Capítulo 5

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Me dolía el culo, ya no sabía cuántas horas llevaba sentada delante del ordenador.

Tal y como PD-Nim me dijo, había repasado absolutamente toda la carrera de Bangtan e informado en términos generales sobre la música popular coreana.

MV's, miles de fotos, emisiones, bailes, Bangtan Bombs, photo shoots, presentaciones, premios, programas... Y entre ellos, American Hustle Life.

Sonreía mientras apagaba el portátil y lo guardaba en mi mochila. Ese sería el programa que continuaríamos. Tenía tantas ganas de ir a Los Ángeles. Seguro que sería una gran experiencia.

Me vi hasta todos los Eat Jin y los Hope On The Street y tendría que preguntarle a Jin si había probado el jamón... Seguro le gustaría.

Y después de todo esto, sólo podía decir: wow.

Estaba realmente impresionada por todo lo que habían hecho, y para que mentir, tenían mucho, pero mucho talento. Y capacidad de sacrificio. Era impresionante.

Les esperaban muchos más premios. Ahora que los conocía, estaba muy orgullosa de poder trabajar con ellos y acompañarles en su crecimiento como artistas.

Me levanté de la silla y me estiré haciendo un ruido extraño. Después de ver I Need U tenía una idea más clara de cómo diseñar el vestuario para el próximo disco, ya que sería como una continuación del anterior. Sí, estará bonito.
Salí del despacho y consulté la hora.

—¡¿Las tres menos cuarto de la madrugada?! —suspiré.

No pensé que me tomaría tanto tiempo. Agarrando las tiras de mi mochila me dispuse a avanzar por el pasillo arrastrando los pies.

—Tendré que coger un taxi y son muy caros. ¿Por qué son tan caros? Estúpido taxi... —me froté un ojo, ya que me picaban del cansancio— Podría hackear el taxímetro. Sí, eso haré. Pero... suspendí informática... —bajé las escaleras al primer piso, donde se encontraban las salas de ensayos, mientras seguía concentrada en mi problema con el taxi. Tenía sueño— Bueno, siempre podré hacer un sinpa. Un sinpaxi, sin-pagar-el taxi. Okey, eso ha sido estúpido.

Reí tontamente y giré a mi izquierda para bajar finalmente al hall, pero un fuerte ruido me hizo detenerme.

Vale, eran las 2:50, lo que significaba que en diez minutos serían las tres, y todos sabemos que en las películas de miedo alguien muere a las tres en punto de la madrugada.

No habría nadie en Big Hit, así que podía o correr por mi vida o investigar.

¡PAM!

Pegué un brinco.

Era como si algo o alguien estuviese golpeando algo... ¿metálico? Quizás las taquillas que habían en las salas para ensayar.

Olvidando cualquier paranoia, dejé mi mochila a los pies de las escaleras y me asomé por un pasillo. Fruncí el ceño.

Una luz amarillenta proveniente de una de las puertas del fondo iluminaba aquella zona.
Cogí aire lentamente y avancé acariciando la suave pared con las yemas de mis dedos.

Ya no tenía sueño.

Llegué y me agaché frente a la puerta para que no se me viese por la ventanita. No se escuchaba nada. Pegué más la oreja a la puerta y aguanté la respiración como por instinto. Entonces lo oí.

Pequeños suspiros y sollozos, alguien estaba llorando.

Me incorporé y me asomé, temiendo lo que me iba a encontrar ahí, pues era una de las salas que usaba Bangtan.

—Oh... No... —me cubrí la boca con la mano. Algo me hacía una fuerte presión en el pecho y mis ojos estaban abiertos más de lo normal.

Inmóvil, intentaba asegurarme que lo que veía no era una ilusión, como uno de los chicos que tanto me había hecho reír esa noche a través de la pantalla del ordenador lloraba desconsoladamente, sentado, apoyado en las taquillas y golpeando en estas con su cabeza, mientras miraba al techo.

Recé para que los golpes de antes no hubiesen sido porque se estuviese lastimando.

Sus piernas estaban estiradas y los brazos descansando a ambos lados de él, abatido. Era una imagen horrible.

En la sala había además varios micrófonos tirados por el suelo.

Bajé mi mano mientras Jimin abrazaba sus rodillas y reposaba en estas su cabeza. Sollozó más fuerte. No pude soportarlo, así que abrí la puerta, silenciosa, y puse un pie en la habitación.

Me acerqué al tembloroso chico poniéndome de cuclillas en frente suya. No me había oído.

—Jimin... —susurré suavemente y un silencio sepulcral invadió la sala.

Tras unos segundos Jimin comenzó a moverse levantando la cabeza pero no le permití mirarme a los ojos ya que le atraje hacia mí por los hombros, abrazándole lo más fuerte posible.

A nadie le gusta que le vean llorar y algo tan simple como un abrazo era el mejor consuelo, tal vez por la sensación de protección, compañía.

Me rodeó la cintura con sus fuertes brazos casi al instante y escondió el rostro en mi cuello.

—Anna... yo... yo... —sollozó. Sentí mi corazón romperse.

—Shhhh, no pasa nada Jimin, todo va a estar bien —intenté tranquilizarle mientras acariciaba su espalda repetidamente. Me dolía verle así, me dolía de verdad. Era demasiado bueno.

—N-no. Nada está bien. ¿No... no lo entiendes? No sirvo absolutamente para nada, PARA NADA, ¿me oyes? No he estado ni estoy a la altura. Soy... soy ¡un inútil! ¡Un completo imbécil! No merezco estar aquí. Jamás estaré a la altura de mis compañeros.

—Por Dios... Park Jimin, mírame. ¡Mírame! —me despegué de él y puse las manos en sus mejillas, secándole las lágrimas con mis pulgares y apartándole el pelo de la cara.

Le miré fijamente a los ojos mientras sentía los míos arder. ¿Cómo podía decir esas cosas?

Me había tirado horas observándole, tanto a él como al resto del grupo y eran sencillamente increíbles. Todos ellos. Yo en tan poco tiempo me había dado cuenta de que eran únicos, tenían ese algo especial. Si faltase uno solo no sería lo mismo. Y este chico era un ángel. Lo que no merecía era sentirse así.

—No vuelvas a decir eso nunca. Jamás. Tú eres increíble, Park Jimin. Eres una persona maravillosa. ¿Sabes la de miles de sonrisas que eres capaz de sacar en un solo día? —el chico cerró los ojos y rápidamente limpié otra lágrima— No digas que no vales. Eres un chico lleno de talento. Eres un magnífico bailarín y cada vez mejor cantante, y tus fans lo saben, y te aman, Jimin, incondicionalmente, y tienes seis amigos maravillosos. No estas... Solo —agaché la cabeza para intentar establecer contacto visual, pero sus ojos permanecían cerrados y su ceño temblaba— ¿Me escuchas?

Jimin se movió, acortando la pequeña distancia que había creado para hablarle y me abrazó antes de que me diese tiempo a reaccionar, apoyando el mentón en mi cabeza. Yo solo pude descansar en su pecho, a lo que me quejé porque se suponía que era yo la que iba a abrazarle a él. Jimin se rió, haciéndome callar.

—Gracias... —susurró.

Entonces, escuché los tranquilos latidos de su corazón y sonreí mientras negaba. No tenía por qué dármelas.

Y no sé cuánto tiempo estuvimos en esa posición. Después, simplemente salimos juntos de la empresa y unas sonrisas sinceras fueron la mejor despedida.

Recorrí todo el camino hasta casa sumida en mis pensamientos. Me había dado cuenta que ellos eran ángeles, ángeles que habían salvado almas. Estas almas habían adoptado un nombre: Son ARMYs. Pero la pregunta era, ¿y quién salvaba a los ángeles si su ejército no podía acompañarles?

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BTS: Born To StyleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora