XVII

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CREO QUE NO ME PUEDE IR PEOR

Pues, ya pasaron 2 meses desde que sufrí mi pequeño accidente provocado, y, la verdad, no sé si me pueda ir peor.

Hace un mes, cuando estaba a punto de sanar por completo, tuve la gran idea de hacer ejercicio en la clase, los ejercicios consistían en saltar la cuerda, correr y hacer lagartijas.

Mis amigos me advirtieron que no los hiciera pero soy una necia así que no les hice el más mínimo caso.

Al estar corriendo, comencé a respirar de una manera muy extraña, a inhalar muy rápido y a exhalar muy lento, y viceversa, me senté un rato, me coloqué los tubos del tanque de oxígeno en mis fosas nasales y comencé a relajarme.

Después de un rato, volví a hacer los ejercicios; al estar haciendo saltos de tijera la cabeza me empezó a doler. Era como si algo dentro de mi cráneo quisiera salir golpeando por todos lados. El dolor hizo colocarme de cuclillas y a lanzar un horrible grito de dolor.
Todos me comenzaron a rodear

— atrás todos —,dijo la maestra de gimnasia, — Gia, Gia, ¿puedes oírme? —, me preguntaba; cada uno de mis sentidos se había vuelto completamente inútil. La escuchaba, pero no podía responderle, le respondía a señas, pero no la  veía, la veía completamente borrosa, pero no la escuchaba.

Evan y Kaya se quedaron junto a mi

— está sangrando de la nariz —, dijo Kaya. Evan colocó su mano en mi frente, en mis mejillas y en mi pecho.

— estás hirviendo en  fiebre —, me dijo Evan. Lo veía borroso, no era capás de contestar, sólo lo mire a esos bellos ojos color miel con una pizca de azul en ellos, y creo que captó mi  mensaje al cruzarse su mirada con la mía... “ayuda, por favor, no lo soporto”, — llamen a emergencias, hay que llevarte a la enfermería —, al oír eso coloqué mi cabeza en su pecho.

En la enfermería me acostaron en una camilla hasta que llegarán los paramédicos, Evan permaneció todo el tiempo conmigo, sólo nos mirábamos hasta que empecé a sangrar de los oídos, el dolor de cabeza se hizo más fuerte, sudaba frío y empezaba a creer que no saldría de esa.

Desperté en un cuarto de hospital, tenía un tanque de oxígeno conectado a mí y escuchaba el sonido de la máquina que mide el pulso

—¿y ahora? — dije.

—tuviste un accidente — me respondió el médico asustándome ya que no lo había visto — si tus amigos se hubieran tardado más tiempo en llamar, tal vez, no hubieras salido con vida.

—se que tuve un accidente pero, ¿ qué me pasó exactamente?

—tu cabeza aún no soporta golpes o movimientos tan bruscos como los que surgen al realizar saltos de tijera. Tu cerebro se inflamó alrededor de uno por ciento su tamaño total, y quería seguir creciendo, provocando tus problemas del habla, de escuchar, visualizar y causando tu fiebre alta, sangrados y sudor frío.

— ¿cómo hizo que dejara de expandirse?

—simplemente te inyectamos una droga para desinflamarlo, bueno, ya estás bien, ya te puedes ir, tus padres están afuera.

Alrededor de la 1:30 de la mañana, un intenso calor que sentía me hizo levantarme de la cama y caminar hacia el baño de mi cuarto, me miré al espejo, estaba casi completamente mojada de sudor, curiosamente yo sentía calor mientras que el sudor que expedía era frío; saque un termómetro del cajón y, al  quitármelo, indicaba casi 40°. Me coloqué un paño húmedo sobre mi frente y me acosté sobre mi cama.

Al amanecer sentí unas gigantescas ganas de volver el estómago así que corrí hasta el baño, creo que me hice mucho tiempo dentro del baño o me desperté muy tarde porque mi madre entró a mi cuarto gritando que se me había hecho tarde, al escuchar su voz me dieron más ganas de vomitar. Cuando salí del baño mi madre me miró con cara de confusión.

—¿estabas vomitando?— me pregunta. Yo solo me designé a asentir mientras me limpiaba un poco la boca con mi dedo. Cuando me doy cuenta mi madre ya abrió mi closet descubriendo un cajón secreto donde había casi 10 pruebas de embarazo.

—¿qué es eso? ¿Qué hacen esas pruebas en mi closet?— le dije con tono obsceno.

—son para cualquier urgencia — me dijo y me la  ofreció.

—¿creés que...? Ugghh— le dije aceptándola, girando los ojos y cerrando la puerta para usarla.

Después de un rato, abrí la puerta del baño mostrándole la prueba de embarazo negativa.

—estás muy  pálida — me dijo con tono de miedo.

Al escucharla, me giré hacia el espejo del baño y tenía razón, estaba casi completamente blanca.

— en la madrugada me dio fiebre y sudé frío

—vistete, vamos al hospital — me dijo mi madre alejándose.

Cuando bajé a la entrada mi pequeño hermano sólo me miraba.
Cuando llegamos al hospital nos hicieron esperar, se supone que van pasando a los pacientes en peor estado, creo que deben estar ciegos ya que no me veían mientras que los demás pacientes si lo hacían y como culparlos, ¿cada cuando puedes ver a una ex-heroína sin poderes y con cara de  muerto? De pronto me volvieron a dar ganas de vomitar, así que salí corriendo al baño sin importar que toda la gente me viera.

Cuando regreso, la doctora estaba platicando con mi madre, al verme, puedo notar en ella el asombro y el miedo de mi aspecto. Coloca sus manos sobre su boca y abre sus ojos.

— si, ya me acostumbré a esa  reacción

—  perdón — dice la doctora y yo giro los ojos, —pasen por aquí.

Mi madre le empezó a contar lo que me había sucedido el día anterior y los síntomas que presentaba. La doctora me miró y dijo:

—¿Sabes que medicamento fue el que te inyectaron?

Asentí, saqué el frasco vacío de mi bolso y se lo entregué

—creo que tendrán que hacer una queja para que despidan a ese doctor ya que, te inyectó un medicamento expirado — nos dijo mostrando la fecha de caducidad, al notar más detenidamente el líquido me dí cuenta que tenía grumos y espuma, lo que me hizo correr al baño a vomitar. Cuando regresé la doctora empezó a decir:

— sus síntomas durarán alrededor de una semana, empeorando cada día, no podrá asistir a la escuela ni a la rehabilitación y, te faltan presentar más síntomas como, el retraso de tu menstruación y sed exceciva.

La doctora tuvo razón, no sólo no pude asistir a la escuela ni a la rehabilitación, tampoco era capaz de salir de mi habitación por el dolor, la fiebre y las ganas de vomitar; Evan iba constantemente a verme, pero los últimos días no lo dejaba entrar por la vergüenza que  sentía.

El último día que duraron mis síntomas, estaba casi todo el tiempo en el baño vomitando cuando me dí cuenta que lo que vomitaba ahora era sangre, empecé a asustarme y escuche a alguien entrando a mi cuarto así que  salí, lo miré y me  desvanecí.

Desperté en un cuarto de hospital, la doctora me dijo que mis síntomas habían pasado.

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Hola personitas, perdón por no actualizar pero es que estoy en semana de exámenes y realicé mi examen para ingresar a la preparatoria así que estaba y estoy un poco atareada.

Pero, aquí les dejo otro capítulo y, como se habrán dado cuenta, Kimberly Peer dejo de existir :0, su nuevo nombre es Giana Zimmermann, aunque le dirán Gia, sigue siendo la misma chica física y emocionalmente, sólo que con otro nombre :D

Otra cosa que les quiero decir es que éste capítulo iba a ser más largo porque íbamos a ver a Evan y a Gia en su cuarto apoyándola y en otras situaciones un poco vergonzosas, pero, digan en los comentarios si hubieras querido o no leerlos y porqué :D

Bueno y otra cosa, sólo faltan 2 capítulos para que ésta historia termine, el siguiente capítulo tal vez sea algo corto pero el capítulo final será bastante sorprendente si sientes un gran cariño sobre algún personaje :D :O.

Bye, besos, saben que los quiero :*.

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