Shawn

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No recuerdo por qué fue que le dije a Barbie que vendría a su maldita fiesta. Quizá fue porque yo necesitaba descansar y divertirme un rato, o porque ella fue tan malditamente insistente que para librarme de sus estúpidos "por favor", simplemente le dije que sí. De todas maneras, pienso que realmente no la paso del todo mal. Con la cuarta cerveza de la noche en mi mano, me dirijo hasta la cocina para descansar un poco: los pies comienzan a dolerme y la cabeza quiere comenzar a darme vueltas. Me estoy mareando. 


Me siento en la encimera de la cocina y dejo la cerveza a un lado. La música no se escucha tan fuerte desde este lado de la casa y parece que la gente que está aquí también quiere librarse del ruido por un momento. Igual que yo.


A lo lejos veo a Barbie acercarse a mí con pasos seductores. Mi mente no piensa de la manera correcta y siento que en cualquier momento voy a caer dormido. Sólo fueron cuatro cervezas, no es como si nunca hubiese tomado, ¿qué me ocurre?

— ¿Te diviertes, Shawnie?

—Mmm, sí —miento.

—Fue bueno que vinieras, hace mucho no salíamos. Además, desde que estás con Clayton en la misma habitación ya no saludas a tus amigos —hace puchero y yo evito reírme. Se ve ridícula haciendo eso, me da risa. O quizá es porque ya estoy borracho. No, mejor la primera—. Y ni hablar de su novia, Vee, y la rata de biblioteca que tiene como mejor amiga. ¿La has visto? Tiene grandes tetas, sí, mínimo son operadas, y las tiene...

Mi sonrisa desaparece de inmediato y de repente ya no estoy borracho. Estoy más sobrio que nunca, ahora quiero gritarle que se calle, que no hable así de Emma, de MÍ Emma.

—Barbie, ¿qué dices?

— ¿No la has visto? Siempre sale en sus fotos. La rata de biblioteca, la de gafitas, la rellenita... La que, según me enteré, armó tremendo escándalo fuera de su habitación...

Ella no podía hablar así de ella. Mucho menos cuando ni siquiera sabía lo que en realidad pasó en ese momento. No podía hablar de Emma como si fuera inferior. Porque para mí, en todos los sentidos, Emma estaba por encima de Barbie. Emma estaba por encima de todas.

—Detente. No voy a permitir que hables así de Emma —me bajo de la encimera, enfrentándola.

— ¿Se llama Emma? —su rostro confundido me provocó poner los ojos en blanco—. Espera, ¿por qué la defiendes? ¿Es tu amiga?

—Eso no importa. No vuelvas a decir algo así de ella, ni siquiera la conoces —comienzo a enojarme. Entonces recuerdo que Barbie es una chica, y no hay que insultar a las chicas—. Me largo.

—Pero Shawn, hasta ahora...

—Nada, adiós.


Dejo la cerveza en un estante y me abro paso entre la gente. Distingo personas de mi infancia sin recordar sus nombres y cuando me dan una sonrisa en forma de saludo se la devuelvo. Pero no detengo mi camino. Salgo de la casa de Barbie, la cual queda cinco casas más a la derecha de la de mis padres, y comienzo a caminar sobre el andén. Quiero ir a casa, acostarme, dormir. La cabeza me duele y un cosquilleo en las manos se hace presente, además de que casi todo me da vueltas.

Sin pensar con coherencia en lo que hago, saco mi celular del bolsillo y marco un número.

— ¿Hola, Emma? —hablo a penas escucho que descuelgan el teléfono.

Debajo de las rocas ; Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora