bien —respondió el cocinero restregandose la palma de la mano contra la sien. Sentía que la cabeza le iba a estallar en cualquier momento —. Desperté hace un par de horas, apenas me dio tiempo de darme una ducha rápida y venir —añadió con sus pequeños ojos más cerrados de lo normal.
—¡JinYoung! —con brusquedad el mayor de los cinco sujetó la muñeca del delgado chico de cabellera morada forzandole a que girara su cuerpo hacia él —. ¿Dónde rayos te habías metido? ¡Tan siquiera hubieras avisado que no volverias!
El cocinero trató de zafarse del agarre de DongWoo, pero sus resultados eran nulos. El mayor contaba con un fuerza que superaba a la de JinYoung. Los gritos no le ayudaban en nada con respecto a su dolor de cabeza.
—¡Hey! Tranquilo —ante tales palabras su muñeca fue liberada, aún sentía un poco de la presión que se había ejercido sobre aquella zona —. Ya estoy aquí —su voz se oía un tanto forzada. La condiciones en las que se encontraba no eran aptas para realizar dicha actividad.
—Hyung... —musitó JungHwan con una voz más dulce de lo normal —. ¿Te sientes bien?
JinYoung asintió. Los meseros no quedaron convencidos en lo absoluto.
Necesitaban la ayuda, era obvio y todos sabían eso, pero no le obligarían a nada si la resaca continuaba molestando al cocinero.—¿No me creen? Vamos, no me siento tan mal.
Miradas fulminantes provenían del semblante de SunWoo y DongWoo. No le tenía miedo a esas miradas, ni siquiera lograban hacerle sentir incómodo, se había acostumbrado a ellas. En cambio, las de ChanShik y JungHwan eran más suaves, aún así podía detectarse la desconfianza.
—Hagamos esto: ayudas un rato, si llegas a sentirte peor o tu estado no mejora te iras directo a descansar —propuso DongWoo mientras le entregaba la caja restante con las muestras de postres. JinYoung estuvo de acuerdo, los demás no fueron una excepción —. Te quedarás aquí con ChanShik. Nosotros nos iremos al otro extremo de este concurrido y bien cuidado parque. ChanShik, si JinYoung se va nos buscas.