Capítulo 28: "De vuelta al bosque"

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La joven gata abrió los ojos lentamente. Todos los gatos de su Clan aún seguían durmendo plácidamente en sus lechos respectivos. Tras estirarse y bostezar, se levantó y se dirigió a la salida de la granja, pasando con mucho silencio por aquel pequeño hueco.

Las estrellas estaban desapareciendo de a poco, pero el cielo seguía oscurecido, y faltaba mucho aún para el alba. No muy lejos suyo, estaban los bosques salvajes, que no pertenecían a ningún clan, y por lo tanto, era posible cazar allí. Por un momento, le pasó por la cabeza los recuerdos de Tronco Marrón y ese tal Colmillo Crepuscular. ¿Por que quería aquel malvado gato, volver por venganza? Y aún más intrigante, ¿Por qué el Clan Estelar la había llamado a ella, y no a Estrella de Luz o Entierrada?

Un sonido por detrás de ella la hizo girarse en seco, con la cola esponjada. Pero al reconocer quien era se calmó.

-Hola, Turquesa. -maulló Plumerillo- ¿Tampoco puedes dormir?

Turquesa negó con la cabeza, resoplando. Pronto, sintió la presencia de su amigo gris claro a su lado.

-¿Te parece si vamos a cazar un poco en los bosques salvajes?

-Esta bien, vamos, -dijo la Aprendiza, levantando la cola, cazar le vendría bien.

Los dos juntos, caminaron hacia los territorios salvajes. Una brisa los recorría, pero no tenían tanto frío. No muy lejos de ellos, se veían las viviendas de los Dos Patas y las extrañas luces blancas que brillaban dentro de sus guaridas; y a la dirección en donde sale el sol, estaba el territorio del Clan de la Hoja, de donde emanaba un olor que sugería que la patrulla nocturna había pasado hace poco para marcar las fronteras con el Clan del Fuego. En poco tiempo, se encontraron cara a cara con los bosques desconocidos. De no ser por el extraño olor, Turquesa diría que se encontraba en el Clan del Hielo.

Los dos se adentaron en completo silencio. Plumerillo miraba hacia la nada, con sus verdes ojos impenetrables.

-¿En que estas pensando? -rompió el hielo la joven.

El aprendiz gris sacudió su cabeza, como borrando algunos pensamientos de su memoria.

-Es solo que, estaba pensando en cuando eramos cachorros, y jugabamos fuera de Maternidad. ¿Te acuerdas de lo de la bola de mugo?

Turquesa esbozó una sonrisa al recordar aquella ocasión. Ella, Plumerillo, Zarpa de Puma y Pequeña Ventisca habían salido a jugar a la bola de musgo. Después de que Plumerillo le lanzara la bola a Zarpa de Puma, este la disparó hacia Turquesa, pero al hacer el movimiento tan rápido, la bolita llegó a la cara de Pequeña Ventisca, manchándole la cara de trozos de musgo. Peto un latido de corazón despues, la sonrisa se borró de su cara al recordar que Pequeña Ventisca habia muerto.

-Lo-lo siento -murmuró Plumerillo, deteniéndose junto a Turquesa para acariciarle la espalda con la punta de la cola- Debe ser difícil perder un hermano.

-No te preocupes, -maulló Turquesa, mirando las estrellas, preguntándose cual de ellas sería su hermana, observándola desde las estrellas- Esta bien. ¿Tienes hermanos?

El aprendiz asintió.

-Patas Mojadas es mi hermano, pero es de una camada mayor.

Turquesa parpadeó.

-¿Es tu hermano? Con razón que ustedes dos son tan parecidos.

-No tanto, él es muy tímido. Y además, casi nunca hablamos, él tiene que hacer sus tareas como aprendiz de curandero y yo como aprendiz de guerrero -resopló- Pero tu por lo menos tienes a Zarpa de Puma.

-No te creas que es el mejor hermano, es muy creído y algo pesado. Su personalidad podría relacionarse con la de un zorro ue se cayó en el río.

Los dos jovenes se echaron a reir.

-Pero bueno, tenemos que ir a cazar, ¿no? -dijo Plumerillo- Yo cazaré por este lado, y tu por el otro.

Juntos, lograron recolectar tres campañoles, un tordo, y dos ratones. Una vez que se reencontaron, recogieron las presas enterradas y se las arreglaron para llevárselas hacia la granja.

-¡Cuantas presas! -maulló Plumerillo, con el maullido amortiguado por los campañoles que cargaba en su boca.

-Podrían alimentar al Clan por una luna entera, -rió la aprendiza.

Cuando llegaron a la granja, se encontraron con los demás agts de Clan, que los miraban con los ojos como platos.

-Justo ibamos a salir a buscarlos, -maulló Garra de Jaguar- Dejen que Azabachina y Zarpa de Puma les ayuden a cargar las presas, nos iremos pronto.

Una vez que los aprendices se repartieron las presas, partieron de regreso al Clan. Azabachina iba a su lado, y tenía una alegre expresión en la cara, con los ojos verdes destellando.

-¿Y que tal las cosas? -chilló la aprendiza negra.

Turquesa la miró extrañada.

-¿A que te referes?

Los ojos de Azabachina brillaron más.

-Con Plumerillo.

La aprendiza gris oscuro bufó, sintiéndo sus mejillas arder.

-¿Que no entiendes de la palabra A-M-I-G-O-S?

-Todas, -maulló su amiga, sin dejar de sonreir.

Turquesa volvió a bufar y se alejó de Azabachina, poniéndose al lado de su mentor.

Finalmente, llegaron al campamento, después de cruzar por el pasaje subterraneo y por el territorio del Clan del Mar. Afortuadamente, no e toparon con ninguna patrulla, y llegaron sin mayores dificultades al campamento. Tras cruzar el túnel de aulagas de la entrada, Turquesa se sintió feliz de poder volver a su hogar, pero parecía que sus compañeros de Clan no estaban tan alegres.

-¿Encontraron a Ojos de Diamante? -maulló Garra de Jaguar a Copita Negra, que justo se encontrba por salir del campamento.

-No, ella llegó sola hace poco. Dijo que en la noche había salido a cazar, pero se quedó dormida. Dijo que parece que un tejón le habia robado las presas, y regresó con dos campañoles. Después de dejarlos es la pila, se quedó dormida como un tronco, -maulló la guerrera, mirando de reojo la guarida de guerreros- Algo me dice que oculta un secreto, -añadió Copita Negra, en un murmullo, antes de desaparecer por el túnel de aulagas.

Turquesa dejó las presas, para después dirigirse a Maternidad, ya que Garra de Jaguar le había dado el día libre hasta el mediodía. Jugó un montón con la camada de Lirio. Pequeña Marrón era muy amigable y divertida, Pequeña Nube no tanto, ya que era algo tímida, pero igualmente era buena compañia; sin embargo, Pequeña Roja prefería jugar sola, pero, afortunadamente, Turquesa logró incluirla a un juego en la que todas se divirtieron mucho. Pero, mientras estaban terminando una partida de bola de musgo, se escuchó el maullido de Estrella de Luz para anuncir una reunión de Clan.

-¡Peo yo quiero seguir jugando! ¡Es muy divertido! -maulló Pequeña Marrón cuando la aprendiza botó la bola de musgo para dirigirse a la reunión.

-Lo se, -dijo- Pero después podremos volver a jugar, si quieres.

-¡Si! -chilló la gatita.

A pesar de que Turquesa seguía molesta con Azabachina, se sentó a su lado, para escuchar la reunión.

-Ayer, hablé con Entierrada, -maulló Estrella de Luz- Debido a las heridas que sufrió en la última batalla, Manzano no puede seguir cumpliendo con sus deberes como guerrero. -la gata paró un momento- Manzano, ven aquí.

Manzano salió cojeando hacia la Peña Alta, para ponerse en frente de la Líder, su expresión emanaba tristeza y soledad.

-Manzano, has servido con fuerza y coraje al Clan del Hielo, y por lo tanto, nosotros y el Clan Estelar honramos tu gran labor hecho durante todas estas lunas. Sin embargo, ahora no puedes seguir cumpliendo con tu deber. -La líder parecía a punto de llorar- Entonces, te unirás a los veteranos, el Clan aprecia tu gran valentía.

Estrella de Luz no pudo seguir contniendo las lágrimas, y con los ojos llorosos, salió corriendo hacia su guarida.

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*Se tira por un ventana para que no la maten por no actualizar en un mes*

Los Gatos Guerreros: La historia de Pequeña TurquesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora