Capítulo Dos

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Miré hacia los lados para fijarme en la dirección de las vías y volví a marcar el número por tercera vez, ya más tranquilo. Decidí que no era buena idea seguir discutiendo con el contestador mientras bajaba las escaleras del metro a toda prisa, casi me como un escalón y aterrizo en el suelo. Menos mal que tengo reflejos:

- ¿Diga?

- ¡Por fin, papá!

¿No les ha pasado eso de que tus padres te piden que les llames y luego son ellos los que no lo cogen? Pues sí, yo ahora mismo:

- Lo siento hijo, con la música no he oído el móvil sonar. ¿Ya vas para casa?

- Sí, me dijiste que te llamara.

- Lo sé, lo sé. Vete derechito a casa y no te pares aunque te lo pidan de rodillas. ¿De acuerdo?

- Eres un exagerado –rodé los ojos observando como llegaba el metro y el pelotón de gente bajaba.

- No, me preocupo por ti. Eres una presa fácil.

- ¿Cómo? ¿Yo? –espeté indignado y oí su melodiosa risa al otro lado.

- Bueno cariño, te dejo que tengo que dar el último repaso.

- ¿Te falta mucho? –subí siendo empujado por el gentío. Como me incomodaban los lugares abarrotados.

- No, salgo en diez minutos, así que lo que tarde en llegar a casa.

- Está bien, pero intenta tardar lo menos posible.

- ¿Por qué? ¿Qué te pasa? –preguntó preocupado.

- No pasa nada.

- ¿Entonces?

- Nada, papá. Simplemente no tardes, ¿vale?

- Lo que usted mande. A sus órdenes –dijo en tono vacilón.

- Hoy estás gracioso, papá.

- La verdad es que sí, eso fue el batido seguro –suspiré derrotado, mi padre era un caso.

- Bueno, nos vemos ahora.

- Adiós, ve con cuidado.

- Sí, adiós.

En ocasiones pensaba que mi padre era un paranoico, pero luego, extrañamente ocurría lo que me decía que podría pasar y enseguida se me pasaba la tontería y le hacía caso. ¿Ves? Justo ahora. Ahí delante, ahí mismito. Hay un señor con pintas muy extrañas que me mira fijamente. No recuerdo haberme dibujado nada en la frente, así que no le encuentro lo interesante. Tragué pesadamente y la incomodidad empezó a abrumarme.

Papi, socorro...

Cinco minutos después, no tardaron en abrirse las puertas cuando yo corría como un poseso por todo el subterráneo. Divisé el cartel de la calle y subí hacia el exterior. Después de la carrera, es cuando me paro a mirar si realmente me seguía alguien. Evidentemente, no. Bueno, pero el ejercicio ya está hecho, con eso tengo para toda la semana. Que vago acabo de sonar.

Me encaminé por las calles soleadas y con un color verde muy bonito gracias a los árboles que adornaban los laterales. Me encantaba este sitio, entendía por qué papá se había mudado aquí cuando quiso alejarse de la gran ciudad. Comparado con el centro, esto era paz.

Me descolgué la mochila una vez que llegué a la puerta de mi casa y saqué las llaves, como siempre en el fondo. Debajo de todo, cuando más escondidas mejor, así Jungkook tarda más en encontrarlas. Entré por fin después de mi pelea con ellas y solté las cosas en el sillón del salón. Miré el reloj e hice un cálculo mental. No tardaría mucho en llegar a casa, así que me dirigí a mi habitación para ordenarla antes de almorzar.

Cupid Jeon [VMin] {Corrigiendo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora