Diana miraba por la enorme ventana que se extendía en el departamento de Obed. Estaba sola. Al parecer él se había ido hace bastante tiempo... ¿A dónde iba cada mañana? Ya se lo preguntaría. Esa mañana había amanecido de otra forma. Más feliz. Sin ganas de pelear. Era otra, definitivamente.
Con solo ponerse a recordar...como había sido la noche... con solo ponerse a pensar, como es que Obed la había tratado. Le erizaba la piel por completo. Había sido diferente que la primera vez que tuvieron sexo. Lo había sentido más dulce. Como si no viniera de él, o como si viniera de un Obed que solo ella podía llegar a conocer. ¿Era posible? O solo...¿se lo estaba imaginando? Joder, todo esto le hacía estremecer el estómago, ponerse de piel de gallina, tan solo pensar que él podría...sentir algo más...
Alguien tocó la puerta del departamento con fuerza.
- ¡Abre la puerta! – gritaron desde afuera. A Diana se le enfrió la sangre. - ¡es la policía de estados unidos, que abran la puerta! – volvieron a gritar. Los ojos de Diana se abrieron, atónita, tragó saliva... ¿Quién iba a decirlo? Hace unos días moría por irse de ahí, porque la encontraran, por no volverlo a ver nunca más. Y ahora, deseaba todo lo contrario.
El policía empezó a golpear la puerta. Dos. Tres. Cuatro veces. La madera maciza de esta empezó a quebrarse por en medio. De pronto y ella ya no estaba sola en aquel departamento, si no que diez hombres, con armas en los hombros, le apuntaban el rostro.
- Diana Medellín... - susurró uno de los policías. Al parecer, quien llevaba a cargo el caso de su búsqueda. – no te muevas.
- No hay nadie aquí... - murmuró ella. Y agradeció muchísimo que Obed no estuviera en ese momento.
- ¿Dónde está García? – preguntó el oficial. Los otros oficiales bajaron la guardia al notar que él no estaba con ella.
- No sé... yo... no sé nada de él... - insistió Diana. Y no les diría más. Pues no delataría a Obed. Jamás. No después de lo que habían pasado. De tantas cosas que por pequeñas que hayan sido, a ella le parecían especiales.
- ¿No vas a decirnos? – volvió a preguntarle el oficial. – linda... nosotros somos los buenos...te venimos ayudar, no sabes lo preocupada que está toda tu familia por ti... ¿lo has pensado?
- Yo no sé nada de él. - Diana lo miró a los ojos. El oficial empezaba a cabrearse. Hizo unas cuantas señales a los demás oficiales, estos se colocaron estratégicamente en la ventana y otros en la puerta.
- ¿Lo defenderás Diana? Defenderás a ese imbécil que te secuestro hace más de una semana... ¿y que planea matarte?
Ella guardó silencio. 'No Diana, tú confías en él...tú confías en Obed...'
- Vaya, vaya...veo que ese tipejo ha sido inteligente esta vez. – le dijo el oficial. – tanto que hasta has llegado a creerle...
Una pequeña oleada de tensión se pasó por su cuerpo. Ese jodido oficial parecía conocer a Obed de una manera increíble.
- Bien. No me dirás donde encontrarlo.
- No lo sé...
- Si, claro...claro. – la miró mal. De acuerdo. No colaboraría. Pero al menos se enteraría de quién era él realmente. De quién era el hombre de quién se había enamorado. – vamos a hablar...y después de esto... me dirás si sigues confiando tanto en él.
**
Los ojos los tenía humedecidos. Su corazón estaba decepcionado. Necesitaba gritar. Se sentía como una estúpida en todo eso. Una más del montón. Otra secuestrada que Obed García había enamorado. Que había hecho perder la cabeza y que finalmente había terminado muerta en algún rincón del mundo. Olvidada. ¿Era eso lo que de verdad significaba para él? ¿Una más? ¡No! ¡No! oh mierda...se pondría a llorar.
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HELP ME?
DiversosSolo un suspiro y su vida cambio, solo una sonrisa y su corazón se enamoro. -CRAYON-