006.

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Dime a que viniste aquí porque no puedo esperar más. Estoy en el borde sin control y necesito que lo sepas...

Pésimo smut porque yo siempre :v

Los labios de Alonso contra la piel de su cuello le ponían los pelos de punta a Jos mientras sentía como poco a poco su control se iba perdiendo en cuanto su novio se aseguraba de pasar sus manos por debajo de sus pantalones y por encima de sus bóxers.


Las últimas tres semanas habían sido todo acerca de hacer el amor. Para Alonso no parecía importar mucho el lugar. Podía tratarse de su coche, el estudio de grabación o su propia casa. No importaba la hora ni cuantas personas estuvieran cerca. La lujuria y la pasión parecían dominar por completo a Alonso, y Jos no estaba dispuesto a hacer queja alguna.


Sin embargo, una pregunta cruzaba su mente, ¿desde cuando Alonso estaba tan impaciente por tener sexo? Casi siempre era Jos quien comenzaba a insinuar o tratar de persuadir a Alonso para terminar desnudos en algún rincón de la casa. En estas ocasiones, le gustaba creer que Alonso en verdad necesitaba de él.


—Vamos Jos—le susurró encima suyo—. Desaste de tus pantalones.


Jos tardó en procesar aquellas palabras. Estaban a mitad del día, en el estacionamiento del estudio de grabación. ¿En verdad estaba dispuesto a hacerlo ahí? ¿A mitad del estacionamiento?
Alonso lo mira con el ceño fruncido.


—¿Qué?—murmura contra sus labios.


—Alonso, estamos en a mitad del estacionamiento de la disquera.


—¿Y?


—Bueno, en este momento quiero follarte y te estás moviendo encima de mí..., es incómodo.


Las ansias de Alonso crecen ante las palabras de Jos, trayendo consigo una excitación que se dirigía plenamente hacía la parte baja de su cadera.


—Follemos entonces—besó la esquina de su boca. Lo deseaba justo en ese momento. En el coche a mitad de un estacionamiento subterráneo a mitad del día.


Se aleja para observarlo. Sus ojos oscuros y entrecerrados.


—¿Aquí?—su voz era ronca.


—Sí. Te deseo. Ahora.



Jos inclinó su cabeza hacia un lado y lo miró fijamente por unos segundos—. Alonso Villalpando, que descarado—susurra, y después de lo que se siente como una eternidad para Alonso, Jos lo besa y esta vez con más fuerza que antes mientras declina sus manos hacia su cuerpo, tocando todo aquello que se atraviese en su camino.


—Eso lo provocaste tú...


Le muestra una amplia sonrisa. Jos lo toma por debajo de sus rodillas, tomándolo por sorpresa y lo alza y lo gira para ponerlo de frente al parabrisas.


—Pon tus piernas a cada lado—ordena, poniendo sus rodillas juntas en la mitad del lugar para los pies.

Alonso hace lo que le pide, poniendo sus pies en el suelo a cada lado de las de Jos. Éste pone las manos en las caderas de Alonso, para luego deslizarlas hacia abajo, bajando sus pantalones.


—Pon tus manos en mis rodillas, amor. Inclinate y ten cuidado con tu cabeza.


¡Mierda!, pensó Alonso, en verdad vamos a hacerlo, en un aparcamiento público.


Rápidamente chequeó el área asegurandose de que nadie estuviese cerca.


Jos se mueve por debajo de su cuerpo y Alonso escucha el revelador sonido de una cremallera al bajarse. Siente las manos de Jos en sus bóxers deslizandolos bruscamente hacia abajo y entonces siente a Jos penetrarlo de una manera brusca.
¡Demonios! Estaban en un aparcamiento público y el hecho de poder ser descubiertos le hacía sentir una adrenalina en el cuerpo a Alonso.


—¡Ah!—gritó, siendo machacado por él, su aliento saliendo apenas a través de sus blancos dientes. La mano de Jos se desliza hasta su cuello, tirando de éste hasta tenerlo cerca y poder besarlo alrededor de éste. Su otra mano sostiene la cadera de Alonso y juntos comienzan a moverse.


Alonso se levanta en sus pies mientras Jos entra y sale de él a toda velocidad. La sensación es... Alonso gruñe con fuerza. Su mano izquierda sostiene con fuerza el freno de mano mientras que su mano izquierda se sostiene de la puerta a su lado. Los dientes de Jos se acercan al lóbulo de su oreja y tira de él. Entra y sale una vez más mientras Alonso se alza y cae suavemente y cuando han establecido un ritmo, las manos de Jos se mueven hacia la parte baja de sus caderas, incitando a Alonso a moverse cada vez más.


—¡Ah!


—Se rápido—respira en su oído a través de sus apretados dientes—. Tenemos que hacer esto rápido Alonso—he incrementa la presión de sus dedos sobre su cadera.


—¡Ah!—gruñe una vez más Alonso, sintiendo aquel familiar aumento de placer.

—Vamos Alonso—dice con aspereza en su oído—, quiero escucharte.


Alonso gime de nuevo, sus ojos se cierran con fuerza. La voz de Jos en su oído, su aliento en su cuello, placer irradiando en cualquier lugar que los dedos de Jos tocasen en su cuerpo. Está perdido y su cuerpo toma el control en busca de su liberación.


—Sí—Jos sisea en su oído y entonces abre los ojos mirando fijamente el techo del auto mientras se mueve desesperadamente sobre su novio. Cierra una vez más los ojos con fuerza en cuanto su cuerpo encuentra su liberación y termina por correrse.


—Oh, Alonso—murmura con asombro, y envuelve su brazo alrededor de él y se clava una vez más en su interior y se paraliza en cuanto encuentra su propia liberación en el interior de Alonso.


Desliza su nariz a lo largo de la quijada de su novio y suavemente besa su garganta, su mejilla y su cabeza. Alonso se recuesta en él mientras acomoda su cabeza en el cuello de Jos.


—¿Tensión aliviada señor Villalpando?—Jos besa una vez más el cuello de Alonso mientras lo escucha ronronear una afirmación vaga—, ¿perdiste la voz?


—Sí—murmura.


—No tenía idea de que fueras un exhibicionista.


Alonso se sienta inmediatamente, alarmado.


—Nadie está observando, ¿cierto?—mira ansiosamente frente a él a lo largo del estacionamiento vacío.


—¿Crees que dejaría que alguien viera a mi novio teniendo un orgasmo?—acaricia su espalda. Alonso se gira para observarlo con picardía.


—¡sexo en el coche!—exclamó.


Él sonríe y acaricia la piel de su mejilla.


—Vamos, hay que ir al estudio.


Abre la puerta para dejarlo bajar de su regazo y salir del apacarmoento. Cuando baja la mirada Jos ya ha terminado de subir su cremallera.
Alza la vista después de que Jos sale del coche y comienzan a caminar.


Fue entonces cuando se dieron cuenta de su presencia. Parado a lo lejos observándolos con el rostro inexpresivo y el mundo se les calló a los pies.


—Bueno—dice Alonso—, después de todo sí teníamos un espectador.

Tomado prestado del libro 50sombras liberadas.

Into you (J.V) |Libro 1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora