001.

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Ve a ser libre y a ser feliz
Ya da lo mismo aquí
Conmigo es alguien que conocí
Sea un extraño y el dolor dejemos ir



Jos pasó sus manos por debajo de la playera de Alonso mientras pasaba a besar su cuello con detenimiento asegurandose de que Alonso pudiese sentir su tibia lengua.



Rozó con sus dedos el botón de los jeans de Villalpando y rió inocente cuando el chico le dio un ligero empujón para que se mantuviera alejado.



—Vas a hacer que me queme con la sartén—le reprochó fingiendo enfado—, y serás tú el culpable de eso.



—Claro que no lo es—se defendió besando el hombro de Alonso—, es tú culpa por usar esos pantalones ajustados, ¿necesitas ayuda con eso?



—Estoy bien, ya acabé de todos modos—apagó el fuego proveniente de la estufa y se giró para besar a su novio.



Si había algo que Alonso amaba, eran los besos que Jos le daba. Algunas veces eran dulces, otras veces eran salvajes o rebeldes, besos largos o cortos. O incluso una combinación de ambos.


Las manos de Jos una vez más viajaron al botón en el pantalón de Alonso, y esta vez, él no parecía oponerse a que Canela intentara deshacerse de ellos



—La cena se enfría—murmuró Alonso, echando su cabeza hacía atrás dejando el camino libre a Canela—. No pienso comer eso frío.



—Siempre podemos recalentarlo—farfulló sobre la piel de su novio—. No tengo mucha hambre.



—¿Estuviste molestándome la última media hora para que te hiciera algo de comer y ahora que lo hago decides que no tienes hambre?



—Como dije antes—le sonrió alejando sus labios de la piel de Alonso—, es tú culpa y la de esos pantalones.



Alonso negó divertido y se alejó de Canela provocando un gemido de indignación, una vez más no se había salido con la suya y eso lo mantenía frustrado.



—Esta mañana hablé con Alan—comentó Alonso tomando los platos de la alacena sobre él.



—¿Sobre qué?



—Nosotros.



Alonso analizó el rostro perplejo de su novio.



—¿Ah sí?—murmuró sin mirarlo. Alonso asintió—, ¿qué es lo que exactamente te dijo?



Alonso lo pensó un momento. Admiró la comida sobre el sartén algo fría, después, sus ojos pasaron a las manos de Jos para finalmente terminar en su rostro.
Soltó un suspiro cansado.



—El sospecha sobre ti—le dijo—. Él piensa que últimamente has actuado un poco (muy) celoso cuando estoy con él..., dice que los celos que muestras no precisamente son de amigos.



—Claro que no lo son—Jos frunció el ceño—. Nosotros no somos amigos, somos novios, claro que eso Alan no lo sabe porque te niegas a aceptarlo.



Jos estaba dolido, lo sabía por el tono quebradizo en su voz. Eso era algo que Alonso siempre había querido evitar.



—Jos, por favor—suplicó—, sabes muy bien porque hago esto.



Lo sabía. Sabía de sobra la excusa que Alonso ponía de por medio cada vez que él sugería el tema de hablarlo con los chicos. No le gustaba el hecho de ocultar sus sentimientos. Quería que el mundo entero supiera que Alonso era suyo, que no tenía ojos para nadie más que no fuese su novio, que él era la única persona por la cual estaba dispuesto a darlo todo, incluso terminar con su carrera si era necesario.


Pero Alonso era feliz así, y Jos daría todo por verlo feliz.



—Bien—suspiró—, ya entendí, nada de celos en público.



—No te enojes Jos—lo abrazó por detrás, sobando con sus dedos el pecho de Canela—, yo sé que esto no es lo que quieres y créeme que yo tampoco lo quiero..., pero no planeo...



—Arruinar la única cosa por la que has luchado tanto—completó Jos, tomando las manos del chico para llevárselas a sus labios—. Ya lo sé.



Se giró para tener a Alonso frente a él. Le sonrió y éste le regresó el gesto.


Lo amaba tanto que dolía, lo amaba tanto que estaba dispuesto a mantenerlo todo en secreto. Mientras tanto, se decía a sí mismo que algún día todo eso acabaría y podría tomar la mano de Alonso cuando pasaran por las calles, que podría besarlo frente al mundo. Pero hasta entonces, sólo le quedaba esperar y acallar el dolor en su corazón cada vez que tenía que negar el amor que sentía por él.



—No estés triste mi amor—le pidió Alonso—. No me gusta verte así.



—Estoy bien—forzó a su sonrisa a parecer real—, enserio, mejor vamos a comer.



Alonso admiró la comida tras él.



—Está fría—se quejó—. Volveré a calentarla.



Pero antes de siquiera poder mover los pies del suelo frío, los brazos de Jos lo apretaron más sobre su cuerpo sonriéndole.



—Es una señal del destino bebé.



Alonso soltó una carcajada, dejando que Jos lo arrastrara hasta su habitación.

✰✰✰

—¿Estás emocionado?


—¿Por el nuevo álbum?—Alonso asintió sobre su pecho—. Demasiado, no puedo esperar para que salga a la venta.


—Hay que terminarlo primero—rió ocasionando que la piel de Jos se erizara—, pero supongo que les va a fascinar, a las Coders quiero decir.


—Eso espero, hemos estado trabajado demasiado en este disco y si no llegara a ser del gusto de ellas, no sé que voy a hacer.


—Vas a ver que todo va a ir bien.


—¿Cómo estás tan seguro?


Alzó la vista del pecho de Canela y le sonrió con suficiencia. Se acercó a su rostro y tras admirar cada pequeño detalle de su rostro, le dijo:


—Me lo dijo un pajarito—besó sus labios. Lento—, confío en él.


El pulso acelerado de Jos era un indicio de lo mucho que Alonso lo traía loco.

A decir verdad, Alonso siempre lo había vuelto loco desde el primer momento en que sus ojos se cruzaron en aquella avenida. Se recordaba a sí mismo sobre su coche esperando a que el semáforo se pusiera en verde para continuar con su camino. Y entonces lo vió, observó la cobriza cabellera de Alonso al abrir la puerta de aquel lugar, sus miradas se cruzaron y por accidente dejó caer su pie sobre el acelerador, el coche avanzó y asustado pisó el freno atrayendo el sonido de los claxon de los coches tras él. Se giró avergonzado y se encontró con la hermosa sonrisa de Alonso.

Entonces Jos lo supo. Alonso sería suyo.

Sonrió ante aquel recuerdo.


—¿Qué es tan gracioso?


—Recordé—acarició la mejilla izquierda de Alonso—. Recordé la primera vez que te vi.


—¿Hablas de cuándo casi te pasas el rojo de aquel semáforo?—preguntó, con una sonrisa divertida en su rostro, Jos asintió—, ¿te imaginas que habría pasado si no hubieras volteado a verme o si yo no hubiera salido de esa tienda en ese preciso momento? ¿Qué hubiera sido de ti?


Jos pensó en aquello. Posiblemente ahora mismo se encontraría en la casa de su madre estudiando para no reprobar alguna materia, haciendo planes para salir de fiesta junto a Gus o con alguna chica teniendo una cita.


—Sin ti, yo sería un completo desastre.

Into you (J.V) |Libro 1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora