Emma.

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ESTOY DE VUELTA, PERRAS.



Tomo mis lentes de mi mesa de noche de la habitación después de que salgo de la ducha. Dejo que mi cabello seque en mi espalda, porque si lo peino entonces será desastroso. Suspiro, mirándome en el espejo, tratando de acomodar mi blusa en mi pecho.

Miro el reloj en mi muñeca y salgo de la habitación con la mochila en mis hombros al ver que se me hace tarde. Vee tuvo clase más temprano, así que no debo preocuparme. La mañana pasa lenta, y mi mente no deja de recordarme que la cita con Shawn es hoy. Él no ha salido de mi cabeza y comienzo a irritarme. Sí, yo misma me irrito, ¿qué tan normal es eso?

Salgo del salón de clases y entro directamente a la cafetería, preguntándole a Vee en dónde está, por mensaje de texto.

"No me esperes, estoy con Clayton ;)."

Ugh, qué asco.

Después de tomar mi comida en una bandeja me siento en una mesa vacía. Cinco minutos después, Danny se sienta a mi lado. Me tenso, deseosa de que se haya equivocado de mesa y se levante de una vez para irse con el resto de sus amigas, pero ella se queda allí, frente a mí.

— ¿Qué hay, fenómeno? —me pregunta. Suspiro, levantando mi cabeza y mirándola de frente. Todavía no me he olvidado del momento en el que ella y sus amigas me lanzaron a la piscina en la fiesta de hace unos días.

— ¿Qué quieres?

—Saludar. Siento tanta lástima porque nadie está contigo que decidí hacerte compañía —su sonrisa se extiende, si eso es posible—. ¿En dónde está el otro fenómeno que tienes como mejor amiga?

—No hables así de Vee —le digo seria. Una cosa es que se meta conmigo, pero otra muy diferente que se meta con mis amigos.

—Aw, la fenómeno número uno está defendiendo a la fenómeno número dos —hace un puchero en forma de burla y quiero estamparle mi bandeja de comida en la cara al verla reírse—. ¿Te abandonó? ¿Se dio cuenta de lo inútil fea y gorda que eres? No me sorprende.

— ¿Cuántos años tienes, Danny? ¿Trece? —hasta yo misma me sorprendo ante mis palabras. Me aguanté lo que tenía que decirle desde que ambas estuvimos en el colegio, y ahora estando en la universidad, siendo ambas lo suficientemente mayores, y ella aún me sigue molestando—. Tienes diecinueve años, ¿y sigues tratando de hacer inferior a la gente para hacerte sentir mejor?

Ella parece todavía más sorprendida por mis palabras, pero trata de disimula después juntando las cejas, haciendo su típica postura enojada.

—Mira, tú no...

—No, tú escucha —la interrumpo—. Me cansé. Me cansé de que me utilices, de que me tires mierda cada vez que se te da la gana, de que vayas por la vida como la reina del mundo que no eres e insultes a todos por tu camino, sobre todo a mí. Déjame en paz.

— ¿Y qué vas a hacer? —Ella se ríe, pero antes de que yo pueda responderle, alguien me toma de ambos brazos para hacerme hacia atrás. Luego, ese alguien pasa por mi lado y se hace frente a mí, dándome la espalda.

Es Shawn.

—Déjala en paz, Danny.

—No lo puedo creer —Danny vuelve a reírse a carcajadas, no dando crédito a lo que ve—. ¿Shawn? ¿En serio? ¿Con este fenómeno?

—Para ya —le advierte. No puedo ver su rostro porque está dándome la espalda, pero estoy casi segura de que está enojado. Los músculos de sus brazos se tensan y la ropa se ajusta perfectamente a su cuerpo. Tengo que cachetearme mentalmente para que mis pensamientos no se dispersen ahora mismo.

—El asunto es con ella, no contigo —Danny sigue insistiendo—. Emma es lo suficientemente mayor para defenderse sola.

—Y tú eres lo suficientemente mayor como para seguir con estos asuntos del colegio —responde Shawn, dando un paso hacia adelante—. Tienes casi veinte años y actúas como una puberta de trece. Crece de una maldita vez, deja a las personas en paz, estás en la universidad, por si no lo has notado. Madura, no vaya a ser que te estrelles después.


Deja de caminar y se da la vuelta para mirarme y tomar mi mano. No soy capaz de articular ninguna palabra así que sólo me dedico a verlo. No sé qué va a pasar después, ni siquiera sé cómo supo que esto estaba pasando en este mismo momento. Acomodo mis lentes en el puente de mi nariz y suspiro, como si él me quitara un peso de encima.

No soy consciente de que la gente de la cafetería está reunida a nuestro alrededor hasta que él se voltea a ver a Danny, quien para entonces tiene el rostro blanco como un papel, tragando saliva como si fueran piedras.

—No te quiero volver a ver cerca de Emma.

— ¿Ahora qué? —Danny habla, a pesar de que todavía está asustada—. ¿Es tu protegida?

—No, es mi novia.




HOLAAAAAAAAA, VOLVÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍ, ¿ME EXTRAÑARONNNNNN? ¡LAS EXTRAÑÉÉÉÉÉÉÉÉÉ!

Nos leemos,


-Camila.

Debajo de las rocas ; Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora