CAPITULO 23: QUIERO...

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- Cuéntame de ti. – le dijo ella. Arropando la taza de café caliente entre sus manos. Subió la manta hasta sus brazos.

- No Diana... - negó con la cabeza mientras reía.

- ¿Por qué no? No eres el único que ha hecho cosas malas en el mundo... -Ella puso los ojos en blanco. Y él deseo tanto besar la en ese momento. Se veía tan bonita cuando era así de inocente con él.

- No. – la miró a los ojos. – mi vida está llena de problemas... ¿vale? Porque no mejor...me cuentas de ti.

- Mi vida está llena de cosas aburridas. - Ella se inclinó para tomar su taza de café.

 - Cuéntamelas.

- Sí, claro... no creo que te guste escuchar las cosas aburridas de una tonta como yo...

- No digas eso. Me importa todo.

- ¿Todo de mí?

'Absolutamente todo'

- Sí... - susurró él.

Diana enrojeció, aunque no mucho.

- Bueno... iba a graduarme... - encogió los hombros, bajando la mirada y abriendo un poco los ojos.

- No digas iba...

- Es que tendría que a verme graduado ya... pero...

- Te voy a dejar libre. – le dijo él. Aunque algo por dentro le golpeaba el alma. ¿Así se siente esto?
Diana bajó la mirada. Inquieta. Tenía que decirle algo. Ahora. O nunca más tendría la oportunidad.  

- Obed...

- ¿Sí?

- ¿Qué harás después de esto?

Él se quedó callado. Sencillo, entregaré el dinero a las personas que me convocaron para secuestrarte. Y luego... me olvidaría de todo esto. Sencillo...

- Viajaré.

- ¿A dónde?

Él permaneció callado de nuevo.

- Si puedo saberlo...

- Que se yo, aún no lo he pensado.

- Ah... - Diana dejó la taza de café sobre la pequeña mesita en frente del diván. Aquel diván... recordó un pequeño fragmente de la otra noche. Aquella donde habían... - quiero decirte algo... - las manos empezaron a humedecerles. Estaba nerviosa. ¿Por qué? Ya no lo entendía. O tal vez sí. Pero no quería admitirlo.  

- ¿Qué? – él se acercó al cuerpo de Diana, le acarició un muslo. Ella tragó saliva.

- No sé... es que...

- Dime...

- Te vas burlas de mí...

- No lo haría.

- Sí, lo harías...

- Vamos...

Ella respiró hondo. Dándose ánimos por sí sola. Aquello que le diría lo había tenido pensado desde aquel momento...donde había sentido más que solo atracción física. Aquello que tenía guardado dentro, pero no lo quería sacar, no quería mientras se tratara de un hombre como él, que parecía tener pocos sentimientos.

- Quiero irme contigo.

Él reaccionó ante sus palabras. No podía creerse lo que acaba de escuchar... la misma Diana Medellín pidiéndole que la llevara a donde él fuera a parar.

- ¿Qué? – preguntó.

- Quiero ir contigo... - volvió a repetirle ella. También se le acercó. El pulso de Obed empezó a acelerarse, dándose cuenta de que solo se ponía de esa forma cada vez que Diana solía acercársele. – es lo único que pido.

- ¿Te has puesto a pensar en lo que sería eso, Diana? – le preguntó él. Ella bajó la cabeza. – joder...yo no tengo las comodidades que tú tienes, a esas que estás acostumbrada a vivir. – ahora volvió a subir su mirada. – no tienes idea de las cosas que tengo que pasar, cosas que no estarías dispuesta a vivir...

- Tú que sabes.

- Lo sé por que hasta yo mismo me arrepiento de ser quién soy. – la miró a los ojos. Se dio cuenta de que no pararía hasta convencerlo, por lo que él tendría que actuar primero. – si te dijera...al menos una cosa de las que he hecho.

- Dímelas. No te juzgaría.

- Eso lo dices ahora... - Obed intentó ponerse de pie, pero las manos de Diana lo obligaron a sentarse de nuevo.  

 - Si te he pedido que me lleves contigo es por que sé a lo que me estoy enfrentando.

- No, no lo sabes.

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