Harry no podía soportar ir allí. Toda la casa olía a repollo y la señora Figg le hacía mirar las fotos de todos los gatos que había tenido.
- Profesora McGonagall, estoy segura de que Harry no quiso ofenderla- dijo Mione al ver la mueca de desagrado que puso ella.
-¿Y ahora qué hacemos?- preguntó tía Petunia, mirando con ira a Harry como si él lo hubiera planeado todo. Harry sabía que debería sentir pena por la pierna de la señora Figg, pero no era fácil cuando recordaba que pasaría un año antes de tener que ver otra vez a Tibbles, Snowy, el Señor Paws o Tufty.
- Podemos llamar a Marge- sugirió tío Vernon.
- No seas tonto, Vernon, ella no aguanta al chico.
- Dudo que él si la aguante- gruñó Arthut molesto
Los Dursley hablaban a menudo sobre Harry de aquella manera, como si no estuviera allí, o más bien como si pensaran que era tan tonto que no podía entenderlos, algo así como un gusano.
-¿Harry se acaba de comparar con un gusano?- pregunto Neville sonriendo divertido. Él conocía el lado inseguro de su amigo, pero no es que siempre dejará ver este lado estúpido.
- Los gusanos no son estupidos, al contrario...
- Mione- la cortó Lily con una sonrisa- a todos nos encantaría oír cosas sobre los gusanos pero ahora, queremos escuchar la vida de mi hijo.
- Perdona- se disculpó sonrojada.
-¿Y qué me dices de... tu amiga... cómo se llama... Yvonne?
-Tu amiga Yvonne es un verdadero monstruo. Espero que ni se te ocurra dejar a mi hijo con esa estúpida- advirtió Lily molesta, a lo que Petunia puso los ojos en blanco.
- Está de vacaciones en Mallorca- respondió enfadada tía Petunia.
- Podéis dejarme aquí- sugirió esperanzado Harry. Podría ver lo que quisiera en la televisión, para variar, y tal vez incluso hasta jugaría con el ordenador de Dudley. Tía Petunia lo miró como si se hubiera tragado un limón.
-¿Y volver y encontrar la casa en ruinas?- rezongó.
- No va a quemar la casa- gruñeron los leones molestos.
- No voy a quemar la casa- dijo Harry, pero no le escucharon.
Todos, en ese momento rieron al ver la similitud entre sus palabras.
- Supongo que podemos llevarlo al zoológico- dijo en voz baja tía Petunia- ... y dejarlo en el coche...
- El coche es nuevo, no se quedará allí solo...
- ¿Lo único importante para vosotros es vuestro estúpido coche?- pregunto Marlene molesta.
Dudley comenzó a llorar a gritos. En realidad no lloraba, hacía años que no lloraba de verdad, pero sabía que, si retorcía la cara y gritaba, su madre le daría cualquier cosa que quisiera.
- Mi pequeñito Dudley no llores, mamá no dejará que él te estropee tu día especial- exclamó, abrazándolo.
-¡Yo... no... quiero... que... él venga!- exclamó Dudley entre fingidos sollozos-. ¡Siempre lo estropea todo!- Le hizo una mueca burlona a Harry, desde los brazos de su madre. Justo entonces, sonó el timbre de la puerta.