XXII. Libre.

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CREEP ― RADIOHEAD

Entraron al restaurante

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Entraron al restaurante. Un lugar de colores fríos, con luces tenues, entre azuladas y violetas, mesas minimalistas y chicas como meseras. Estaba exento de caballeros, a la hora de servir. Solo dos Barman en la barra del bar, mostraban su habilidad para preparar tragos, del resto, hasta la persona, llamada el Capitan del lugar, era mujer. Quedaba en lo más alto de una torre, mostrando la ciudad capital en su esplendor. La noche apenas caía, así que el cielo regalaba su densa neblina, característica de la ciudad, todo producto del smog, ese humo pesado que generaba la gran cantidad de autos desperdigados por todas partes.

Arantxa vislumbró al que una vez fue su esposo y tragó grueso. Lorenzo ya lo había visto, así que caminaban rumbo a la mesa que ocupaba.

Un hombre, que ella reconoció de inmediato como su abogado, lo acompañaba sentado a su izquierda. Bebían algo, ya que dos vasos al parecer de whisky, se encontraban asentados en la mesa.

Emiliano la vio y con suma rapidez se levantó de la silla, gesto que siguió su acompañante. Arantxa llegó y ni siquiera lo saludó, sino que tomó asiento de una vez.

―Terminemos con esto, tengo prisa ―dijo de lo más despreocupada. Su máscara helada acababa de hacer presencia en el lugar. Ambos hombres se observaron y asintieron.

―¿Quieres algo? ―preguntó Emiliano. Una risa irónica y burlesca brotó de su garganta. Todavía no podía creer que le preguntara ese tipo de cosas como si lo vivido no contara, como si fuesen amigos de toda la vida.

―¿De verdad crees que puedo digerir algo teniéndote al frente? ―preguntó observándolo a la cara―. Hasta el agua me daría indigestión, por Dios ―Su mirada estaba tan cargada de desprecio que espabilaba lo necesario, ni más ni menos―. A lo que vinimos... ―La mano de Lorenzo se extendió, facilitándole el sobre a Arantxa con el documento y las cláusulas que allí se encontraban previamente establecidas. Sacó su contenido y se lo entregó al abogado de su ex, una carpeta que éste tomó de inmediato. Emiliano le arrancó el documento al hombre para leerlo. Ella enarcó una ceja y negó observando a Lorenzo. Sabía que las cosas comenzaban a complicarse, Emiliano no daría su brazo a torcer tan fácilmente.

Javier y Guillermo se encontraban un poco alejados de la mesa. Ella no quería que escucharan lo que estaba ocurriendo, o lo que ocurriría en el transcurso de la reunión. Leo si estaba muy cerca de ella, justo detrás de su silla, esperando actuar ante cualquier acción desmedida por parte del hombre que escrutaba cada línea del documento.

Pasaron varios minutos en los que ella y su abogado ni se movían, solo observaban la forma de cuchichear de los dos individuos que tenían al frente. Era imposible saber lo que pensaban, sus gestos eran indescifrables, no había asombro, ira, tristeza, mucho menos preocupación, solo un par de idiotas desmenuzando lo contenido e ideando formas y estrategias para molestar a Arantxa, para pedirle mucho más de lo que ya le habían robado.

Peligrosa Seducción © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora