JinYoung suspiró. Su reflejo en el espejo representaba la inconformidad que sentía acerca de la idea que constantemente le estuvo fastidiando toda la mañana y tarde. Acomodaba las mangas de su camisa blanca. Eran las siete de la noche, la cocina se había cerrado. Cambiaría sus utensilios de cocina por una charola. Lo había prometido y cumpliría con su palabra. Después de lo que ChanShik hizo por él, quería devolverle el favor.
—JinYoung, sal de ahí ya. No puedes dejar esperando a esas bellas señoritas que tanto preguntan por ti. Eso es una falta de respeto hacia nuestras clientas.
DongWoo golpeaba la puerta del baño. JinYoung había estado dentro de ese pequeño cuarto durante casi quince minutos. Dentro de su mente repetía una y otra vez las mismas palabras "Vamos, no eres tan mal mesero, lo haz hecho antes".
Suspiró de una forma pesada antes de abrir la puerta, no se inmutó siquiera en mirar a DongWoo. Si algo le distraída perdería todo valor que había adquirido en los últimos y escasos minutos.
En el comedor una grata sorpresa le recibió; mesas llenas de chicas que esperaban ser atendidas, algunas comiendo postres, otras simplemente charlando. Nunca visitaba el comedor en horario de trabajo, pero sabía que era imposible que estuviese así de lleno. Más sorprendente es que la idea de ChanShik haya funcionado.
Sentía nostalgia. Los días cuando el lugar recién cumplía sus primeros meses llegaban a su mente como una corta película.—JinYoung.
Su momentánea escapada hacia el pasado fue interrumpida por la voz del mesero más joven. Sonrió de una manera instantánea e inevitable al ver cómo ChanShik se acercaba hacia él.
—¿Ves a esas dos chicas de al fondo? —señaló ChanShik la última mesa del fondo a la derecha.
MinSeon y Miyu miraban un menú de postres que el joven mesero les había entregado. Aún no se habían percatado de la presencia de JinYoung.
—Son las chicas que tienes que atender. Ellas trajeron a todas las demás esta noche.
—¿Todas? —preguntó sorprendido.
—Sí —asintió —. Parecen ser más sociables de lo que imaginé. Cuando decían que traerían a sus amigas no me imaginé que fuesen tantas.
—Cosas que sólo las mujeres pueden lograr —comentó el chico de cabellera morada entre leves risas.
DongWoo entró al comedor. La imagen de los dos meseros charlando no le pareció del todo agradable. No dudo en interrumpir tal acto de compañerismo, no era momento para socializar entre empleados.
—¡Hey! Esas mesas no se atenderán solas, par de comadres.
El más joven inmediatamente retomó sus labores.
JinYoung dudó antes de encaminarse a la mesa que se le había asignado. Enfilaba con lentitud hacia la mesa, sabía que de lejos ChanShik lo observaba. Sería mejor sonreír y dejar de lado su incomodidad.
De manera constante las miradas de las jóvenes al rededor se fijaban sobre él. Quienes eran clientes frecuentes se preguntaban si ese delgado chico acaso era un nuevo empleado, otras su atención era llamada por el inusual color en su cabello o por la apariencia atractiva que poesía.—Muy buenas tardes, yo seré su mesero el día de hoy —dijo un tanto nervioso. Carraspeó y se acomodó el cuello de la camisa.
Ambas chicas bajaron el menú de postres y elevaran la mirada esperanzadas de que el siguiente rostro que vieran fuese el de esa por la que tanto habían esperado.
—Me llamo Jin.
Los ojos de MinSeon y Miyu brillaban, sus labios se abrieron lentamente inhalando de una manera profunda. Reconocían esos labios delgados, esos ojos pequeños, esa nariz perfilada. Era él, era el chico que pensaban nunca volverían a ver.
Anonadadas vacilaban cosas sin sentido. Era más guapo de lo que recordaban.
Sin llegar a ser muy ruidosas, gritos de alegría surgieron de entre sus labios, como si hubiesen recibido la mejor noticia que de sus vidas, aunque por el momento eso parecía ser.
JinYoung se encontraba sonrojado. Creía imposible que un simple chico que se dedicaba a estar todo el día en la cocina causara tales reacciones en dos jóvenes irreconocibles para él.
"Oppa Jin, es tan lindo", algo extrañas para ser las primeras palabras que escuchaba en sus primeros momentos de servicio.ChanShik cargaba con una par de vasos llenos de jugo de zanahoria. Franqueando las mesas sin cuidado, algunas en ocasiones su completa atención era dirigida hacia JinYoung. Era tal y cómo su mente lo había proyectado en ocasiones anteriores. No sólo Miyu y MinSeon estaban encantados con la presencia del cocinero, toda chica que le miraba quedaba atrapado por su belleza y su amabilidad. Su esbelta figura pasaba sin problema de un lugar a otro, acompañado siempre por un sonrisa que dejaba al descubierto ciertos pliegues que se formaban a los costados de sus labios.
"Al menos luce estable ", pensó ChanShik.
Dieron las ocho de la noche. El lugar había pasado de estar concurrido a tener una clientela aceptable. Se escuchaban comentarios acerca de lo lindos que eran los chicos que se habían visto el día anterior por las calles promocionando dicha cafetería y que por ellos acudieron a conocerle. Era música para los oídos de DongWoo, su plan también marchaba bien.
Una cabellera anaranjada se hizo presente detrás de la barra. Margaret se posó a un lado de SunWoo mientras esté servía un par de rebanas de pastel de chocolate sobre unos bellos platos totalmente blancos y brillantes.—¿Cómo va todo? —preguntó la mayor al chico de la barra.
—Todo bien. ChanShik ha mejorado y JinYoung aún no colapsa, parece como si nunca hubiera abandonado su puesto de mesero.
—Te lo digo, ese chico es encantador. No sólo cocina fenomenal, también es bueno atendiendo a los clientes. Mi primito tiene un… Encanto natural.
—Es un desperdicio de chico con tantas chicas a su alrededor.
—¿Quién es un desperdicio de chico? —preguntó de pronto el más joven de los meseros. En su mano sostenía comanda con el pedido de dos frappes.
—Nadie —respondió SunWoo, tomando enseguida aquélla comanda con la intención de realizar su trabajo.
Margaret desvió su mirada evitando cruzarse con la de ChanShik, como si no supiera nada. Ideaba una manera de poder cambiar el tema pues ese chico era muy curioso.
—Tu plan parece funcionar bien —añadió Margaret con una amplia sonrisa.
—Parece que así es, no pensé que de verdad funcionaría. Los demás se ven contentos, las clientas se ven contentas —admiraba la forma en que todas esas jóvenes reían y conversaban entre si mientras no podían quitar la mirada de los atractivos meseros que les atendían. Al principio le parecía algo absurdo llevar a cabo una temática así, ahora incluso era algo que podía llegar a agradarle —. No pensé que de verdad esté tipo de lugares llamara la atención, veo que me equivoqué.
—Hay que darle una oportunidad a todo —respondió SunWoo antes de que Margaret pudiese hacerlo —. Incluso aquí DongWoo conoció a su novia. No sé cómo es que se fijó en él —dejó ambos frappes sobre la barra, listo para ser entregados a las comensales.
—¿Qué piensa ella de que DongWoo siga trabajando aquí?
—Dice que está bien, pero prefiere no aparecer para no armar problemas con las clientas. Probablemente si las chicas que vienen a verlo se enteran de su relación ya no vendrían más.
—Entiendo —asintió Chanshik —. Las chicas se ponen difíciles cuando el sujeto que les atrae tiene novia o es gay.
—Sería un lástima que se enteraran que uno es gay —dijo Margaret por medio de un susurro involuntario. Tenía la barbilla apoyada sobre su puño derecho.
—¿Qué?
—Oh, ¿qué dije? Nada, a trabajar —retomó su postura, enfilando hacia el pasillo que le llevaría de vuelta a su oficina.
—¿Qué fue eso? —preguntó el mesero a SunWoo —. ¿Quién es gay?
—Ya dijo ella que nada. A trabajar.