Capítulo 32: "Dolor"

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Los murmullos se expandieron como la pólvora. El corazón de Turquesa dio un vuelco. De repente, Garra de Jaguar dió un paso adelante, con los ojos lagrimeándole.

-¡Ojos de Diamante! ¡No te puedes ir! ¡Este es tu hogar! -gritó, con Corazón de Cobre a su lado, mirando tristemente, mientras acariciaba la espalda de su pareja con su cola.

La guerrera azulada levantó la vista hacia él. Sus ojos azul oscuro rebosantes de tristeza.

-Lo siento, hermano. Jamás te olvidaré. Nos veremos en las Asambleas.

Turquesa sintió como sus tripas se revolvían dentro suyo. Ella tenía la culpa del sufrimiento de su mentor y del Clan por la gran pérdida. Sintió el pelaje de Plumerillo cerca de ella, pero ni siquiera eso la animaba.

Estrella de Luz dió un paso hacia adelante, con expresión fuerte y decidida.

-El Clan del Hielo jamás te olvidará, Ojos de Diamante. Te deseamos una feliz vida en tu nuevo Clan, y que el Clan Estelar ilumine tu camino.

La guerrera recién nombrada se apoyó en el costado de Ala Parda para irse. Todos los gatos les dejaron pasar, algunos tristes y otros enojados. La aprendiza gris oscuro volvió la vista hacia su mentor. Éste tenía el hocico hundido en el pecho de su pareja, mientras Corazón de Cobre lo acariciaba dulcemente, musitando palabras de alivio.

Turquesa volvió la mirada hacia la salida. Las colas de los dos gatoa desaparecieron en un instante. Ya era oficial. Ojos de Diamante había abandonado el Clan del Hielo.

Turquesa bostezó, sujetando el ratoncillo muerto con una pata. Media luna después de la ida de Ojos de Diamante, las cosas parecían haber ido de mal en peor. Las presas escaseaban, y la estación Sin Hojas había llegado al campamento como un visitante no deseado, trayendo consigo nieve y hielo. El río se había congelado, y las presas escaseaban, no había nadie en el Clan cuyo pelaje luciera lustroso y en buen estado. El estado de Nubosa no había mejorado, y Turquesa y Zarpa de Puma la visitaban constantemente. Otros gatos habían enfermado, y Oreja Cortada había caído de Tos Verde. Garra de Jaguar era ahora más distante, y la culpa golpeaba a la aprendiza como un látigo. Todo sin contar la preocupación sobre aquellos gatos extraños y el misteriodo encurntro con Tronco Marrón. De pronto, un viento raudo crispó sua bigotes. Azabachina entró sonriente en la guarida.

-¿Qué paso? -preguntó Turquesa, intentando dejar de lado las cosas malas.

-¡Patas de Fango es muy dulce! Hoy me regaló una hoja de sauce, ¡en plena estación Sin Hojas!

Zarpa de Fango, ahora Patas de Fango, había sido nombrado guerrero hace muy poco tiempo, y la felicidad de él y de su pareja era inmensa. A pesar de que a Turquesa le parecía extraño el hecho de tener una pareja siendo aprendiz, respetaba a sus dos amigos.

Turquesa sonrió levemente.

-¿Qué pasa? -preguntó Azabachina- ¿Es con Plumerillo?

La aprendiza de ojos claros sintió calor. Si bien se daba cuenta que Plumerillo era más que un amigo, le costaba admitirlo.

-¿Qué? ¡Por supuesto que no! Nosotros estamos bien...

Azabachina rió.

-Si, seguro. Cambiando de tema, ecuché que hoy iremos a la Asamblea. También, parece que los hijos de Flor Plateada serán nombrados aprendices.

Las orejas de Turquesa se irguieron.

-¿En serio?

-¡Que todos los gatos lo bastante mayores para cazar sus propias presas se reunan aquí, bajo la Peña Alta!

Los Gatos Guerreros: La historia de Pequeña TurquesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora