XV. Me Niego...

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SECRET LOVE SONG ― LITTLE MIX fT. JASON DERULO.

Abrió los ojos por el toque insistente que alguien estaba haciendo a la puerta de la habitación

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Abrió los ojos por el toque insistente que alguien estaba haciendo a la puerta de la habitación. Pestañeó varias veces ya que la oscuridad del lugar no la dejaba visualizar con claridad. Escuchó de nuevo el golpeteo, así que se levantó, tomó la bata de baño y se la enfundó con rapidez. Chasqueó los dientes y salió de ese espacio, cruzó el umbral, pasó por la pequeña sala que separaba los espacios y abrió la puerta sin preguntar nada más.

―Servicio a la habitación ―Una castaña, mucho más alta que ella, de facciones delicadas y bonitas, enfundada en un uniforme, que Arantxa reconoció por el logotipo del hotel, entró con uno de los carritos que transportaba una charola cubierta. Dejó la comida en la mesa y se excusó para salir del lugar. ¿Y en qué momento, Juan Ignacio pidió esto? Se preguntó.

―Gracias ―expresó restregándose con cuidado los ojos, la chica asintió y sonrió. Se retiró dejándola sola.

Todavía tenía algo de letargo en su ser, es más, ni siquiera tenía certeza del tiempo que había pasado allí, sobretodo porque Juan Ignacio cerró las cortinas para sumirlos en la profunda oscuridad, cosa que no le agradaba en su totalidad y que al parecer a él si. Lo real es que su cuerpo había descansado y al parecer las energías habían regresado.

Retiró la tapa y comprobó lo que había dentro; café, frutas, tostadas... Un sin fin de cosas para ambos, el aroma la embriagó así que tomó la taza, sirvió un poco de café y la endulzó. Cogió un periódico que acompañaba el desayuno y se sentó a leer en el sofá del lugar.

Cruzó sus piernas, en forma de mariposa, y revisó las noticias. No había mucho que ojear. En las páginas de espectáculos había una nota dedicada a su próxima colección de ropa. Si acaso leyó el título y negó. Cada día le gustaba menos la forma en que los periodistas redactaban algo relacionado con ella. Se encargaban de mezclar su vida privada, o los apodos que a lo largo de estos tres años le habían agregado, para nombrar sus colecciones.

El tiempo pasó rápido o ella lo creyó así y no lo detectó. Lo cierto es que el dueño de Las Mercedes nada que despertaba y Arantxa tenía que irse, sin embargo, no quería abandonar la habitación de la misma forma que lo hizo en la Hacienda. No podía seguir haciendo ese tipo de cosas. Debía actuar con madurez y sabiduría.

Miró a todos lados en busca de sus cosas. Al parecer todo estaba en la habitación, ni siquiera su collar lo llevaba puesto.  Juan Ignacio hasta eso le retiró, la despojó de todo lo que llevaba encima en algún momento de la noche.

Entró con cautela y lo observó, su cuerpo estaba boca abajo, abrazaba una almohada. No quiso quedarse muchos minutos devorando a ese ser exquisito, era evidente que la hacía rememorar de inmediato la forma intensa de relacionarse la noche anterior.

Arantxa buscó su bolso, necesitaba llamar a su casa y hablar con las chicas que ayudaban en su hogar, pedirles que le entregaran algo de ropa a Leonardo para que la trajera hasta este lugar. Cosa que hizo con rapidez. El ardor en su vista la hizo correr de nuevo a su bolso.

Peligrosa Seducción © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora