5. Bajo su piel.

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Un lugar que es tan puro, tan sucio y tan crudo. Estar en la cama todo el día, teniendo sexo y luchando.

Pillowtalk.
—Zayn.

~♥~

Sus labios temblaban, sus ojos brillaban y SeHun solo quería devorar un trozo de su blanquecina piel.

—Tienes que decirme todo, LuHan. —exigió casi gruñendo.

El rubio cerró los ojos, tratando de calmarse. Estaba desnudo y excitado frente a un poderoso hombre.

—Un año. —susurró, apretando sus puños a ambos lados de su cuerpo mientras fugaces recuerdos llenaban su mente.

—No me estás mintiendo, ¿cierto? —preguntó SeHun, incrédulo.

—No. La última vez que tuve algo que ver con alguien fue hace un año.

SeHun no necesitaba saber más por el momento, sólo tenía que hacerle el amor.

Caminó hacia LuHan y le acarició las mejillas con los pulgares, mirándolo a los ojos. Luego, con sus palmas, recorrió los delgados y finos hombros, bajando por su pecho, torturando los rosados pezones con las yemas de sus dedos.

LuHan abrió sus labios, dejando escapar un pequeño gemido. Sin embargo, no podía dejar de mirar los profundos ojos de SeHun. Eran adictivos, preciosos y si de algo estaba seguro era que podría mirarlos por la eternidad.

El pelinegro captó el estado hipnótico en el que había entrado el chico y aprovechó para tomarlo por el culo, cargándolo así hasta llegar a la cama donde lo recostó con suavidad.

Se separó y degustó su perfecta desnudez con los ojos. Lamiéndose los labios bajó hasta su estómago y empezó a repartir besos, subiendo así hasta su pecho, donde se metió uno de los pezones del rubio a la boca, haciendo círculos con su lengua, sintiendo como este se endurecía bajo su aliento. Una de sus manos viajó hasta la pierna de LuHan y tiró de ella hasta colocarla alrededor de su cintura. Dejó de estimular el pezón, ahora de un tono escarlata y subió hasta el rostro de su pequeño, mordiéndole la quijada en el proceso.

—Nunca te haría daño, LuHan. —susurró, perdiéndose en el rosa de sus labios. —Escúchame bien: Voy a hacerte el amor y quiero que esta vez me llames por mi nombre, ¿entendido?

LuHan tembló al sentir la gran mano que acariciaba su costado una y otra vez, causándole escalofríos.

—Sí, SeHun... —contestó y los labios del pelinegro se apoderaron de los suyos como si hubieran sido hechos para amoldarse a la perfección.

SeHun se separó del chico, poniéndose de pie nuevamente. Se deshizo de su ropa y LuHan estaba seguro que podía morir ahí mismo cuando el hombre se quitó sus pantalones. SeHun no tenía un cuerpo musculoso pero estaba bien definido. La perfecta "V" que se formaba en su pelvis era testigo de aquello y las venas que sobresalían eran lo que más le apetecía, tanto que quería pasar su lengua sobre ellas. Era perfecto, un dios griego en su máxima expresión.

SeHun podía sentir como LuHan se lo comía con la mirada y no lo juzgaba porque él estaba haciendo lo mismo. La vista del rubio acostado en su cama, sonrojado, con los ojos brillantes y el cabello revuelto solo lograba que su pene se pegara más a su vientre y le doliera como la mierda.

SeHun dejó de admirar la belleza del otro y fue hasta la mesita de noche, abrió el cajón y sacó el lubricante que había comprado especialmente para esa ocasión. Regresó junto a LuHan y observó como este se mordía el labio inferior, invitándole a devorarlo por su cuenta.

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