CAPITULO 5: PUTA.

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"Por momentos siento que lo que me pasa, no va a parar nunca"

- Suéltame...- murmuró ella. Obed deslizó sus manos suavemente por los brazos de ella. Haciéndola estremecer. Conocía cada movimiento que ella apetecía de él. – hay alguien que espera por ti. – le indicó, y su mirada apuntó hasta la puerta.

- Joder... - Obed se volteó. La prostituta lo esperaba en el borde de la puerta. Diana no había logrado observarla bien con la oscuridad hace unos minutos, era muy guapa a decir verdad, alta y rubia. Obed caminó hasta a ella, sin decirle una sola palabra a Diana. Estaba cabreado, tanto que cerró la puerta de la habitación con fuerza, Diana saltó en su sitio. ¿Y cómo no enfadarse después de a verlo dejado con las ganas? Le pagó lo acordado a la mujer que había contratado para saciarlo, despidiéndole. Una Inglesa bonita que había sabido complacerlo, pero no lo suficiente, pues Diana lo había empalmado en menos tiempo.

"Inmadura". Mil veces, pensó. "¿Se cree la gran cosa?" No se lo podía creer. No había mujer en el mundo que lo hubiera rechazado de tal forma. En otros casos, si hubiera llegado a ese nivel con cualquier otra, esta hubiera aceptado. Pero ¿Diana? "Mierda. Mierda. Mierda". ¿Aún conservaba la erección? Bajó su mirada. Sí, aún la tenía. Más grande ahora. ¿Y cómo no? Si con tan solo rozarle la piel...su pene había reaccionado como si hubiera despertado después de un año de abstinencia. "¿Qué tienes Diana Medellín?" pensó. ¿Qué tienes que me gusta tanto? Y que de alguna manera, no se lo quería dar.
Abrió con rudeza la puerta de la habitación. Diana se volteó sobresaltada. Menos mal y esta vez no la encontraba en ropa interior. Cerró la puerta, haciendo ruido de nuevo.   

  - Es muy tarde...

- Se me ha quitado el sueño.

- ¿No confías en mí?

- ¿Tengo que responderte?

- Sí muñeca...

- Joder...que no me gusta que me llames así... - le respondió ella.

- Y a mí no me gusta tenerte de invitada en mi casa. – la retó él.

- Es tu problema.

- Vaya, vaya... - dijo caminando a pasos lentos. Diana sintió que la calentura volvía a ella. Que hombre. Cuanto la ponía. – hay alguien aquí que no tiene idea de lo que le puede pasar si sigue portándose mal. – murmuró. Ahora muy cerca a su rostro, ella intentó no mirarlo demasiado, concentrándose en otro punto que no fuera él. – y de lo bien que la puede pasar... - Obed le acarició el mentón con su labio inferior. Rozándolo como una tercia pluma. – si se porta correctamente...

- ¿Tantas ganas me tienes?  

- Muchas... - ahora la apretó de la cintura, haciéndola cortar la respiración por un fragmento de segundo. Juntaron sus cuerpos. Una sensación increíble. – agradécelo... he contratado a una puta para no follarte antes, me estoy aguantando mucho... - le acarició la cintura con sus manos, alzando ligeramente la fina tela que le cubría las caderas. Su dedos hicieron contacto con la tibia piel de la chica.  

 - Te lo he dicho...jamás estaría con alguien como tú... - murmuró ella, a base de gemidos, pues Obed había posicionado sus labios sobre su cuello, recorriendo lo tan sensualmente como podía. Ella cerró los ojos. Obed levantó la mirada la escucharla hablar, sabía lo que sentía en ese momento debido al tono de voz que manejaba. Estaba excitada. Lo único que le faltaba era un pequeño empujón... así que intentó besarle los labios de un puñetera vez. Comerle la lengua y hacerla gozar tanto como podía. Pero ella, volvió a separarse. – jamás dejaría que alguien como tú me besara los labios...  

Y esa fue la gota que colmó el vaso. Obed la cogió con fuerza, estampándola en la pared. Su mirada era otra, sus ojos...ahora embarrados en lujuria, la miraron sin importarle lo que podría venir después. Le quitó la ropa tan rápido como pudo. Ahora ella no tenía como defenderse, ni siquiera las palabras podrían calmar a esa fiera que había creado y que estaba apunto de comérsela. Desnuda, las ganas tampoco fueron efímeras. Observaba todo lo que hacía, de que manera la cogía y como se excitaba más cuando veía todo lo que tenía ante sus ojos.  

- Nadie va a besarte los labios, preciosa... - le advirtió él. Ella sintió las manos de Obed apretarle el culo tan fuertemente que logró juntarle el cuerpo hasta su poderosa erección. – será todo lo contrario. – ahora dejó de ver su rostro. Tenía a Obed besándole el estómago mientras suavemente bajaba por sus caderas. Y ella, decidió aferrarse a la pared para poder contener esos enormes gritos que quería soltar. Los dedos de él la tocaron desprevenida, metiéndolos en el espacio de entre su piel y sus finas bragas. Los besos de aquel hombre la siguieron persiguiendo por todo el cuerpo, ahora sentía que la atacaba por abajo, justo ahí...donde ella no tardaría en gritar. Sus dientes mordieron ligeramente las bragas de la chica por el costado. Bajándoselas. Ella se estremeció. ¿Qué se estaba dejando hacer?

- Ah... - murmuró ella. Un primer gemido que la ayudaría a soltar los demás. De pronto recordó a la prostituta, gritando... gritando por él, por lo bien que se debía sentirlo adentro, muy adentro de ella. Se mordió el labio. Sin darse cuenta, tenía las bragas a la rodilla.  

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