6. Entre musas y dioses.

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Acecho en tu corazón, bebé. Te daré la vuelta, te romperé y te tragaré. Te robaré y me complaceré contigo. Te volveré un desastre.

Monster.
EXO.

~♥~

SeHun tomó a LuHan por las piernas y lo cargó en sus brazos mientras el otro lo tomaba por el cuello, claramente sorprendido.

—Eres un provocador, pequeño. —habló mientras trataba de no tirarlo a la cama y follárselo nuevamente.

LuHan no sabía que estaba pasando por su loca cabeza pero lo que decía el alto era cierto, lo estaba provocando de la manera más inocente y no se sentía culpable.

—No lo soy, papi. —murmuró, probando la piel blanca de SeHun con su lengua, logrando sacarle un gruñido.

El pelinegro reunió toda su cordura y soportó cada caricia húmeda hasta llegar a la cocina y dejar al rubio sobre la barra.

—Quédate aquí. —ordenó y luego, fue al refrigerador y sacó frutas. Las llevó a la mesa y empezó a cortarlas en pequeños trozos.

—Claro. —contestó LuHan para sí mismo, giró su cabeza y cuando vio el ceño ligeramente fruncido de SeHun mientras cortaba, sonrió. Movió sus pies de un lado a otro y luego saltó de la barra, caminando hasta donde estaba el pelinegro.

Sus brazos rodearon el definido abdomen y su mejilla descansó sobre la ancha espalda, logrando que el alto perdiera su concentración, dejando olvidada su labor por un momento.

LuHan separó su mejilla y comenzó a dar pequeños besos sobre los omóplatos de SeHun haciéndolo estremecer.

El pelinegro dejó el cuchillo a un lado, arrebató las manos de LuHan de su abdomen, se giró y lo puso delante de él, aprisionándolo entre su cuerpo y la mesa.

—LuHan, te dije que te quedaras en la barra. —habló, recorriéndolo con la mirada mientras el rubio se mordía los labios.

SeHun sabía que estaba jodido desde el momento en que probó la piel del menor pero no quería admitirlo, no aún. No estaba enojado pero le gustaba tener el control y obediencia de los demás, era como el aire que respiraba y LuHan solo hacía las cosas más difíciles. Quería mimarlo pero al mismo tiempo deseaba azotarle el bello culo que poseía y volverlo loco hasta que le rogara por más.

—Quiero estar contigo, SeHun. —confesó el rubio y el dormido corazón del pelinegro le decía que cediera, que se dejara querer por el pequeño de ojos preciosos que tenía en frente.

SeHun le miró los labios y luego, lo acercó a su boca, plantándole un beso que lo dejó sin aliento. Lo tomó por sus muslos y lo subió a la mesa, degustando aún la dulzura de la boca del otro, asegurándose en su cabeza que sería difícil arrancarse ese adictivo sabor.

—Sólo quédate aquí y no me desconcentres, ¿sí? —ordenó y LuHan asintió, aún sin saber si podría cumplir aquello.

SeHun había terminado de cortar las manzanas, las peras y las fresas. Tomó el recipiente con toda la fruta y la llevó a la mesa de la sala. Luego, regresó a la cocina por LuHan y lo cargo.

—¿Puedo preguntarte algo? —dijo el rubio y el otro sonrió.

—Técnicamente, ya estás preguntando algo pero sí, si puedes, cariño. —contestó SeHun y LuHan se sonrojó.

—¿Por qué siempre me cargas? —preguntó finalmente, mordiéndose el labio inferior.

SeHun se sentó y puso a LuHan sobre sus piernas, lo miró y no pudo evitar sentirse totalmente embobado por esa carita inocente. Lo tomó de las mejillas y empezó a repartir besos por todo su rostro, primero en la frente, luego sus ojos, su nariz, sus mejillas y por último, sus labios, logrando sacarle una risita a su chico. Cuando se separó, contestó:

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