Primero

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Dije que mi fe había muerto,

insistí en que se marchara,

con sus ojos pulcros,

que se alejara pronto.

Cavé tres tumbas en el patio.

Una más para el rencor,

y otra para cuánto la había amado.

La mañana no fue más

que el final descolorido de una noche.

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