16. Final: En el Olimpo.

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LuHan y JongIn estaban en el hospital.

El peliblanco caminaba de un lado a otro, intentando localizar a YiXing mientras LuHan se deshacía en sollozos en los brazos de YiFan.

—Tienes que calmarte; le hará daño a tu bebé. —susurró el de cabello gris. —Deberías dejar que te revise.

LuHan levantó la cabeza, viéndolo con las mejillas llenas de lágrimas y los ojos enrojecidos.

—¿Cómo me pides que me calme cuándo el hombre que amo tiene la posibilidad de morir en la operación? —preguntó entre susurros mientras sorbía por la nariz. —No quiero moverme de aquí...

—No se va a morir. —dijo YiFan, rodando los ojos. —Pero tienes que ser fuerte por tu bebé. —finalizó, frotando su espalda en forma de consuelo mientras el chico hipaba. —Iré a arreglar unos asuntos y luego volveré. —prometió y se levantó de su asiento, dirigiéndose a su consultorio.

JongIn había logrado contactar con el pintor y le había dicho que llegaría lo más pronto posible después de narrarle los sucesos de la noche pero ahora tenía que darle una noticia al rubio y no sabía cómo lo tomaría.

Un poco agobiado se acercó al chico que trataba de calmarse y se arrodilló frente a él mientras le tomaba la mano.

LuHan lo miró mientras se secaba las lágrimas sin decir ni una palabra.

—YiXing viene para acá. —anunció. —Pero hay otra cosa que debes saber. —dijo aún sin saber cómo explicarlo. —HaNa murió... —susurró.

Inmediatamente, los ojos del rubio se expandieron al mismo tiempo que su ceño se fruncía; su corazón latía de prisa y no sabía como sentirse al respecto.

—¿Cómo? —preguntó sintiendo un peso en su pecho.

—Trató de escapar y lo único que supieron fue que un auto la arrolló y le destruyó el cráneo. —contestó el peliblanco.

Y LuHan se imaginó la escena en su cabeza a tal punto de quedarse perplejo.

—¿Y Liu?

—Su caso está siendo procesado en la delegación; al parecer cometió un par de fraudes, también. —explicó.

—Vaya, al final cada quien obtiene lo que se merece... —susurró LuHan con la mirada perdida en algún punto de la sala de espera.

—Así es... —murmuró JongIn, mientras se sentaba junto al rubio. —Y ya verás que SeHun va a estar bien; es un hombre fuerte.

LuHan suspiró, recostándose en su asiento, limpiando los rastros de lágrimas de sus mejillas.

¿Y qué pasaba si nada salía bien? ¿Y si SeHun no resistía la operación? Dios, no quería ni imaginarlo porque le dolía tremendamente el alma.

—¿Hay algún familiar del Sr. Oh? —preguntó un hombre, quitándose la mascarilla.

—¡Yo! —gritó LuHan, poniéndose de pie y acercándose rápidamente al doctor, mientras JongIn lo alcanzaba.

—El Sr. Oh perdió mucha sangre, pero logramos estabilizarlo. Extraer la bala fue algo difícil pero lo logramos. Ahora lo están llevando a una habitación y esperamos que despierte en unas cuántas horas.

—¿Puedo verlo? —preguntó el rubio con impaciencia.

—Sí puedes; ven conmigo. —dijo YiFan, recién llegando a la sala, de nuevo; le hizo una reverencia al hombre mayor y se llevó al rubio del lugar.

—¿No fuiste un poco brusco? —preguntó el chico.

—Soy el jefe. —contestó el peligris, encogiéndose de hombros. —Bien, ahí adentro hay una cama extra; puedes dormir en ella. —dijo el doctor. —Cada dos horas vendrá una enfermera a comprobar el estado de SeHun así que puedes estar tranquilo.

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