13. Mi SeHun.

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Sus ojos ardían, sus manos temblaban y por más que los minutos pasaban, las lágrimas no dejaban de bañar sus mejillas. Seguro se veía horrible con la nariz roja y los ojos hinchados.

Le había creído y le había entregado su corazón; incluso tuvo la estúpida idea de reparar a ese hombre roto pero se había equivocado una vez más.

SeHun tenía una esposa y él no era más que una simple diversión, un tonto que se enamoró del hombre más perfecto del mundo.

Sabía que no podía ser verdad, no todo era color de rosa y en algún momento, las penumbras llegarían a robarle la felicidad; justo como ahora.

Estaba destrozado, desprotegido como un niño pequeño por el simple hecho de amarlo... Sí, se había dado cuenta que amaba más que a nada a SeHun, pero ahora todo había sido una pérdida de tiempo.

Y no servía de nada tener aún presente la viva imagen de su ex-novio teniendo sexo con una mujer el día de su primer aniversario. Su vida era un asco...

¡Maldita sea! Ahora él era el entrometido en una relación; en la relación de SeHun y su esposa.

Se sentía sucio, ultrajado y herido profundamente.

Pero le demostraría a SeHun que podía vivir sin él. Se iría de esa casa y esa noche le haría saber que nadie jugaba con él.

Secó su rostro, tomó su celular y caminó hasta el dormitorio.

Cuando entró, observó cada detalle del lugar pensando en todo lo que había pasado dentro de esa habitación. Su primera vez con SeHun, esa donde le había hecho el amor tan despacio como si temiera romperlo en dos, las mañanas llenas de caricias suaves y profundos besos, el calor de sus cuerpos juntos...

Dios... Sus ojos se habían aguado otra vez pero no iba a derramar ni una lágrima más.

Caminó hasta el armario, cogió su maleta y la llenó con todas sus pertenencias. Miró su mano derecha y deseó con todas sus fuerzas quitarse ese maldito brazalete que lo ataba a SeHun, pero no podía. No cuando él no tenía el destornillador. La llevaría por un tiempo y luego vería cómo quitársela y devolvérsela.

Cerró la maleta y miró el ropero. Ahora se encontraba su mitad vacía y su ausencia iba a ser notoria pero ya no le importaba; ahora solo tenía que construirse un nuevo corazón, uno que aunque latiera, no se emocionara al ver a un hijo de los dioses.

Tomó sus cosas y en silencio, salió de la habitación. Caminó escaleras abajo y echó un último vistazo a la sala. Observó la alfombra con tristeza y no pudo evitar recordar esa vez que se convirtió en un lindo gatito para ese hombre de sucios pensamientos.

Suspiró y unas cuantas lágrimas se escaparon de sus ojos porque justo ese día le había pedido que vivieran juntos en un mundo de fantasía creado por los dos.

Tenía que calmarse, por Dios... Se sentó en el sillón y tomó su celular, marcó el número de un taxi y mientras daba la dirección casi se le corta la voz pero pudo seguir firme, hasta terminar la llamada.

Se quedó con el celular en la mano y luego decidió enviarle un mensaje a SeHun.

"Nos vemos en el bar. Me iré con KyungSoo y YiXing."

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