CAPITULO 21: ¿TRATO?

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Diana entró a ducharse. Tenía la mente ligeramente pesada. Muchas cosas sin explicación se habían aparecido de pronto. Cosas...que jamás le hubiera gustado pensar, o sobre todo...sentir. ¿Pero que coño le pasaba últimamente? No se lo creía. Hace unos días no pensaba más que en irse y no volverlo a ver nunca más y ahora... No Diana. Se dijo a sí misma. ¿De verdad crees que Obed va a querer tenerte un tiempo más con él? negó con la cabeza mientras se metía a la ducha.

- Dicen que cortaran el agua. - Diana se sobresaltó y giró para mirar a Obed que acababa de abrir la cortinas de baño. Quiso golpearlo. Pero en vez de eso, ruborizada, se cubrió el cuerpo. – espero no te moleste que...

- ¡No! – le dijo ella. Él soltó una risa. Se relamió los labios. Diana... que hermosa e inocente era. ¿De que se avergonzaba? Si hasta habían follado juntos.  

- Será rápido, te lo prometo. – le susurró él, quitándose la ropa, mientras ella se retorcía por dentro. Volvió a cerrar las cortinas, para no verlo desnudarse ante sus ojos. Aunque la verdad le hubiera gustado quitarle la ropa ella misma.

Él reía por dentro. No había oportunidad que no aprovechara para verla de esa forma. Para hacerla enojar de alguna manera. Se inclinó hacia atrás para fijarse en lo que hacía detrás de las cortinas, aún tenía el rostro ruborizado... de pronto bajó la mirada, cubría sus senos con un brazo... y pensar que habían estado en su boca la otra noche.Hay Dianita. Pensó. Más abajo cubría su feminidad con la otra mano... cuanto deseó quitarla de encima, sí...quitársela con sus propias manos y escucharla estremecerse.

Obed abrió las cortinas.

- Bien... ¿te parece si hacemos un trato? – le preguntó él. Ya desnudo. Los ojos de ella intentaron esquivar por completo las ganas de bajar la mirada. Solo observó los músculos de Obed , ahora los podía ver mejor que la otra noche. Y cuanto disfrutaba el hecho de saber que los había abrazado por todo el tiempo que había querido. Entró a la ducha junto a ella.

- Un trato ¿tú?

Él solo soltó una risa irónica.

- Sí un trato. – le dijo. – nadie va a tocarse. – le explicó. – haremos como si tu estuvieras sola tomando un baño... - la idea le hizo empalmarse en el acto. Trato de no percatarse de aquello. Siguió hablando, al parecer Diana no lo había notado. – sin mí.

- Pero estás aquí.

- Haz como si no.

- No puedo bañarme sabiendo que estás mirándome todo el tiempo...

- Prometo no hacer nada. – le dijo.  Lo miró a los ojos. 'Mientras tú no quieras'. Pensó él. Aunque se le hacía la cosa más difícil no tocarla viéndola desnuda frente a sus ojos. Se moría por rozar su piel con la suya, abrazarla, mecer su polla sobre su delicioso sexo. Ella no se resistiría y lo sabía. Pero esta vez...quería que fuera ella quien diera el primer paso.

- Vale... - susurró ella. Aún no muy convencida. Se dio vuelta, sus nalgas descubiertas solo hicieron que Obed se empalme más. Deseaba tanto cogerla y hacérselo por detrás. Oh Dios... miró su erección, crecía cada vez más. 'Vamos , se que quieres venir aquí...a mis brazos... demuéstramelo'.

Diana intentó de veras imaginar que estaba sola en aquella ducha, que no había ahí nadie más que ella y sus pensamientos. Respiró hondo. En el fondo...tenía unas inmensas ganas por voltearse, e invitarlo a ducharse con ella.
Abrió el grifo de la ducha...

- ¡Mierda! – gritó ella. Al sentir el agua completamente helada mojándo le el cuerpo. Retrocedió por instinto, cayendo...sí...como él había querido, entre sus brazos.

- Vaya... no me has dejado cumplir el trato... - susurró él contra su oído, acarició las caderas desnudas de la chica, y poco a poco colocó su pene bajo la entrada de su feminidad.

- El agua está fría... - murmuró ella. Estaba a pocos centímetros de convertirse en aquella chica que moría por entregárselo todo. Y lo hizo. Se volteó, para que no le quedara otra opción que mirarlo.

- Estamos en Londres. – le sonrió él. Diana subió sus brazos sobre los hombros de Obed, a este pareció gustarle lo que hacía. Ambos sentían las gotas de agua fría salpicar el piso y chocar contra sus cuerpos. Él acarició las caderas de la chica, las apretó fuerte contra él, y se inclinó para besarle el cuello, subiendo poco a poco hasta su mentón... se lo besó, amaba sentirse de esa forma...que con ella nada importaba, mucho menos sus diferencias, lo poco que se conocían, o cuantas veces ella le había dicho 'te odio'. Diana lo cogió de la barbilla, invitándolo a probar sus labios, y eso...fue exactamente lo siguiente que él probaría.  

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