Capítulo 28

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-Dale Oriana, dale. Perdemos el vuelo.
Me terminaba de calzar las botas cuando Julian entró a la habitación por mis valijas, estaba apurándome hace más de 15 minutos.
-¿Podes apurarte, amor?
Me levanté de la silla y fui al espejo, me peiné de nuevo y salí.
-Sos demorona, ojalá demoraras así para pedir que te compre comida. -dijo mientras subíamos al auto.
-Sabes  que nunca va a pasar, lo siento. -dije y arrancó el motor, salimos rápido al aeropuerto. En 10 minutos salía nuestro vuelo. 

-Pueden abordar. -le dijo el oficial que nos examinó, antes de entrar al avión, a la azafata.
Subimos al avión, era nuestro primer viaje juntos en avión. Miré a Julian y sonrió ampliamente, devolví una sonrisa algo torcida; los vuelos no era lo que se me daba mejor.
Tomé con fuerza su mano y el avión empezó a despegar, sentí algo en mi estómago. Como cuando estás en un hamaca y estás cada vez más alto.
Cuando por fin estábamos arriba, Julian enchufó sus auriculares a su iPhone y se durmió al rato.
Mi mano seguía sujetando la suya mientras ideas locas recorrían mi cabeza; ¿habrá viajado con otras chicas antes? ¿Le parecerá estúpido mis miedos con respecto a volar?
Ahora poco me importa, Julian me ha dejado más que claro que me eligió a mi y no busca a nadie más.

Cuando el avión aterrizó en Puerto Rico nos bajamos rápido, Julian había dormido casi que todo el viaje, mientras yo no paraba de contar las nubes que pasábamos, contaba 10 y empezaba de nuevo. El sueño que tenía me vencía y perdía la cuenta.
-¿Todo bien? -me preguntó mientras nos dirigíamos a un hombre con un cartel que decía "Oriana y Julian". Asentí y llegamos hasta el hombre.
-Buenas tardes, pasen por aquí. -nos adentramos en un túnel y salimos en un estacionamiento bajo tierra.
-Gracias. -dijimos al unísono cuando el hombre nos abrió la puerta.

Ya habíamos llegado al hotel y era todo muy lujoso, si mamá estuviera acá empezaría a tomar fotos a cada cosa.
Me senté en la cama y miré por la ventana,  los edificios eran altos y tapaban la vista al mar.
De pronto mis ojos empezaban a cerrarse, por lo que me quedé dormida.
-Oriana, -oí mientras me movían de lado a lado- Oriana.
-¿Eh? ¿Qué? -dije aún adormilada.
-Tenemos que ir a la disquera, así que báñate y vamos. -era Julian.
Me levanté rápido y fui hasta el baño. Me quité la ropa y entré a la ducha, había un tina pero no tenía tiempo de llenarla, abrí el grifo y el agua tibia salió de inmediato. Me duché en 5 minutos, ya que eso era lo que duraba la canción que coloco para duchas rápidas, y salí envuelta en la toalla.
-Salí, me voy a cambiar. -le dije a Julian, el rió y se fue a la cocina.
Me cambié por un pantalón negro ajustado y una blusa negra también, botas altas y pelo suelto. 

El mismo hombre que nos trajo al hotel fue el que nos llevo a la disquera, durante el camino Julian charlaba animadamente con el chofer, o lo que fuere. Mientras que yo revisaba los contactos en WhatsApp, paré en Jenny. En su foto de perfil estaba ella y Agustín, se veían lindos, después de todo.
Sigo sin comprender en que momento todo se fue por la borda, en que momento dejamos de hacer las cosas juntas, en que momento las charlas que teníamos por la tarde fueron ocupadas por citas o salidas con su novio. Sigo sin entender como alguien tan importante pasó a ser una desconocida, no puedo creer que la pelirroja que jugaba conmigo a las barbies cuando éramos pequeñas ya ni siquiera sepa que es de mi vida hoy.
O quizá si, quizá sabe porque Julian habla aún con Agustín por lo que ella debe de saber. Pero no, no sabe como me siento, no sabe lo que es para mi llegar a mi casa y verlo, ver a quien hace unos meses atrás estaba en un póster en mi pared. No sabe lo que es no tener a quien contarle tus problemas con tu casi novio, tus celos, tus ganas de reventarlo. No sabe nada de mi. Somos dos desconocidas que se hacían llamar mejores amigas.
La verdad, es triste.

-Ori, ¿pasa algo? -lo miré rápido bloqueando mi celular, negué con la cabeza y miré por la ventana.
-Llegamos. -anunció el hombre y bajamos, Julian me miró y sonreí para hacerle entender que estoy bien.
Entramos y mis ojos se abrieron como platos, estaba lleno de instrumentos por doquier, mientras que grandes discos adornaban el lugar. Miré a Julian y el tenía la expresión de la cara neutra, como si nada de esto fuera nuevo. Traté de hacerme la neutra.
-Ya vine antes, reaccioné peor que vos. Empecé a tocar todas las guitarras y a tocar la batería azul que estaba en la entrada. -me susurró y sonreí.
-Me imagino, parecerías una de tus fans cuando te ven. -dije sin mirarlo.
-Exacto. Parecía vos cuando me conociste. -dijo y lo miré, entrecerré los ojos y el miró a todos lados, para luego darme un beso.

-Chicos, -nos asustamos por lo que chocamos nuestras frentes y miramos a un hombre de traje que estaba enfrente a nostros- perdón por interrumpir. No sabía que ustedes...
-No, es decir, si. -dijo Julian nervioso- Perdone usted.
El color se subió a mis mejillas y me miré en uno de los espejos que estaban en las paredes, mi labial algo corrido y sonrojada.
-Bien, un gusto conocerlos. -nos tendió la mano, primero la estrechó con Julian y luego conmigo- Soy Michael Reckitich.
Michael Reckitich, Michael Reckitich... Me suena de algún lugar. ¡Claro! ¡Es quién presentó a el cantante ganador de uno de los programas de televisión que veía mamá!
Solo que ahora está gordo, con canas y se dejó bigote. Aún así tiene mucho estilo.

Luego de una larga charla firmamos el contrato y volvimos al hotel. Llegamos y nos tomamos una foto, el me estaba dando un beso pero luego me mordió y la foto capturó ese momento.
El es una de mis anclas a tierra, siempre lo fue.

¿Quién soy?Where stories live. Discover now