Capítulo 7.

931 43 5
                                    

Llegué a casa sobre las 13:57 y, por mi suerte, Zayn no estaba. Sé que no tendría que haberme enfadado con él porque, en el fondo, tiene razón. No tendría que ser tan anti-social con la gente, pero es que es mi forma natural de ser.

Me doy una ducha y justo cuando salgo del baño, tocan el timbre. Decido ir a abrir y ver quién es con la toalla. Total, no se me ve nada. Cuando abro la puerta, mis mejillas arden de la vergüenza. Es el chico que viene a clase conmigo.

- Zorra, ¿qué haces en casa de Zayn? - me dice él, mirándome de arriba abajo.

- Para tu información, vivo aquí.

- Ah, vale. No me importa. Déjame pasar.

Le abro más la puerta y me voy a cambiar. Me pongo mis pantalones rosas de chándal, mi jersey de pijama, mis calcetines guays y mis gafas. Cuando me dirijo hacia el salón, veo la imagen más caliente y sexy que cualquier mujer podría desear en este planeta. El chico este, en MI sofá, sin camiseta y con una cerveza en la mano. Bien Jane, controla tus instintos de hembra en celo.

- Eh, tú, ¿porqué estás aquí? - le pregunto yo sentándome en el sofá, mientras miro mi portátil.

- ¿Acaso te importa?

- Hombre, estás en mi casa, lo que hagas en ella me importa.

- Espero a Zayn, ¿eso contesta a tu pregunta?

- Sí.

Sigo mirando mis cosas en el portátil mientras él mira la tele. Pasan minutos hasta que él decide hablar.

- ¿Y como te llamas? - me pregunta con el mínimo interés.

- Jane, Jane Steele, ¿y tú? - le pregunto igual.

- Edward, Edward Rossatti.

- Interesante.

Miro hacia la tele y veo que pasa un canal donde estaban dando "Modern Family". Me tiro encima de él y le quito el mando. Me mira con cara de "¿que coño estás haciendo?"

- ¿Qué coño estás haciendo? - me dice él con el ceño fruncido.

- Quitarte el mando de la tele, ¿o es que no lo ves?

- Calla, zorra.

- Cállate tu, imbécil.

- ¿Y si no me quiero callar? - me dice mientras va acercándose amenazadoramente.

- Pues te callas igual. Estás en mi casa, te lo recuerdo.

- ¿Ves que me importe donde esté? - me dice a menos de un palmo de mi cara.

Ahora mismo, estoy hipnotizada. Tiene dos esmeraldas por ojos, unos labios carnosos pero finos a la vez, con una barba afeitada de esta mañana. Su nariz es recta, pero respingona. Su ceño aún sigue fruncido mientras, a poco a poco, se va acercando. Nuestras respiraciones son aceleradas, mientras se mezclan. Y de repente ocurre. Sus labios chocan contra los míos de una forma violenta, apasionada, fogosa, caliente, llena de necesidad. Una de sus manos se posa en mi cuello, haciendo así que el beso se profundice, y la otra se posiciona en mi cadera, tirándome hacia su regazo, cosa que hace que me quede sentada a horcajadas encima de él. Me muerde el labio inferior, tirando de él, mientras mete su lengua en mi cavidad bucal y recorre cada espacio de ella. Pongo mis manos en su pecho, acariciándolo, y las voy subiendo poco a poco hasta ponerlas en su pelo y empezar a tirar de él. Su boca sabe a menta mezclada con cerveza, y eso me encanta. 

Y aquí estamos. Besándonos como si la vida dependiera de eso. Y, aunque nuestro odio sea mútuo, no me importa.

He.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora