013.

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No había hablado con Jos por dos semanas enteras. Alonso guardaba el extraño sentimiento de angustia si es que Jos descubría lo que él tenía con Max, lo cual sólo había quedado en una amistad.
No podía hacerlo, y le dolía el hecho de saber que probablemente Jos estaba haciendo su vida sin él. Le molestaba y debido a eso había perdido la amistad que tenía con Alan. No hablaba con él mientras se encontraban juntos, incluso en un acto de rebeldía también había decidido no hablar con Jos a menos que fuese realmente necesario.
Max sabía que algo pasaba y había estado de acuerdo en que Alonso se tomase su tiempo. Después de todo, sabía que la relación que Alonso tuvo con Jos fue una de larga duración. Estaba dispuesto a esperar por él, porque en realidad le gustaba y no estaba dispuesto a dejarlo ir tan fácilmente y menos por un chico como Jos, a quien sin conocer en lo absoluto, tenía una aversión por él y sus actitudes. ¿Quién dejaba a Alonso? En todo caso, personas tan maravillosas como él eran los que tenían que terminar con personas como Jos según Max.
Sin embargo, y aunque nunca lo habló con Alonso, sabía perfectamente que si Jos regresaba, Alonso estaría dispuesto a estar a su lado a pesar de todo lo malo. Y temía por ello.


—Jos, ¿te puedo hacer una pregunta?

—Mmm.

—¿Extrañas a Alonso?

Jos no sabía que responder.
Frente a él, en un sillón afelpado de terciopelo y con una taza de té humeante Alan lo observaba con curiosidad.
No había pasado nada entre ellos. Lo habían intentado y aunque Jos se esmeraba en darlo todo y a pesar de que Alan se esforzaba por enamorarlo, nada había funcionado porque Alan sabía en Jos seguía con la mente en otro lado y ese lado era Alonso.
Le dolía el hecho de que Jos no sonriera como lo hacía cuando Alonso se encontraba rondando en la habitación (incluso aunque no hablasen en lo absoluto), le dolía que los abrazos no fuesen tan cálidos como los que Alonso recibía, le dolían los detalles y le dolían los motivos. Jos no era para él e incluso aunque peleara día y noche nunca lo sería y eso le estaba matando lentamente.

—Vamos—insistió—, puedes contarme, no es como que ahora tú y yo seamos algo..., no realmente.

Había un nudo en la garganta de Jos. No quería lastimar a Alan y el hecho de que aquellas fueran sus palabras le había provocado un estrujamiento en el corazón.
Lo había intentado, de verdad que lo había hecho todo. Pero en su cabeza sólo estaba Alonso una y otra vez. Alonso y ese chico afuera de su casa con enormes ramos de rosas. Rosas que él debió comprarle. Y el hecho de no saber que estaría siendo de él en aquellos momentos le hacía sentir miserable y culpable por no poder sentir lo mismo por Alan.

—Alan, yo...—suspiró—, no lo sé.

—¿Sabes qué es lo que creo yo?

—¿Qué?

—Que tienes miedo de contarme..., o tal vez eres un cobarde.

Hubo un gran silencio antes de que Jos susurrara:—tal vez lo soy.

—¿Sabes?—le dijo Alan—, hay una diferencia cuando dices su nombre a cuando dices el mío y cuando me besas, los besos no son los mismos.  Puedo incluso escucharte hablar de  él en tus sueños y ahora me tienes hablando de él en los míos. Y apuesto a que él tiene ese toque que te hizo enamorarte.
»Puedo probar sus labios y verlo recostado en tu pecho. Puedo incluso sentir una distancia entre nosotros cada vez que recuerdas sus manos sobre las tuyas cuando sostienes las mías. Tal vez debería ser más como él—sonrió. Una sonrisa triste que le rompió el alma a Jos—, puedo sentir sus labios cuando te beso y es como si lo besara a él también. Y él es perfecto.
»Sé que estás confundido pero también lo estoy yo. Quiero saber que es lo que tiene que hace a un hombre como tú enamorarse. Y con el olor de su perfume (ese que usas ocasionalmente y que sé que robaste de su casa el día que te fuiste)  yo también puedo amarlo, y casi puedo escucharlo reír dentro de tu cabeza.
»Me cansé Jos—dijo, ojos cerrados y la taza vacía sobre sus piernas—. Yo no soy Alonso y me cansé de intentar serlo. No puedo hacer que me ames y tampoco puedo esperar que lo hagas con él cerca todo el tiempo. Sé que lo extrañas y sabía que esto no funcionaría así que te libero. Y si te hace sentir mejor, no te odio y tampoco a Alonso.



Into you (J.V) |Libro 1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora