Epílogo.

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3 años después.

—Hola, bienvenido al café de Roxy, ¿qué vas a llevar?

—¿Podrías darme un latte muy caliente por favor?

A las afueras de la ciudad todo era frío por lo que Jos llevaba consigo un gorro de lana azul y guantes a juego junto a una cómoda chaqueta que su hermana le había obsequiado en su cumpleaños pasado.
El lugar era cálido y las personas dentro se desasían de sus pesados abrigos dejando que tazas de cerámica calentaran sus gargantas mientras un dulce pan artesanal los acompañaba para cubrir sus estómagos.
Bajo su brazo izquierdo llevaba pequeños montones de bolsas con pedidos que su madre le había hecho aquella fría mañana. Era una lastima que su coche estuviese averiado, por lo que tubo que tomar diversos taxis para llegar a sus destinos. Y gracias al cielo había acabado por lo que podía disfrutar de una buena taza de café antes de regresar a casa y recostarse bajo sus sabanas en busca de calor puro.
Buscó una mesa vacía y al cabo de cinco minutos una chica de manos temblorosas le entregó su café a Jos y antes de partir le dijo:

—Disculpa que te moleste (y espero en verdad no hacerlo, pero, ¿puedo hacerte una pregunta?

—No, claro, adelante—le sonrió.

—¿Tú eres Jos Canela, el integrante de esa banda, CD9?

—El mismo—confesó.

—Perdón que te pida esto pero, ¿podrías firmar un autógrafo para mi hermana menor?—pidió—, ella te ama.

Una sonrisa honesta y un asentimiento acompañaron a Jos antes de que la chica le ofreciera un bolígrafo y una pequeña hoja.

—¿Cuál es su nombre?

—Brenda Cisneros.

Con dedos ágiles Jos rayoneó alrededor de la hoja el autógrafo

—Es una lástima que ustedes se hayan separado, parecían tan unidos—dijo—, y su música era asombrosa.

—Sí—concordó—, yo también creo que es una lastima.

Pero sabía que no hubo mucho que hacer. No después del enredo amoroso que él mismo provocó y que terminó en una catástrofe que terminó por acabar con su carrera.
El único consuelo que pudo encontrar fue el hecho de poder seguir hablado con los chicos. Con la mayoría al menos.
cuando hubo terminado se lo entregó a la chica.

—Gracias—le sonrió la chica antes de alejarse.

—No hay de qué—susurró.

Tomó su taza de café permitiéndonse por un momento ver la vieja película a blanco y negro que el local ofrecía. Era buena, tal vez más tarde la buscaría en internet y la vería junto a su gata.
Cuando hubo terminado, dejó un par de billetes para la chica y tomó sus cosas para poder salir del lugar. No sin antes colocarse de nuevo los guantes y el pequeño gorro de lana.
Abrió la puerta y salió casi tan apresurado que terminó por chocar con un cuerpo.

—Lo siento, yo...—sus palabras se quedaron estancadas en su garganta al ver a la persona frente a él—, ¿Alonso?

—¿Jos?—sonrió—, ¿cómo haz estado? Hace tanto tiempo que no te veo.

Eso era cierto porque luego de aquella noche en su casa en la que Alonso se negó a regresar a su lado diciendo que se encontraba con Max ahora y luego de que todos firmaran su separación definitiva de la banda no lo había vuelto a ver y mucho menos a tener una conversación con él.

—Bien yo..., wow, te ves muy bien.

Y eso era cierto. Había ganado un poco de peso y había dejado crecer su cabello rubio. Sus ojos aún conservaban aquel brillo y su sonrisa seguía siendo la misma que hacía que Jos sintiera que su corazón se aceleraba.
Jos mentiría si dijera que no le había estado preguntando a los chicos por él ocasionalmente.

—Gracias—sonrió apenado—, tú también luces bien.

Sabía que eso no era cierto. Después de él, se había vuelto un verdadero desastre tanto emocional como físicamente. Dejando que su cabello se convirtiera en un desastre.

—¿Cómo haz estado tú?—quiso saber. Voz temblorosa saliendo de su garganta—, ¿cómo te ha ido con Max?

—Oh, bueno—bajó la mirada, mejillas sonrojadas asomándose bajo sus cabellos—, yo he estado bien, acabo de conseguir una casa más cerca de la casa de mis padres. Y en cuanto a Max, bueno, digamos que ha tomado un camino de regreso a casa junto a su familia.

—Oh—fue lo único que Jos pudo decir, sintiéndose feliz de pronto.

Hubo un gran silencio entre ambos. Entonces Alonso le ofreció una pequeña sonrisa.

—Bueno yo..., tengo que irme—dijo—, le prometí a Freddy que lo acompañaría a comer esta tarde.

—Oh claro yo, tengo que llevarle esto a mamá—señaló las bolsas bajo sus brazos.

—Fue bueno volver a verte—le dijo Alonso.

—Lo mismo digo—sonrió dulcemente—, cuídate.

—Igualmente—deseó—, hasta luego.

Y entonces siguió con su camino y Jos con el suyo.
Una pequeña sonrisa asomándose en los labios de Jos al caminar. Y casi por instinto se giró para verlo una vez más encontrándose con el rostro del chico, una hermosa sonrisa dibujada en sus labios mientras se despedía a la distancia de Jos.
Y entonces lo supo. Todo estaría bien ahora.

Fin.

Hay un final alternativo so..., esperen

Into you (J.V) |Libro 1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora