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Otra noche de insomnio. Grillos y ranas que me cantan para que recuerde. ¿Qué cosa? A ella, con su transparencia casi luminosa de pasado perdido. Sentado en el jardín, no recordaba haber pasado tanto tiempo sin ver a mi esposa. Sus orquídeas en el fondo sobre tierra removida me molestaban sobremanera. ¿Por qué no las quitaba de allí? Sólo ella lo haría, con dedos agudos, presionando mi nuca en movimientos circulares. Desde el centro hacia afuera. Suave, suave, los hombros cada vez más abajo.

- Volvamos a acostarnos – un susurro cansado. Quería quitar de allí esas malditas orquídeas – Por favor.

Lentos movimientos circulares. Todas las flores al amanecer, al amparo de la oscuridad, convergían en ese aire fragante. Sus manos en mi espalda habían trabajado sobre ese jardín tantas veces. Suave, más suave, dedos somnolientos.

"Esas malditas flores", pero no me atrevía a pronunciar palabra. Sentado en el jardín, grillos y ranas me recordaban que hacía dos días no veía a mi esposa. Noche de insomnio, otra vez.

TelarañasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora