Capítulo 9

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Los autobuses nocturnos tardaban demasiado. Quizás debería haber cogido un taxi y así ahorrarme los largos minutos de espera temblando de frío en aquella parada. Pero también eran mucho más caros que el transporte público, y aún más de noche.

Iba comprobar el tiempo transcurrido desde que llegué en la pantallita. Si como sospechaba, no era demasiado, cogería el dichoso taxi. Cuando abrí los ojos, me encontré con algo que ocupaba el espacio de acera frente a mis pies. Unas Timberland.

Aquellas botas eran inconfundibles.

Tras coger una gran bocanada de aire, levanté lentamente la cabeza a medida que mis ojos le recorrían. Unos vaqueros que, pese a que estarían nuevos, presentaban rotos en las rodillas; una camisa blanca, cómo no, de una talla más de la que el chico necesitaba, y un gran y gordito abrigo, de esos en los que no te apetece salir en una noche como esta, y en cuyos bolsillos resguardaba sus manos. Seguí subiendo y me fijé en que llevaba un gorro rojo... Un... Hey, ¡eso era mío, Jeon Jungkook! ¡Es el beanie que llevé el primer día en Big Hit! Pero... ¿cómo? ¿Cuándo lo perdí?

Llegaron a mi cabeza unas imágenes. La habitación en teoría vacía, mis saltos de emoción en los que tiraría el gorro a lo recién graduada, un chico descansando antes de ser aplastado, el contorno de sus labios a aquella distancia...

Sacudí mentalmente la cabeza. Bueno, de todas formas, le quedaba mejor que a mí.

—Hmmm... Por aquí pasa el bus que me deja cerca de casa... —su comentario me hizo fijarme en que traía el ceño fruncido y miraba algún punto a mi espalda, aparentemente muy concentrado.

—¿Uh? —hice un gesto, saliendo del profundo ensimismamiento en el que me encontraba, a lo que él bajo la mirada y me regaló una de las sonrisas con las que se le encogían tiernamente los ojos.

—Hola —Jungkook dejó escapar una pequeña carcajada, igual a la que hacías cuando el niño que pagaba te encontraba en un escondite pésimo. Esperaba que, como en el juego, él no saliese corriendo después.

—¿Qué... Qué haces aquí? ¿No vinisteis en coche?

—Perdí una apuesta y... Sí, bueno —sacó una mano de sus bolsillos y la pasó por su nuca antes de encogerse de hombros y volver a guardarla—, creo que tendré que regresar por mi cuenta a casa.

Observé por el rabillo del ojo cómo se colocaba a mi izquierda y miraba un cielo sin estrellas. Silencio incómodo. Que chicle más bonito es el que hay pegado en el suelo. Más silencio incómodo. Veinte minutos para la llegada del autobús.

—Anna, me estaba preguntando... ¿Por qué viniste a Corea? —dijo en voz baja.

Inspiré profundamente algo agradecida por tener un tema de conversación y comencé a contar:

—Pues... En un principio no tenía planeado venir a Corea, ni siquiera figuraba en mi mapa —le dirigí una pequeña sonrisa—. La verdad es que terminé la educación secundaria con la sensación de que estaba perdiendo el tiempo. Ahora lo que tocaba era seguir estudiando para, como la mayoría de personas de esa edad, prepararse para tratar después de entrar a una buena universidad y así tener asegurado un puesto de trabajo, como yo que sé, en alguna buena empresa tras un escritorio perfectamente ordenado con fotos de la familia, caramelos afrutados y esas cosas.

Me giré para verle. Jungkook miraba al suelo, perdido en sus pensamientos.

—Perdona, creo que te estoy aburriendo —carcajeé avergonzada.

—No, no, sigue. Sólo estaba pensando.

—Pensando... —repetí animándole a continuar, yo también quería saber más de él. Sus labios se estiraron en una sonrisa calmada, nostálgica.

BTS: Born To StyleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora