MI DEBILIDAD ― ALEJANDRA GUZMÁN.
Sus labios surcaron el mapa extenso que era su piel. Sus dedos hábiles se detuvieron en el broche del brasiere color claro de encajes. Juancho desató ambos gafetes y sin dejar de apartar los ojos de ese reflejo que mostraba el espejo, que tenían frente a sí, admiró lo que esa pieza de tela cubrió hace tan solo segundos atrás, un par de lindos y medianos pechos.Era hermosa, muy hermosa. Elegante e indescifrable, tal cual un rompecabezas de esos que tenían diez mil piezas mínimas, de esos acertijos que te mantienen pensando toda la noche, ¿qué carajos significa? Así era ella, esa era la sensación que le transmitía a él.
Masajeó sus pechos con impúdica actitud. Eso no le fue indiferente a Arantxa, ya que cerró los ojos y recargó su nuca en el hombro del caballero que la estaba tocando con infinito descaro, a la par de que emitía finos gemidos producto de las sensaciones.
Tomó su mano y lo detuvo. De ser así sucumbiría en el éxtasis en menos de lo que ella quería. Deseaba alargar un poco más este encuentro, no sabía con el objeto de qué, sólo estaba actuando por impulso, por todo lo que conllevaba estar aquí, simplemente por lo que le hacía sentir, o mejor aún, porque despertó todas esas sensaciones, propias de una mujer, que ella sepultó en un hoyo profundo, así como quedó enterrado sus deseos de amar y experimentar un maravilloso universo.
Irremediablemente todos los hombres no eran iguales, de eso tenía la plena seguridad. No podía juzgar a la mayoría de lo seres humanos simplemente porque nacieron con el cromosoma XY en su organismo. Su reticencia no era al ser masculino, esa negatividad era consecuencia de todo lo que sucedió en su atormentada vida de casada.
Arantxa solo se enamoró una vez, o ella lo creyó así. Pensó que él sería el hombre de su vida, ese ser con el que llegas a anciana, que le daría por lo menos dos hijos y que al llegar a viejos pues se despedirían para encontrarse en otro plano. Su idea del amor era tal cual un cuento de hadas, de esos hasta rosa que solo existen en los dibujos animados. Donde un corcel blanco le traería un príncipe perfecto, algo tonto y estúpido para una mujer tan inteligente y realista como ella, pero, fue así, a eso se aferró y en un principio se cumplió, el detalle es que con el transcurso de los meses, Emiliano cambió tanto y tan profundamente su actitud que le mostró el mundo real a su esposa. Un mundo tan palpable donde solo existía un suelo devastado. Un universo lleno de mentiras, intereses, abusos y enredos. El lugar y el espacio perfecto para destruirla, destrozarla y aniquilarla. Ese minúsculo sitio donde las esperanzas se esfuman y el ambiente es tan implacable que produjo una metamorfosis en sí misma.
Nada de lo que pudiese pensar era verdad. Es que era tan efímero que se creía sumergida en un sueño constantemente. Con el transcurso de los meses explotó y fue lo peor, de eso ha pasado muchas lunas. Parece que el tiempo cura las heridas, o la hizo más fuerte. La realidad era muy distinta, ni cura ni fortalece, solo apacigua los tormentos que embargaban su tórrido organismo. Solo construyó altas e impenetrables fortalezas. Reestructuró e hizo encajar cada pieza de su corazón destrozado, las pegó todas como mejor pudo y siguió su vida. No si antes prohibirse amar de nuevo, como primera medida y, como segundo canon en su vida, cobrarse todas y cada una de las bajezas que le hizo su exesposo, repetirse a diario que ningún hombre jamás jugaría con ella, eso no ocurriría de nuevo.
ESTÁS LEYENDO
Peligrosa Seducción ©
ChickLitArantxa Signoret, una mujer que a sus 32 años es la única dueña de la mayor casa de modas que existe en su ciudad natal. La perfección, dedicación y constancia... tres palabras que repite a diario y que son las bases de la empresa que hoy maneja, c...